La herida que no cierra

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Antes que nada, es importante informar que este cap estará narrado desde el POV de Leo (por razones obvias que ahora vais a ver)

Me disculpo ahora y aviso también que este capítulo trata temas un poco sensibles.



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Esa chica no se merecía estar sufriendo tanto, haya quien haya sido el culpable de esto, hay que hacer justicia.

Ver el cuerpo ligero y tembloroso de la niña del pelo trenzado consumido por esa cosa, agotándola y absorviendo sus tristeza, haciendo que sus penas sean tangibles en forma de parásito, autodestruyéndose...yo no podía aguantar esa imagen. Me recordaba a la peor noche que tuve, donde todo empezó y fué cuesta abajo.

Mi mirada quieta en la lápida de la tumba donde el cadáver del animal en pleno estado de putrefacción salía a la luz. Esto estaba mal, hacer esto era malo, y todos aquí sabíamos que la chica realmente no quiso hacer eso. Fué...en teoría era la materialización de su trauma pero algo no se veía correcto, tampoco se sentía bien. Le había obligado a hacerlo, pero nadie se iba a creer eso, ¿así que como podíamos...? Joder, esto era demasiado complejo.

Astrid también estaba llorando mientras intentaba consolar a la pequeña de trece años, estaban lloriqueando con el mismo tipo de dolor, el que yo había conocido de la peor manera. El dolor de haber perdido a alguien que quería en frente de mis ojos.

Gracias a Astrid y su collar, ella pudo canalizar sus emociones a través de él, este brilló con un tono verde esperanza, el cual hizo a todos taparse los ojos por el brillante flash en medio de el oscuro cementerio, iluminando las tumbas de otros que descansaban en paz. A pesar de la escena unos minutos antes, ahora la atmósfera era más cálida, y las presencias que nos hacían incómodos desaparecieron lentamente, dejándo a la chica siendo abrazada por Astrid, quien todavía tenía lágrimas en sus ojos. Se miraron entre sí antes de que, repentínamente, la rubia abrazara con fuerza a la niña, escondiendo su rostro en su cuello mientras le susurraba cosas que solo ellas entendieron.

Fuera lo que fuera, había dejado a la chica más calmada, ahora limpia sin tierra ni ningún otro resíduo procedente de el animal muerto. Astrid le sonrió, y ella le devolvió la sonrisa mientras le agradecía, todavía un poco temblorosa. Para estar seguros de que no le pasara nada de camino a su casa, Astrid se giró para preguntar mientras todos se reunían alrededor, pero cuando su mirada se clavó en mí, noté su tono preocupado.

"¿Leo?" -Murmuró ella, su voz se sintió como si hiciera eco en mi cabeza, retumbando en mi corazón mientras yo salía de mi pequeño agujero de recuerdos. Tardé unos segundos en recobrar consciencia, parpadeando por primera y otra por segunda vez. Giré mi rostro a ella, ahogándome en el océano de sus ojos por unos segundos. Me estaba tragando y consumiendo. La culpa que llevaba en mi espalda se hacía más intensa a medida que ella se acercaba a mi con el paso de las horas calurosas. Yo odiaba como me confundía cuando ella estaba cerca, como tenía una batalla en mi garganta cada vez que quería expresarme con ella enfrente...pero a la vez amaba todo de ella, desde el primer mechón rubio que brillaba en el sol, su piel ligeramente bronceada tras estar en su ciudad de playa, sus pequeños errores, tonterías, la sonrisa, su forma de confrontar los problemas como estos, con determinación pero sin ser esa chica con corazón sensible.

Después de estar tantos años sin sentir nada, la sensación que Astrid me había traído era cálida, pero al mismo tiempo me agobiaba, sentía como perdía al aire. Siendo honesto, desde la primera vez que la ví no dormí igual, tardaba bastante en conciliar el sueño mientras los pequeños detalles que conseguía ver en ella me atormentaban, acelerando mi corazón. Cuando al fin me dormía, adivina quien aparecía en mis sueños.

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