Eddy se encontraba en su trabajo, sumido en pensamientos sobre todo lo que había pasado hasta ahora con Cattleya. Recordaba cómo empezó todo: ayudándola a crear su cuenta de OnlyFans, explicándole cómo subir contenido, y cómo, aunque lo que habían hecho hasta ese momento era bastante suave en comparación con lo que otros usuarios solían subir, ella había ganado popularidad de manera sorprendentemente rápida.
—Claro... con ese cuerpazo... no es tan difícil de imaginar. —pensaba para sí, sonriendo al recordar las sesiones de fotos y videos que habían hecho.
Sin embargo, había algo que le daba vueltas en la cabeza.
Hasta ahora, todo el contenido lo habían grabado en casa, lo que era cómodo, pero ¿no sería más atractivo grabarla en un gimnasio? La idea de verla entrenar en un ambiente adecuado, usando ropa de ejercicio ajustada y mostrando su cuerpo tonificado mientras levantaba pesas o corría en la cinta, le parecía más que tentadora. Decidió que le propondría la idea cuando la viera más tarde.
Al llegar a su casa, su hermana lo recibió en la puerta con una sonrisa burlona, claramente disfrutando de lo que creía haber predicho.
—Te lo dije, Eddy. Siempre lleva protección. —dijo, cruzándose de brazos mientras lo miraba con una ceja alzada.
Eddy suspiró, tratando de mantener la compostura.
—Déjate de payasadas, no pasó nada. —respondió con fastidio, aunque sabía perfectamente que algo sí había pasado. Su mente aún regresaba a los momentos en los que había tocado y sentido el cuerpo de Cattleya, pero no podía decirlo en voz alta.
Una vez en su habitación, recibió una llamada de Cattleya. Contestó rápidamente, esperando escuchar su voz.
—Hola, Eddy. —dijo ella, sonando emocionada.— Quería contarte algo. Hoy recibí unos regalos en casa.
—¿Regalos? —preguntó él, sorprendido.— ¿Quién te los envió?
—No lo sé exactamente, pero el paquete venía con unas palabras bonitas, un peluche pequeño y una caja de chocolates. —respondió Cattleya, sonriendo al otro lado de la línea.
Eddy frunció el ceño sin darse cuenta. Sabía que alguien estaba intentando ligarse a Cattleya.
—Ten cuidado, Cattleya. No sabes qué intenciones puede tener esa persona. Recibir regalos de un desconocido no es precisamente algo seguro. —le dijo, tratando de no sonar demasiado celoso.
—Lo sé, pero no puedo evitar estar emocionada. —dijo ella con dulzura.— Me pareció un gesto muy lindo.
Eddy sabía que alguien estaba tratando de llamar su atención, pero él tenía una ventaja: la cercanía que había cultivado con ella. Aunque no podía evitar pensar que Cattleya podría interesarse en alguien con más dinero o mejores medios, decidió que no iba a dejar que eso lo distrajera. Tenía que fortalecer su lazo con ella, de manera que cualquier intento de un tercero no tuviera efecto.
Mientras colgaba el teléfono, Eddy pensaba en cómo llevar su relación con Cattleya al siguiente nivel. Quería invitarla a salir, a un lugar bonito, algo que dejara claro que ya no había espacio para sutilezas. Él la quería para algo más que una simple amistad o colaboración. Aprovecharía también para decirle lo que piensa respecto a inscribirla en un gimnasio, seria una forma perfecta de pasar más tiempo juntos y seguir fortaleciendo su relación.
Esa tarde, cuando fue a la casa de Cattleya, decidió poner en marcha su plan.
—Cattleya, se había ocurrido... ¿Qué te parecería si hacemos una sesión en un gimnasio? —le propuso, sonriendo con confianza.— Hasta ahora lo hemos hecho en casa, y en la playa la ultima vez, pero creo que te verías increíble entrenando en un lugar adecuado. Sería genial grabarte con ropa de ejercicio, mientras haces tu rutina.
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El Only de mi vecina Cattleya
FanfictionCattleya, una poderosa guerrera y herrera de un mundo de fantasía, se encuentra atrapada en el mundo real, completamente desorientada y sin ninguna habilidad tecnológica. Desempleada y buscando una forma de subsistir, se enfrenta a la necesidad de a...