Al día siguiente, Eddy llegó a casa de Cattleya para contarle lo sucedido. Estaba claro que necesitaba hablar con alguien de confianza, y ella era la persona que había estado a su lado todo este tiempo.
—Anoche alguien entro a mi casa... —dijo Eddy con una expresión seria, mientras Cattleya lo miraba con preocupación.— Cuando mi hermana llego, después de sus clases, escucho que alguien estaba en el segundo piso. Sabia que no era yo, porque las luces estaban apagadas y mi mochila no estaba en el perchero de la entrada. Salió de la casa y de inmediato llamó a la policía. Parece que revisaron mis cosas, pero no se llevaron nada.
Cattleya frunció el ceño, preocupada por lo que escuchaba.
—Eso es terrible, Eddy. ¿Tienes idea de quién pudo haber sido? —preguntó, apoyando su mano en el brazo de Eddy, un gesto que, aunque pequeño, transmitía su apoyo.
Eddy negó con la cabeza.
—No tengo enemigos ni problemas con nadie, y tampoco me robaron nada importante. Es raro... —suspiró, frotándose la frente—. Pero mi hermana está asustada, así que irá a casa de nuestros padres por un tiempo, al menos hasta que la policía encuentre algo. Yo seguiré quedándome en mi casa, pero voy a reforzar la seguridad.
Cattleya lo miró con ternura, y de repente, con un tono más tímido, le hizo una oferta que lo dejó sin palabras.
—Si gustas... puedes quedarte a vivir conmigo mientras todo se soluciona. —Lo dijo mirándolo de reojo, como si le diera vergüenza. La oferta era sincera, pero cargaba una connotación de cercanía que ambos estaban empezando a explorar.
Eddy la miró sorprendido. Su primera reacción fue querer aceptar de inmediato, pero algo lo detuvo. ¿Sería lo correcto? Estar bajo el mismo techo que ella, todos los días y todas las noches, podría cambiar las cosas entre ellos más de lo que ya habían cambiado.
—Lo voy a pensar, Cattleya. —Sonrió, queriendo mostrarse tranquilo, pero sintiendo un pequeño nerviosismo por dentro.
—Cuando quieras, eres bienvenido. —respondió ella, pero titubeó—. Porque yo... porque yo lo deseo... quiero decir... —Se detuvo, sonrojada, dándose cuenta del error que acababa de cometer.
Eddy no pudo evitar esbozar una sonrisa. Cattleya rápidamente se corrigió, pero las palabras ya habían quedado flotando en el aire, creando una ligera duda en su mente. ¿Ella realmente lo deseaba cerca por algo más que simples circunstancias?
Más tarde, cuando Eddy estaba ya en el trabajo, recibió una llamada de un número desconocido.
Al contestar, nadie habló. Se quedó en silencio, esperando, pero la línea se cortó. Al principio no le dio mucha importancia, pero entonces, durante el resto de la tarde, más llamadas empezaron a llegar. Todos los números eran diferentes, y siempre, tras unos segundos de silencio, colgaban sin decir una palabra. No pudo evitar empezar a inquietarse.
En una de esas llamadas, finalmente escuchó una voz. Era extraña, distorsionada, claramente forzada para no ser reconocida.
—Aléjate de ella... —dijo la voz, con un tono amenazante. Y antes de que Eddy pudiera preguntar algo, la llamada se cortó.
Su mente se llenó de preguntas. ¿De quién hablaba esa persona? ¿Era una advertencia? ¿Estaba en peligro su hermana? El miedo se apoderó de él por unos instantes, pero rápidamente llamó a la policía para informarles de lo sucedido. Les dio los números desde los que había recibido las llamadas y pidió que investigaran, preocupado de que algo más grave pudiera estar en juego.
Por la noche, Eddy había decidido regresar al hospedaje donde se había quedado la noche anterior, pero justo cuando se disponía a salir, su teléfono sonó. Era Cattleya.
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El Only de mi vecina Cattleya
FanfictionCattleya, una poderosa guerrera y herrera de un mundo de fantasía, se encuentra atrapada en el mundo real, completamente desorientada y sin ninguna habilidad tecnológica. Desempleada y buscando una forma de subsistir, se enfrenta a la necesidad de a...