Capítulo 4: Vínculos del Pasado

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El día transcurrió con sorprendente rapidez, brindándome un merecido descanso. Aproveché la tranquilidad para sumergirme en uno de mis libros favoritos, ese que siempre me transporta a otro mundo. También exploré algunas nuevas adquisiciones literarias, disfrutando del inconfundible aroma de las páginas recién abiertas, una fragancia que nunca deja de emocionarme.

Entre lecturas y otras pequeñas actividades, la noche comenzó a caer. Decidí llamar a mis amigos, compartirles la emocionante invitación de Selina. Sin embargo, para mi desilusión, ninguno de ellos estaría disponible al día siguiente. Sofía me explicó que sus padres, aún preocupados por lo sucedido esta semana, preferían no dejarla sola. Samantha y James, por su parte, tenían compromisos familiares ineludibles.

Ante esa situación, decidí buscar compañía en otro amigo de confianza y vecino: Camilo. Sabía que podía contar con él, y no me defraudaría. Me dirigí a su casa y le expliqué la situación. Para mi alivio, aceptó sin dudarlo. Sabía que su compañía sería reconfortante, ya que la idea de enfrentarme solo a la invitación me resultaba un tanto intimidante. Esa noche, me acosté con una mezcla de nerviosismo y entusiasmo.

Finalmente, llegó el esperado día de reencontrarme con Selina, por suerte, era sábado, lo que me permitía estar sin prisas. La mañana se presentó radiante; al abrir la ventana, un aire fresco y una brisa suave me recibieron, augurando un día lleno de promesas.

Después de un buen desayuno, una breve charla con mis padres y cumplir con algunos quehaceres, vi a Camilo acercarse a mi casa. Nos saludamos con entusiasmo, y sin perder tiempo, emprendimos la caminata hacia nuestro destino.

Al salir, noté que el ambiente era perfecto: un agradable aroma a tierra húmeda se mezclaba con el perfume de las flores, los pájaros cantaban alegremente desde las copas de los árboles, y las risas de la gente llenaban el aire. El sol brillaba con fuerza, inyectando vida y energía a todo a su alrededor, como si el día mismo compartiera nuestra emoción.

—Muy bien, Nate, ¿hacia dónde nos dirigimos? —preguntó Camilo mientras lanzaba una mirada al entorno.

—Déjame revisar la ubicación de nuevo. —Saqué mi teléfono celular y consulté la ruta.

—Espero que no esté muy lejos, —murmuró, estirando los brazos con un bostezo exagerado.

—Bueno, parece que hoy haremos algo de cardio —comenté mientras observaba la pantalla—. Según la app, tendremos que caminar diez kilómetros.

—¿Diez kilómetros? Olvídalo —dijo fingiendo un desmayo, llevándose la mano a la frente—. Mira, tengo una idea mejor, le pediré prestado el auto a mi papá y llegaremos en un santiamén.

—Perfecto, le iré avisando a Luna que estaremos allí antes de lo esperado.

Gracias a la rápida intervención de Camilo, estábamos un paso más cerca. Ya en el auto, decidimos escuchar música, optando por «Daft Punk», lo cual resultó ser la banda sonora ideal para nuestro pequeño viaje mientras esperábamos en el tráfico.

Finalmente, tras un recorrido lleno de algunas bromas, llegamos a nuestro destino. Salimos del auto, y el sonido de las hojas crujientes bajo nuestros pies nos acompañó mientras nos acercábamos a la casa. Tocamos la puerta, y no pasó mucho tiempo antes de que se abriera. Al otro lado, estaba Selina.

Traía un encantador vestido celeste. Su cabello largo y castaño caía suavemente sobre sus hombros, dándole un aire encantador y fresco. Se veía muy diferente a cómo la recordaba aquella noche; tal vez la oscuridad y la urgencia del momento no me permitieron notar los detalles que ahora veía con claridad. En medio de mis pensamientos, Selina interrumpió:

Hasta que nos descubrimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora