CAPITULO 7

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DRAGONSTONE

RHAENYRA


Las escamas doradas del dragón de la Reina recorrían las amuralladas paredes de Dragonstone que se extendían a las alturas haciendo de refugio para sus abanderados y familiares.

Desde la distancia se podía observar las embarcaciones custodiando el lugar, así como el enorme dragón rojo en las nubes sobrevolando sus torres y sus entradas más expuestas con kilómetros de mar enfrente.

Es quizás un punto importante en el que su vigilancia debe estar más activa que nunca. Mucho más después de la reunión que había mantenido con el menor de sus hermanos.

Al aterrizar y desmontar a Syrax se encaminaba al encuentro con uno de sus guardias al que sin perder el tiempo comenzó a ordenarle con urgencia.

—Sir Erryk convoque de inmediato a mi consejo, así como a el príncipe Daemon y el príncipe Jacaerys- le ordena pasándole de largo mientras se descalza de los guantes de montar a prisa escoltada por sus guardias hacia la sala de consejo privado.

—¡A la orden majestad!— le responde con firmeza avanzando en busca de lo que se le ordeno.

—Avisen a la princesa Rhaenys en cuanto toque tierra, así como a Lord Corlys en donde sea que se encuentre. La princesa Baela y Rhaena también deben acudir de inmediato.

Avanza a toda prisa por los pasillos. cruzando por todo el castillo hasta la torre de la mesa pintada.

Escuchando a la lejanía su nombramiento previo a entrar al salón.

—La reina Rhaenyra Targaryen, Primera con el nombre, Reina de los Andals y los Rhoynar y los primeros hombres. Señora de los 7 reinos y Protectora del reino.

El consejo negro se reúne en la torre del tambor de piedra. A los alrededores de la mesa pintada se mantienen de pie en espera de la reina a la que reverencian en conjunto. Todos los rostros llenos de intriga por la urgencia en la que les fue requerido acudir. Los susurros no se hicieron esperar.

Las puertas se abrían dejándole paso al resto de los integrantes de la familia de la Reina. Tales como el príncipe Jacaerys y su esposo el príncipe Daemon. Pero aun sin la presencia de quizás dos personas muy importantes.

Rhaenyra avanzaba con calma y seguridad. Los hombros erguidos al punto que podía sentir la tensión de la espalda desembocarse al final de su columna. Todo lo que estaba a punto de suceder le estaba pasando factura muy rápido. Aún ataviada en la armadura de su reciente viaje toma su lugar a la cabeza en la mesa para comenzar las tretas del plan que camino de vuelta idea muchas veces en su cabeza.

—Los convoqué a esta reunión de urgencia porque recibí cierta información importante donde se ven comprometidos el bienestar de mis hijos. Principalmente los del príncipe Lucerys Velaryon

Dos pares de ojos la observan con desasosiego principalmente Jacaerys. Quien de no ser porque deben seguir un protocolo ya la hubiese llenado de preguntas.

—Por ahora no pude saber quién envió las misivas, así como al vasallo que tenemos aún aprendido en las mazmorras. Mi hijo está comprometido o más específicamente su vida misma en la que se me está pidiendo que yo abandone por voluntad propia mi derecho al trono a cambio de su vida— explica sin tantas vueltas observando con seriedad al resto de la mesa manteniendo ambos brazos apoyados al frente.

Los murmuros e inquietudes comienzan a escucharse por montón en las que es difícil entender que es lo que se dicen entre sí por la noticia dicha. Algunos arremeten que eso no puede suceder bajo ningún aspecto, así como la recriminación de quien puede ser tan vil de poner de por medio la vida de un hijo y su madre recién salida de un luto.

W E A K N E S S | LUCEMOND Donde viven las historias. Descúbrelo ahora