8.- LUNA

109 14 9
                                    

—Doctor Lecter, no le estoy pidiendo —la furia y la conmoción casi hacían que a Jack le saltara una vena de la frente—, ¡Le estoy exigiendo que me diga lo que pasó!

La luna se alzaba orgullosa en el cielo, por suerte. Todo era bañado en una argenta luz helada que distinguía todo en negro y azul. Entrecerró los ojos, intentando enfocar más allá de la pradera, sin frutos de su labor.

—Discúlpeme Shōgun...

—¡¿Qué?! —el soldado por poco y saltó en su lugar por el descoloque.

—El... parece ser que hemos encontrado el rastro del señor Graham —el pobre hombre señaló donde comenzaba la maleza, había un hoyo entre unos arbustos que apenas se dislumbraba. Hannibal suspiró por el recurso tan desesperado del que hacían uso los soldados del Shōgun.

"Incompetentes" suspiró para sus adentros. Era más que obvio que ese rastro lo había dejado una criatura mucho más grande que Will, quizá un ciervo.

—¿¡Y qué están esperando!? —parecía que la boca de Jack estaba a punto de echar espuma de la ira, por tanto la entereza que le caracterizaba se había tirado por la borda. No pudo resistir esa nota de satisfacción palparse en su boca.

—Creen que podría ser una trampa, Jack —se acercó un poco más, percibiendo perfectamente la copiosa cantidad que había sudado el Shōgun.

"Ahí está tu piedra ptolomea" miró con precaución la atención con que Jack buscaba a Will. El desespero era inconcebible en una figura tan alta como lo era el Shōgun, políticamente hablando.

La línea entre Will Graham y Jack Crawford se hacía cada vez más clara ante sus ojos.
En vez de línea, Lecter veía una perfecta vena a la cuál clavarle los colmillos posteriormente, con tiempo.
El hombre frente a él estaba descolocado de sobremanera, y pronto la razón sería totalmente suya.

Su perfecta tacita de té; su bella muñeca de trapo; su Will Graham. La piedrita que provocaría la avalancha.

Suspiró pesado por lo alto de la noche, se encontraba algo entumecido por el viaje. La neblina no ayudaba en nada, mucho menos ese sonido torrencial de río; si bien él sería suyo, debía primero encontrarlo.

—¡Es Will Graham por amor de Dios! —estaba seguro de que solo faltaba un poco para que empezara a propinar órdenes a golpes.

—Cuando saltó del coche parecía totalmente desorientado —indicó al soldado, que pareció no confiar demasiado en él—. Además, le suministré un analgésico fuerte antes, no debió llegar muy lejos.

Otro soldado se llevó al primero, indicándole él se quedaría con el Shōgun mientras él buscaba a Graham.

—¿¡Qué demonios tenía lo que le dio!? —ahora su enojo se vertía en él. Las fosas nasales silbantes, las cejas constreñidas, la corpulencia; Hannibal no pudo quitar de su mente la imagen de un enorme oso a punto de destriparlo. Pero el descontrol en Jack era una ironía tan mordaz que no podía tomarle en serio.

—Nada que no me suministraría a mí mismo —refutó, pues no había una pizca de miedo en su ser, no para Jack.

Él era el depredador, si no el más grande sí el más mortífero.

—Iré a buscarlo —afianzó su abrigo al rededor de su cuerpo y se alejó de la caravana. Yendo en dirección contraria a donde se fueron los soldados, a donde verdaderamente podría encontrarle.

Siguiendo el sonido del río.

Las plantas crujían bajo sus botas, el ambiente se hacía más frío simultáneo al incremento del ruido. Su respiración se impregnó de ese maravilloso olor a bosque que fragaba el aire, tan terroso como fresco.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 14 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Sobre la sangre [Hannigram]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora