capitulo 3

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La alarma suena, indicando que es hora de levantarme, vestirme e irme al instituto. Aunque no tenga ganas de ir, sé que tengo que hacerlo, o perderé la beca. Tal vez eso sea algo bueno; si la pierdo, mi madre me metería en un instituto público y así me libraría de Marcos y de sus amigos. Pero sé que mi madre se decepcionaría de mí si pierdo la beca; ella está orgullosa de que vaya a un colegio tan prestigioso como el instituto Wilson. Se la pasa presumiendo de mí con sus amigas del trabajo, diciendo que tiene una hija que asiste a ese instituto, donde solo pocos pueden tener el privilegio de estudiar.

Solo queda la mitad del año para terminar el instituto. Tal vez, si puedo aguantar un poco más, además, Laura dijo que les llamaría la atención a Marcos y sus amigos. Laura sí que intimida; tal vez logre que ellos me dejen de molestar. Si eso sucede, seré la chica más feliz del mundo.

Me levanto de la cama y me dirijo al baño. Me despojo de mi ropa y la arrojo al cesto de ropa sucia para lavarla cuando llegue de clases. Entro a la regadera y comienzo a bañarme.

15 minutos después, salgo del baño con una toalla alrededor de mi cuerpo y otra en mi cabello mojado. Camino hacia el armario y saco de él una blusa rosa de tirantes, un pantalón negro y una sudadera gris. Me visto para luego ponerme algo de perfume y después secarme el cabello con la secadora. Me hago una coleta alta y después me pongo mis zapatillas negras. Por último, me tapo con maquillaje el golpe de mi mejilla que aún me duele horrores.

Miro mi reflejo en el espejo de mi habitación; mis ojos están hinchados. Lloré mucho ayer; me dolió demasiado saber que el chico del que he estado enamorada por algunos años está a solo tres semanas de unir su vida con otra chica.

Me cuelgo mi mochila en mi hombro y salgo de mi habitación rumbo al instituto. 20 minutos después, me encuentro frente del portón negro del instituto y me sorprendo al ver que no está Laura, como todos los días, recibiendo a los estudiantes, sino que ahora está un hombre un poco más mayor que Laura.

Oh, Dios mío, que no sea lo que estoy pensando, que no hayan corrido del instituto a Laura por mi culpa, pienso. Aprieto las correas de mi mochila y atravieso el portón del instituto.

— Buenos días — dice el hombre que ahora está en el lugar de Laura.

— Buenos días — respondo, para después entrar a las instalaciones del instituto y caminar hacia mi casillero.

Al llegar, coloco la clave, abro mi casillero y meto algunos de mis libros. No pienso permitir que esos idiotas vuelvan a romper mis cosas. Meto también algunos de mis cuadernos y solo dejo en mi mochila lo que utilizaré en las primeras clases.

— ¡Aquí estás, zorrita! — escucho la horrible voz de Marcos.

Cierro de prisa mi casillero para luego ver su nefasto rostro. Para muchos, Marcos será el chico más atractivo de todo el instituto, pero para mí, no; él es un monstruo, uno horrible del cual deseo librarme.

— Por favor, Marcos, no empieces. Te lo pido — le digo, para después intentar irme, pero me detiene tomándome del brazo.

— Danielita, en verdad creíste que te dejaríamos en paz solo porque la idiota de la conserje nos llamó la atención y fue a gritarle a la directora que nosotros te acosamos — soltó con burla, remarcando la palabra «acosamos».

— Ya, Marcos, déjame de molestar — le pido, intento liberarme de su agarre.

— Sabes lo único que se ganó esa muerta de hambre es que terminará despedida — soltó, y una sonrisa se formó en su rostro.

— Eres un infeliz — le digo, viéndolo a los ojos.

— Me vale lo que pienses de mí, y de una buena vez te dejo claro que desde hoy empezarás a hacerme todas las tareas que los profesores dejen — me dice.

Niego con la cabeza.

— No lo haré, hazlas tú — le digo, y entonces, tomándolo descuidado, le doy un fuerte rodillazo en sus partes. Él de inmediato me suelta y entonces corro.

— Maldita, estas me las pagarás y muy caro — grita con dolor, y no volteo hacia atrás y corro hacia mi salón.

Al entrar, respiro aliviada al ver que la profesora de historia se encuentra ya en el salón. Y al sentarme en mi pupitre, las palabras que Marcos me dijo cuando salí corriendo vienen a mi mente y ponen los pelos de punta, pero aún así no me arrepiento de lo que le hice. Ya era hora que me cobrara todas las que él y sus amigos me habían hecho desde que entré a este instituto.

Pero mi sonrisa se borra de mi rostro cuando entra por la puerta Marcos con sus dos amigos. Me mira con una mirada que, si las miradas mataran, yo ya estaría tres metros bajo tierra.

Volteo hacia la ventana y, unos dos minutos después, el timbre suena y las clases comienzan. Y yo solo deseo que nunca llegue el receso, porque sé lo que me espera con esos tres monstruos.

🔹🔹🔹

Espero y les haya gustado el capítulo de hoy<3

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            Besos😘

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