Con el mapa de **Scarlet** en mano, Sofía se aventuró más allá de la cabaña, dispuesta a descubrir los secretos del Reino de los Sueños. El viento soplaba suave, pero llevaba consigo el susurro de voces lejanas, como si los árboles mismos quisieran contarle historias olvidadas. A cada paso que daba, el entorno parecía transformarse, como si el reino respondiera a su presencia.
El Reino de los Sueños era vasto y cambiante, un lugar donde la magia fluía como un río invisible, moldeando el paisaje a su capricho. A medida que avanzaba, Sofía notó cómo el aire mismo parecía tener vida, acariciando su piel con una calidez extraña y reconfortante, pero también con una promesa de peligro oculto.
Los **Bosques Luminosos**, los primeros en aparecer en su travesía, parecían brillar desde adentro. Las hojas de los árboles, que oscilaban entre tonos de azul profundo y verde brillante, emitían una luz suave que envolvía todo en una atmósfera de ensueño. Las ramas se inclinaban, casi como si quisieran tocarla, y los **Luminíferos**, pequeños zorros de pelaje iridiscente, corrían entre las raíces con movimientos fluidos, como destellos que salían de la misma naturaleza. Estos animales no solo se movían entre las sombras, sino que parecían formar parte de ellas, casi desmaterializándose al cruzar los rayos de luz que se filtraban entre las copas de los árboles.
En el aire, las **Mariposas Celestiales** volaban en círculos delicados, sus alas translúcidas reflejando los colores del arco iris. Dejaban un rastro de polvo dorado que flotaba en el aire por largos minutos, creando un ambiente casi irreal. Las hojas del suelo crujían bajo sus pies, pero, a diferencia de los bosques normales, este sonido no era abrupto, sino un suave susurro, como si la naturaleza misma quisiera mantener el equilibrio perfecto del lugar.
Más adelante, las **Llanuras de Espejos** se extendían hacia el horizonte. Eran lagos inmensos, pero tan claros y calmados que parecía que la tierra se había detenido en su reflejo. Sofía observó el agua y, por un momento, vio su propio rostro, pero distorsionado: su reflejo no mostraba sus ojos tristes, sino algo más profundo, como si los espejos de agua reflejaran su alma en lugar de su cuerpo. Las **Serpientes de Niebla**, criaturas que nadaban bajo la superficie, apenas se distinguían como sombras ondulantes, pero su presencia era innegable. Estas serpientes eran tan esquivas como el viento, y solo se dejaban ver cuando la luna llenaba el cielo, sus cuerpos transparentes iluminados por la luz plateada.
Al llegar a las **Montañas del Eco**, Sofía se detuvo, maravillada. Las montañas eran imponentes, con sus cumbres siempre cubiertas de nieve, y parecían rugir en la distancia, como si las voces del pasado todavía resonaran en ellas. De vez en cuando, un eco lejano llegaba hasta ella, un sonido que no podía identificar, pero que la llenaba de inquietud. En las alturas, los **Grifos de Nieve** sobrevolaban las cumbres, majestuosos en su vuelo, con alas que batían el aire con una fuerza impresionante. Sus rugidos, sin embargo, no eran de amenaza, sino de advertencia, como guardianes de secretos que no podían revelarse a cualquiera.
Y luego, en el corazón del reino, se encontraba el **Castillo de los Sueños**, una maravilla etérea que brillaba como si estuviera hecho de luz líquida. Las torres se alzaban hacia el cielo, tocando las nubes que parecían formarse solo para rodearlo. Desde su torre más alta, se podía observar todo el reino, y Sofía sintió un anhelo de llegar allí, aunque algo le decía que su camino aún era largo.
La magia en el Reino de los Sueños fluía como un pulso, una energía que se sentía en el suelo bajo sus pies y en el aire que respiraba. **Hechizos de Luz** iluminaban los senderos por la noche, guiando a los viajeros con su brillo cálido, mientras que en las llanuras, las aguas tenían el poder
misterioso de sanar heridas, tanto físicas como del alma. La magia aquí no era simplemente un conjunto de reglas o encantamientos; era una fuerza viva, palpitante, que respondía a los deseos y emociones de aquellos que la habitaban o la visitaban.
Mientras observaba el mapa que **Scarlet** le había dado, los ojos de Sofía se posaron en una región sombría al noreste. El contraste entre las áreas vibrantes y llenas de vida que había recorrido y esa zona oscura era escalofriante. Las montañas del eco, con toda su majestuosidad, apenas servían como una barrera a lo que parecía ser un territorio condenado.
El mapa indicaba un lugar marcado en tinta negra, que parecía absorber toda la luz a su alrededor. Este lugar, llamado **Las Tierras de Black**, era un territorio que desprendía un aire de desesperanza, un lugar donde los sueños no solo se olvidaban, sino que se convertían en pesadillas.
—Las Tierras de Black... —murmuró Sofía, pasando los dedos sobre el mapa. Una sensación fría la recorrió, como si al solo mencionar ese nombre, el terror que habitaba allí se hubiera activado.
Este territorio estaba envuelto en sombras perpetuas. El cielo sobre él nunca cambiaba, siempre cubierto de nubes densas que no dejaban pasar la luz. Sofía había oído hablar de este lugar en las leyendas, pero nunca pensó que lo vería dibujado en un mapa tan cercano a ella. Se decía que **Black**, el tirano que gobernaba esa región, había corrompido la magia del reino, transformando a criaturas inocentes en monstruos que patrullaban sus tierras.
Criaturas como los **Vermis de Sombras**, serpientes gigantes de varios ojos que cazaban no solo por hambre, sino por el placer de sembrar el miedo, acechaban en cada rincón de ese reino oscuro. Las **Bestias de Humo**, que parecían emerger de las sombras mismas, eran invisibles a la luz del día pero implacables en la noche. Sofía apretó los puños, sintiendo la urgencia de no solo evitar esas tierras, sino de hacer algo para detener la creciente amenaza que representaban.
**Black** no solo controlaba su territorio a través de la fuerza, sino que su verdadero poder radicaba en su capacidad para dominar los corazones de quienes vivían en el Reino de los Sueños. Su magia oscura extendía miedo como una plaga, debilitando a las criaturas mágicas y a los sueños mismos.
Mientras Sofía se fijaba en las marcas del mapa, una profunda sensación de familiaridad la invadió. Aunque nunca había pisado esas tierras, sentía una conexión con el dolor que allí se albergaba, como si el vacío en su corazón resonara con la desolación de **Black**.
—Tarde o temprano, tendré que enfrentar esto —murmuró para sí misma, aunque una parte de ella aún temía lo que pudiera encontrar.
Las tierras que la rodeaban eran un recordatorio de lo que estaba en juego. El Reino de los Sueños, con toda su belleza y magia, estaba bajo amenaza, y **Black** era el epicentro de esa oscuridad que lo consumía lentamente. El mapa estaba claro: su viaje no sería solo para descubrir, sino para decidir el futuro de este reino.
Mientras caminaba por el sendero que se extendía hacia adelante, Sofía sintió que el mundo a su alrededor latía con vida, como si cada árbol, cada criatura, la estuviera observando, consciente de que el destino de este lugar dependía, en parte, de las decisiones que estaba a punto de tomar.
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El Eco de los Sueños Olvidados
FantasiEn el corazón de un mundo donde la realidad y los sueños se entrelazan, "El Eco de los Sueños Olvidados"es una ventana a una existencia mágica y evocadora. A través de sus páginas desgastadas y enigmáticas, este antiguo libro revela secretos perdido...