Capítulo 4: Restos de Nosotros

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La luz de la mañana se filtraba a través de las cortinas, tiñendo la habitación con un brillo suave y gris

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La luz de la mañana se filtraba a través de las cortinas, tiñendo la habitación con un brillo suave y gris. Jimin despertó sintiendo el peso del cuerpo de Taehyung aún junto a él. Durante unos segundos, el sueño intentó apoderarse de su mente, queriendo sumergirlo en esa dulce ignorancia que le evitaba enfrentar la realidad. Pero el frío vacío en su pecho se lo impidió.

Abrió los ojos y miró al techo, sintiendo que cada respiración era pesada, casi insoportable. Taehyung dormía a su lado, su pecho subiendo y bajando lentamente, como si la tormenta de la noche anterior no hubiera dejado ningún rastro en él. Pero Jimin sabía que eso era solo una fachada. Las marcas en sus cuerpos, los rastros de los dedos sobre la piel, y el dolor emocional que latía bajo la superficie eran testigos de lo que realmente había pasado.

Se levantó con cuidado, sin querer despertarlo. No porque le importara si lo hacía o no, sino porque no estaba listo para otra conversación cargada de tensión. No sabía cómo afrontar las emociones que lo consumían, y estar en la misma habitación que Taehyung hacía que todo se volviera aún más insoportable.

Se vistió en silencio, recogiendo su ropa tirada por el suelo como si cada prenda fuera una parte rota de sí mismo. Recordaba los momentos de la noche anterior con una mezcla de amargura y deseo. Cada toque de Taehyung, cada palabra susurrada al oído, todo estaba grabado en su mente, y aunque quería olvidarlo, sabía que era imposible.

Justo cuando estaba a punto de salir del apartamento, escuchó la voz de Taehyung.

—¿Te vas sin decir nada? —El tono era ronco, como si todavía estuviera atrapado entre el sueño y la realidad

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—¿Te vas sin decir nada? —El tono era ronco, como si todavía estuviera atrapado entre el sueño y la realidad.

Jimin se detuvo en seco, cerrando los ojos por un momento. El simple sonido de la voz de Taehyung era suficiente para hacerle perder el control, para recordarle que, por más que quisiera escapar, siempre volvía a él.

—No tiene sentido quedarme —respondió, sin voltearse. Sabía que si lo hacía, si lo miraba, todo se derrumbaría de nuevo.

—Siempre haces lo mismo —dijo Taehyung, su voz ahora más despierta, pero aún cargada de esa mezcla de rabia y resignación—. Huyes cuando las cosas se ponen difíciles.

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