Alvertencia:Esta historia contiene relaciones toxicas, protagonistas muy intensas, lenguaje vulgar, escenas sexuales muy explicitas por esa razon esta histia es +18.
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El aire denso del club nocturno estaba cargado de energía. Las luces parpadeaban al ritmo de la música electrónica, y el sudor de los cuerpos se mezclaba con el olor a alcohol. Taehyung observaba todo desde la esquina más oscura, con una copa en la mano, aparentemente tranquilo, pero su mirada traicionaba algo más oscuro y profundo.
Era el tipo de lugar donde venía a perderse, donde la realidad se desvanecía bajo capas de ruido y hedonismo. Había tenido una semana de mierda, como siempre. Las mismas frustraciones, los mismos vacíos que intentaba llenar con cuerpos que nunca le importaban, con labios que apenas recordaba al día siguiente. Hoy no sería diferente... o al menos eso pensaba.
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Mientras daba un sorbo a su whisky, sus ojos lo vieron. Entre la multitud, entre los destellos de luces y el caos, Jimin.
El vaso casi se le resbaló de las manos. No podía ser. Su corazón latió con fuerza, y un sudor frío recorrió su espalda. Se quedó paralizado, sin saber si lo que veía era real o simplemente un producto de su mente retorcida, que jugaba con él. Pero no. Era él. Era Jimin, y no había forma de negarlo.
La música siguió golpeando sus oídos, pero todo a su alrededor se volvió un ruido lejano. El mundo se redujo a ese instante, a esa maldita mirada que cruzaba la pista de baile. Jimin no lo había visto todavía, seguía moviéndose como si el resto del lugar no existiera, con esa gracia que siempre había tenido, con ese maldito magnetismo que lo volvía irresistible.
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