11♧: Castigo.

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Déjenme avisar que este capítulo no ha sido revisado todavía, pueden encontrar palabras mal escritas y algunos errores ortográficos.

Después de todo el lío que se formó, nos llevaron hacia la dirección y gracias a mi poca paciencia nos han castigado.

—¿Cómo...? ¡Señor director no quiero compartir mi castigo con el idiota este que tengo al lado! —pongo un puchero.

El capullo pone los ojos en blanco y se lleva una mano al pecho. Suelta una risa irónica y mira hacia el rector.

—Sabe señor, ella tiene razón, soy tanto para ella que no puede compartir un castigo conmigo.

Ashh. Lo odio demasiado.

—Pero alumnos... ¿¡y ese comportamiento tan inaceptable!? —su rostro se enrojece por el enojo, pero en un instante la sonrisa le vuelve al rostro. Oh, no —Como ustedes dos no se llevan para nada bien, por lo que dan a entender, me veré en la vergonzosa situación de tener que intervenir para que se empiecen a llevar mejor. Ayudarán en la cafetería recogiendo bandejas, fregandolas y haciendo todo lo que haga falta hasta que vea que su relación mejore.

Aidan me observa profundamente. Si las miradas asesinaran ya estaría yo 10 metros bajo tierra. No me da tiempo a reaccionar, el rector vuelve a intervenir.

—Ah, y sus castigos empiezan en este instante. Además de que según se me informó ustedes dos tienen que hacer un trabajo de dúo ¿no?

Me cago en mis muertos.

Salgo disparada hacia la maldita cafetería. Como las clases ya han culminado por hoy, está la escuela desolada.

Por el rabillo del ojo observo que me sigue. Y siendo honesta, trae la peor cara que he visto jamás. Es algo normal en él que su rostro sea como un perro rabioso todo el maldito tiempo. Pero hoy no es un perro, es un león o una pantera.

Llego a la cafetería y dejo la mochila junto a una de las mesas y aprovecho para también dejar el chaleco. Suelto mi cabello, lo vuelvo a recoger pero ahora en una cebolla alta, algo desordenada, pero cómoda.

Pido un paño para limpiar las mesas.

Un rato más tarde solo queda una mesa por limpiar. Por suerte hoy solo teníamos que ayudar con eso. Suelto un fufido de cansancio y me dejo caer prácticamente en el suelo, apoyando mi espalda a la pared.

Aidan termina con su parte. Camina hasta mi lado, se sienta en el suelo arrecostando su ancha espalda en una pequeña columna.

Se forma un silencio sepulcral. Lo observo precavidamente sin que el se percate.

—¿Puedes dejar de observarme? —habla—.Pareces una maldita psicópata. Es incómodo. 

Pongo los ojos en blanco.

—No te observaba, crellente. No eres la gran cosa para mirarte como una psicópata. Sólo pensaba —miento.

Ríe burlonamente. El cabello húmedo se separa de su frente en cuanto mueve la cabeza negando mis palabras. Se ve tan sexy. Su mandíbula bien marcada hace que se vea tan malditamente bien. Y ese cuello tan...

Sacudo la cabeza y me giro de golpe para alante, centrándome en cualquier otra cosa.

—Ves —habla —, si me observas. ¿Te gusto o algo? Que sepas que no eres mi tipo en absoluto.

—¡Ya te he dicho que no te estaba mirando! ¡Eres repugnante!

Aidan se sobresalta y me observa.

—¿Pero...? ¿¡Estás loca!? ¿Por qué gritas?

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⏰ Última actualización: Nov 01 ⏰

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