09| una emergente misión.

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La revelación la dejó pasmada. ¿Cómo puede ser posible? Ella nunca tuvo la manera y/o posibilidad de expresar la magia. La escena fue confusa, el joven le había revelado que fue él quien hizo correr un hilo de flujo mágico a través del contacto entre ambos. Al igual que un hilo de material conductor y una electricidad que corre de un cuerpo a otro, una sensación similar. 

—No eres insensible, por eso el paso fue rápido y tuvo sus efectos visibles —explicó tomando asiento en el sofá nuevamente—. Obviamente que eso que te pasé no puedes utilizarlo, primero no tienes las herramientas para ello y segundo, la magia tiene su propietario, regresa a mi luego de sus efectos. Aunque... no siempre ocurre eso.

—¿Y qué fue entonces? —articuló palabra mirando a su contrario.

—Magia básica. 

—¿Y tú puedes enseñarme? 

Aidan se recostó en el sofá y empezó a reírse descaradamente. No le causaba gracia realmente, le parecía absurdo. 

—¿Me viste cara de escuela? Además, ¿qué podrías darme a cambio? —dijo, con su tono característico—. Solo sabes de plantas y tuviste la revelación de tu vida hace menos de media hora.

—Ah que eres grosero —Hana suspiró desganada y agotada de hablar con la persona frente a ella—. Mira, que yo sepa de plantas no significa que no pueda aprender algo nuevo, acabas de decirlo, no soy insensible. ¡Dijiste que es magia básica!

—Pero te olvidas de algo —levantó su dedo índice e hizo remolinos al aire con él— yo no enseño magia. Imagínate, la magia básica es algo que te enseñan en cualquier escuela de cualquier aldea.

Hana enmudeció. Ya se sentía lamentable de estar sentada frente a un ser de mayor posición en la cuestión mágica, se sentía impotente de no poder partirle la tetera de porcelana por la cabeza... Pobre tetera, tan bonita con esos geranios dibujados. Pensó.

—Aidan... —ambos jóvenes miraron a Ringo. El muchacho se acercaba con expresión de vergüenza, esperando la aprobación del mayor para hablar, quién, por supuesto, asintió en afirmación—. Yo propongo que podríamos permitirle ayudarnos, al menos hasta que Calum vuelva. Siendo tres sería mucho más eficiente el trabajo... 

Aidan no emitió palabras. Simplemente se sentó bien en su asiento y su ceja se arqueó en dirección al joven rubio que tomaba valentía para oponerse a los caprichos de su jefe. A los ojos del mago, no va a dejar que una extraña se ponga a participar de sus proyectos que solo le competen a unas pocas personas, de las cuales, no tiene opción más que compartir toda la información por obvias razones. Ilegalidad. Una única palabra para poder definirlo.

—¿Y bien? ¿Ya lo debatiste en tu mentecita? —infirió Hana ganándose la mirada atenta de ambos chicos.

—¿Y tú cuál crees que fue el veredicto? —le contestó el pelinegro.

—¡Oh excelentísimo mago, no me hagas adivinar una respuesta afirmativa tan clara como el agua! —dijo con sarcasmo— Yo aldeana,  ¿Cómo me atrevería a ser grosera al deducir algo que no fue dicho aún? ¡Ah, pero usted es el maestro de las ideas y la disciplina mágica y nadie por debajo de usted puede contradecirlo! —completó—. Si tanto dudas en tu cabecita, ponme a prueba brujito.

Hana se puso de pie y en el camino, sin querer, empujó la mesa ratona. Aidan imitó su acción y quedaron enfrentados.

—Veamos, según tú, ¿Qué tienes para ofrecerme que yo no podría resistirme ante la tentación y sucumbiría ante tal proposición? —se cruzó de brazos. Aún seguía en posición de negación— Tiraste la piedra, ahora no escondas la mano.

AIDAN || Crónicas De Aston I || ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora