—¡Te ruego por mi vida que nunca te vayas otra vez de esa manera! ¡El señor Arsene casi me ha rebanado cuando le dije que no podía encontrarte —exclamó Ringo y lloró al encontrar a Aidan junto a Hana saliendo del pasadizo tras las ramas del sauce llorón.
—Lo siento Ringo —dijo y eso dejó al rubio estupefacto— ¿Por qué me miras así?
—Señorita Hana, pellízqueme por favor —el joven se dirigió a la chica, quién curiosidad miraba la escena.
"El inalcanzable Aidan Astonville se había disculpado con un vasallo", algo increíble de oír en toda la mansión quienes tienen en su cabeza la idea preformada que el joven hijo de la familia, es un mago aterrador.
—Estás exagerando, otra vez —pronunció con firmeza.
Sin embargo, la conversación juvenil se vio interrumpida por la presencia de las autoridades a cargo del lugar, cuyos mandamases no se hicieron esperar.
—Quizás no sea una exageración como dices, haz hecho que muchos trabajadores de la casa pierdan el tiempo y abandonen sus puestos por buscarte hasta debajo de las piedras —la voz grave pero austera de Arsene se presentó en el aire, captando la atención de los tres jóvenes—. No sé que razones absurdas hayas tenido para escaparte de la biblioteca como un niño pequeño. Tampoco voy a preguntar por qué ustedes dos tienen la ropa así de sucia —señaló los pantalones de ambos, en los cuales se hallaban manchas de barro—. Te exijo que me acompañes, Aidan.
Hana a este punto lo había intuido, pero esta fue su confirmación, acababa de conocer a la persona con la que trabajaría de una manera penosa y bizarra. Típica anécdota para la posteridad ¿no?
Unas muchachas que se encargaban de la limpieza se acercaron a la chica para acompañarla a otro sitio, esto le serviría como una especie de descanso en lo que esperaría al momento cúlmine de este día, la entrevista.
Miró hacia atrás en dirección al padre y al hijo quienes se estaban yendo en dirección contraria. Podía notar esa ligera diferencia de altura entre los dos; Aidan siendo unos centímetros más bajo que Arsene y el caminar de cada uno. El padre, tenía su cabello rojo cobrizo peinado hacia atrás y un chaleco y pantalón de gabardina, muy correctamente arreglado. Por otro lado estaba el hijo, cabello castaño oscuro, casi negro, y bastante enmarañado. Su ropa en contraposición, constaba de un buzo negro y unos pantalones rectos con la tela de moda en Evalix, el denim.
Se veían más que opuestos. El hombre caminaba con gracia y con pasos firmes y el joven caminaba rezagado y con mucha tranquilidad en sus pasos.
Y de pronto, desaparecieron en el aire.
—¡¿QUÉ?! ¡¿Dónde se fueron?! —Hana soltó en voz alta completamente sorprendida.
—Ah eso, los miembros de la familia pueden transportarse dentro de la casa a ciertos puntos siempre y cuando haya otro en el sitio y eso lo hacen por la habilidad esa que tienen en sus ojos... ¿Cómo se llamaba? —explicó Ringo.
—Es fabuloso —sonrió en respuesta—, nunca había visto tales habilidades.
Por otro lado, Aidan bufó al ver quién se hallaba dentro de la oficina de su padre. Su abuelo Arnold, el bonachón hombre pelirrojo y casi que idéntico a su hijo. Las blasfemias se hicieron presente en la mente del chico quien de mala gana se sentó en uno de los sofás de la oficina, particularmente, en el de la izquierda, donde Hana se había sentado unas horas atrás.
Su posición en el sofá era descuidada, sus piernas estaban extendidas y sus brazos cruzados. Su abuelo estaba frente a él en una actitud pasiva, pero sus ojos lo decían todo.
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AIDAN || Crónicas De Aston I || ©
FantasíaTRILOGÍA - Crónicas de Aston - Primera parte Aidan es la encarnación del Sol y la Luna, un mago imbatible con un talento natural. Hana es la cálida tarde de primavera, que se mece sobre el mundo. En un mundo donde la magia lunar y solar se entrela...