08| la cortina del ocaso - parte II

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Hana volteó su cabeza en dirección a la puerta que se abría repentinamente y dejaba a la vista la presencia del jefe de la biblioteca, Aidan había arribado. Ella notó algo, el chico tenía la mirada perdida enfocada en el ambiente y entonces, le dirigió una mirada por debajo de sus anteojos de marco un dorado. 

En ese momento, recordó el cuento popular de la niña que fue a visitar a su abuela y se encontró que un lobo la había suplantado, tomando características de la misma, como su ropa, cama y sus anteojos, con el pretexto de, verla mejor. 

—Te puedes retirar Patrick —Aidan hizo ademanes con su mano para indicarle al hombre que se retirara de la habitación. 

El susodicho asintió y saludó a Hana al levantarse del sofá de la planta baja. Al llegar a las grandes puertas de abeto, miró al mago y le dedicó unas palabras.

—Joven Aidan, me gustaría recordarle que debe entrevistar a la señorita e indicarle su trabajo aquí en la biblioteca —dijo el secretario antes de retirarse bajo la atenta mirada de los demás presentes en la habitación.

La tensión crecía poco a poco en el interior del lugar: Aidan desconfiaba, Hana estaba pensativa y Ringo temía. El pelinegro aclaró su garganta y caminó hacia la pequeña estancia que tenía la biblioteca en la planta baja. Acto seguido, tomó asiento en el sofá rojo frente a la muchacha.

—Ringo —dijo Aidan—, tráenos té, por favor. Caléndula para mí y... —miró a Hana— ¿Qué tipo prefieres?

—El mismo está bien —contestó ella con una sonrisa amable hacia los dos chicos.

—Ya oíste —dijo Aidan, mirando al rubio y señalándole con la cabeza para que saliera de la habitación.

Ringo asintió, entendiendo la orden, y salió tranquilamente en busca de los aperitivos para la charla que los jóvenes tendrían. Hana observaba la biblioteca con cada mirada que podía dar; estaba impactada, ya que nunca antes había visto un sitio tan grande y amplio como este. Supuso que esta no sería la única biblioteca en la mansión y que, en la que se encontraba actualmente, se dedicaba al almacenamiento de libros mágicos.

Por otro lado, Aidan mantenía su mirada curiosa sobre la persona frente a él. Intentaba ser discreto, ya que no tenía intenciones de ser desconsiderado o invasivo, pero estaba interesado en la chica que había conocido previamente. Luego de oírle hablar varias veces, su voz le resultaba coincidente con todas aquellas que escuchó en su cabeza durante el día, además de la energía que su aura emanaba.

Era un enigma. Él estaba seguro de su fortaleza inquebrantable y, por supuesto, de sus habilidades mágicas destacables. A lo largo de su vida, había tratado con una cantidad inigualable de seres mágicos, e incluso, con habitantes de Pumpkin Hills como su invitada del día de hoy. No obstante, la chica frente a él tenía algo diferente a los magos comunes de dicha aldea, por lo que iría hasta el fondo de aquello.

—Disculpa que haya sucedido todo de manera tan... ¿bizarra? —Hana retomó la palabra para quebrar la pequeña tensión en el ambiente.

Aidan se sobresaltó; su rostro se suavizó al darse cuenta de su brusquedad. —No, discúlpame a mí, esto fue completamente inesperado —dijo, encogiéndose de hombros mientras intentaba relajarse. Tomó la carta de presentación de Hana y comenzó a analizarla—. Bien, Hana Springloom, ¿verdad?

—Así es, tengo dieciocho años y vengo desde Pumpkin Hills.

—Tenemos la misma edad, qué horror —comentó Aidan en voz alta, mirando los datos que seguían en la carta.

—¿Disculpa? —preguntó Hana, desconcertada.

—Ah... Lo siento, sigue —contestó, desviando la vista. El comentario le salió del alma y no supo disimularlo.

AIDAN || Crónicas De Aston I || ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora