La forma abrupta en la que Carol apartó su mano de las piernas de Daisy la sorprendió de tal manera que no pudo hacer otra cosa más que darse la vuelta y ver a su esposo desde su lugar. De un momento a otro la expresión de Carol cambió, sus rasgos se endurecieron y su cuerpo se tensó. Dejó de ver su mano y giró su cabeza hacia Daisy con sus ojos cargados de ira.
—¿Qué es esto? —preguntó en un tono autoritario y demandante.
Imperturbable, Daisy inclinó la cabeza, sin entender porque le preguntaba algo obvio, pero, luego de un rato de intensas miradas de Carol, no le quedó de otra que responder.
—Te lo dije antes, es mi pintura.
Una vena se marcó en el cuello de Carol a la vez que hacia un ademán de pararse de la cama. Daisy, asustada, lo tomó del brazo rápidamente para tratar de detenerlo.
—¿A dónde vas? —preguntó, sus ojos tan abiertos que parecía que se le saldrían de las cuencas.
—Voy a ver si algún medico puede cambiarme esto —dijo furioso a la vez que señalaba el yeso pintado por Daisy.
—¡No!
Con todas sus fuerzas, Daisy haló la mano de Carol hacia ella, y lo tumbó sobre la cama para luego sentarse a horcajadas sobre su cintura y apoyar las manos en su pecho. Carol hizo una mueca de dolor, aunque el mayor daño ocasionado era el brazo roto también tenía muchos hematomas en el cuerpo.
—No te muevas —dijo Daisy con un tono inusualmente autoritario.
—Quítate de encima Daisy —dijo con un tono de ira contenida.
Ella negó varias veces con la cabeza, como una niña pequeña. Estaba siendo terca y llevándole la contraria, por primera vez en mucho tiempo, Daisy tenía emociones o una mínima reacción hacia algo.
Forcejearon durante un rato mientras discutían, hasta que finalmente Carol se cansó y rodeó la cintura de Daisy con su brazo sano y trató de quitársela de encima, pero ella se aferró a él, negándose a dejarlo ir. Empezaron a forcejear nuevamente, Carol hacia todo lo posible para quitársela de encima con una sola mano, y ella se aferraba para que él no se marchara. Clavó sus uñas en los hombros de su esposo y apretó sus muslos alrededor de su cintura, causando que Carol hiciera muecas debido al dolor.
—Dai... —el nombre intentó salir de los labios de Carol como una súplica, pero fue interrumpido por un gruñido de dolor —. ¡Daisy!
El grito de Carol asustó a Daisy, causando que, tras dar un salto, se aferrara aún más fuerte a su esposo. Sus manos rodearon su torso, sus piernas apretaron con más fuerza su cintura y enterró su cabeza en el hueco entre su cuello y su hombro.
Carol se quedó inmóvil, no sabía en que debía centrarse, si en su propio dolor o en el cuerpo de Daisy temblando sobre él. Suspiró, poco a poco, conteniendo muecas de dolor, soltó la cintura de su esposa y levantó su mano para acariciar su cabello mientras decía palabras para calmarla.
—Lo siento, lo siento, cariño, no quise hacerlo.
Las caricias, sumadas a las dulces palabras y besos en la sien hicieron que el cuerpo de Daisy se fuera relajando y que poco a poco fuera soltando la cintura de Carol. El alivio que sintió fue inmediato, aunque el dolor persistía, era mucho menor que antes y sentía que ya podía estar tranquilo.
Pasó un tiempo antes de que Daisy volviera a levantar la cabeza, sus ojos estaban rojos y su nariz moqueaba. Carol levantó su mano y, como si de una niña pequeña se tratara, la limpió. Ella apartó la mano y se levantó de su pecho, quedando sentada a horcajadas sobre sus caderas, luego, con el dorso de su mano se restregó los ojos y la nariz.
—No te lo vas a quitar, ¿verdad? —preguntó aspirando sus mocos para que no se le salieran.
Carol negó con la cabeza, demasiado adolorido como para querer sufrir de nuevo un apretón brusco por parte de Daisy. Ella, lo miró, sus ojos entrecerrados y su ceño fruncido, dudaba de su palabra, aunque más que duda era desconfianza.
Se bajó de la cama y fue hasta la puerta de la habitación, la abrió y miró a ambos lados para cerciorarse de que su chofer estuviera ahí antes de volver a cerrarla y poner el seguro. Con calma caminó hasta el sofá y lo movió de manera silenciosa hasta dejarlo a un lado de la puerta. Se dejó caer en él, y se cruzó de manos y piernas, miró a Carol con los ojos entrecerrados. Con una mano, señaló sus dos ojos y luego lo señaló a él, haciéndole saber que lo estaba vigilando.
Carol giró la cara hacia la pared contraria a la que estaba Daisy y se tapó la boca con una mano para evitar que saliera una carcajada.
Ver ese comportamiento en Daisy era más extraño que ver unicornios en una agencia de patinaje, tanto, que incluso su madre se sorprendería de verla en ese momento.
Alguien llamó a la puerta, llamando la atención de ambos, tras conceder el paso un grupo de enfermeras entró, asustándose con la presencia silenciosa de Daisy a un lado de la puerta. Una por una, fueron dejando sobre la mesa la comida que habían traído, y luego la acercaron a la cama. Una de ellas acomodó la altura he inclinación de la cama, mientras otra se aseguraba de que él estuviera cómodo. Luego de cerciorarse de que todo estaba bien se marcharon, dejando de nueva la habitación en completo silencio.
—¿Quieres? —preguntó Carol, extrayendo a Daisy de su mundo interior.
Ella no respondió, solamente se levantó del asiento y se acercó a él. Se sentó frente a Carol en la cama, y acercó uno de los platos a ella. En silencio ambos empezaron a comer, era la primera vez que lo hacían juntos, pero no hubo tensión, solo una calma que los acompañó durante el resto del día.
***
Sábado 28 de septiembre, a las 8:47, acabo de terminar de editar el capitulo que dejé abandonado por una semana y que lo edité obligada pensando que era el que salía este lunas y al final era otro, bueno, ya esta programado, yo feliz viendo videos de Pasty mientras juego al Genshin y tengo que entregar en unas horas una trabajo de Ética, la procrastinadora me dicen. Bueno... el capítulo 7 ya esta escrito... a medias. Tiene pinta de que va a ser más largo que él resto, pero lo abandoné por una semana y ahora tengo que volver a leerlo para entrarme en contexto de que es.
En fin, espero que hayan disfrutado el cap, cuando estén leyendo esto lo más seguro es que ya estén programados el 7, el 8 y puede que el 9.
PD: el otro día se me posó una mariposa en el pantalón, después en el cuello y cuando estaba comiendo casi se me mete a la nariz.
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Daisy
RomanceDe la indiferencia al amor, ¿cuentos pasos hay? Carol y Daisy son esposos desde hace casi cinco años, ambos impulsados por sus padres y sus deseos de que la asociación entre sus empresas diera el siguiente paso. Daisy es taciturna y distraída, un al...