Epígrafe

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Mi nombre es Mariale Conchita Rojas Cruz, tengo quince años y soy la única mujer de los cinco hijos que ha tenido mi madre; y, aun ser el último pedo como ellos dicen, no soy la consentida de la familia.

Somos una humilde familia que vive en  Cuidad Juárez, México. Mis padres tienen un pequeño rancho con vacas y caballos. Ellos ganan su jornal vendiendo leche en el mercado y rentando los caballos a los turistas.

Al ser criada con cuatro hermanos, he aprendido a defenderme y a no comportarme como una "dama". En mi barrio, de pequeña, me llamaban la "machona" porque andaba trepándome por los árboles y no me gustaba jugar con muñecas.

Pese a que mi madre me enseña los quehaceres del hogar ,"Pa que te hagas una mujer de bien" como dice ella, siempre que puedo me escabullo al campo para ayudar a mis hermanos.

Mi padre, Don Gerónimo Rojas, un campesino respetado en el pueblo y chapado a la antigua, está esperando el día en que me haga mayor y me vaya de casa con un marido. Él le insiste a mi madre que ha de educarme como lo que soy "una mujer"; que me enseñe a ser una hembra que sepa complacer a su macho y ser una buena madre.

Mi padre es de esos hombres que piensan que el que da el golpe, es el que manda. Por la insistencia de mi padre, mi madre no me deja salir mucho de casa y me mantiene tejiendo, cocinando, lavando, planchando, y un largo etcétera. Por más que protesto diciendo que las mujeres somos más que eso, ella sigue insistiendo que el deber de una mujer, desde los tiempos antiguos, es ser buena en casa y en la cama.

Mis hermanos van por el mismo camino. mi hermano mayor, de treinta y cinco años, está casado con una muchachita del pueblo; la hiso su mujer cuando ella tenía apenas mi edad. Ella era una estudiante ejemplar en la preparatoria, tenía un gran futuro por delante, su sueña era ser maestra. Pero una noche, en una fiesta del pueblo, mi querido hermano se fijo en ella. El muy desgraciado la engañó y la hiso su mujer. Sus padres, avergonzados ante tal deshonra, decidieron casarla con mi hermano; a una menor de edad. Ella tubo que dejar la preparatoria y dedicarse a hacer las cosas del hogar.

Rosalba es una buena mujer; aunque nos llevamos tres años, ella ya tiene la carga de sus dos hijas y de un hogar sin amor. Mi hermano es un mujeriego empedernido que solo la utiliza como su sirvienta y que la "educa" cuando esta no lo obedece. Actualmente, mi hermano anda enamorado de la hija de mi vecino, Alitzel; ella es una hermosa trigueña de pelo negro de la misma edad que mi tercer hermano. Toda una profesional, mimada de su familia. Ella se fue a los estados unidos a estudiar comercio internacional y ahora trabaja para una gran multinacional.

Don Rigoberto es un magnate de nuestro pueblo que no anda en buenos negocios  o eso dicen las malas lenguas; lo único que se de él es que es comerciante. Él me ha puesto los ojos encima desde hace tiempo y no para de acosarme de manera directa. Mi padre y él son muy compadres y creo que también han hecho negocios conmigo. Si no fuera por mi tercer hermano , el que más me cuida y protege, en una de las fiestas del pueblo hubiese acabado como Rosalba.

Mi segundo hermano, de treinta años, un soñador, es quien me puso mi primer nombre. Su sueño es ser un mariachi conocido como Vicente Fernández o Luis Miguel; de momento toca en una pequeña banda para las fiestas. Él no es violento como mi padre y hermano mayor, pero es muy mujeriego. Yo le llamo el microondas, porque calienta los corazones de las mujeres pero no los acaba de cocinar. Según él, aun no ha encontrado a la mujer que lo inspire.

Mi tercer y amado hermano, de veinticinco años de edad, sueña con ser abogado. Él es un estudiante ejemplar y ha ganado muchos diplomas. Pronto piensa marcharse a estudiar a Europa y aunque me alegro por él, al mismo tiempo me da miedo.

Y me queda el último de los varones, el sueña con ser un gran futbolista y ya se ha hechado sus partiditos nacionales. Él es el que más me molesta y mi espia. Él muy condenado le cuenta todo lo que hago a mi padre.

Mis cuatro hermanos: Raúl, Alfredo, Pablo y Juan, tienen una vida que envidio. Pueden salir a las fiestas del barrio, pueden salir a otras ciudades, pueden estar libres sin temer a las miradas acosadoras de las mujeres... Mientras yo tengo que cuidarme de la miradas devoradoras de los hombres. Mi sueño es poder ser una profesional y salir de mi país algún día. No sueño con casarme, ni tener hijos; no sueño con una vida mediocre al lado del marido que mi padre elija. Mi sueño es poder ser una mujer libre de esta tierra gobernada por hombres.

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Basada en hechos reales, con una mescla de ficción.

Si algún mexicano o mexicana llega a leer mi historia, perdón si hay algo en que ofenda; esta historia me ayudará a conocer vuestra cultura. Y si me podéis aconsejar o dar opinión, soy más que agradecida.

En tierra de hombresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora