Casualidad o destino

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Dicen los supersticiosos que una cámara de fotos es capaz de capturar tu alma eternamente y tal vez es cierto porque, cuando mueres, los únicos recuerdos de tu presencia quedan grabados en una fotografía.

— Retomaremos la foto.

Giovanni me mira fijamente, mi corazón late al ritmo de una locomotora.

— En esta parece que hayas visto un fantasma.

Miro la foto y ciertamente parezco asustada.

—¿Qué hacías ayer en la librería?

Giovanni me mira sin entender nada; Kori nos mira con la misma expresión.

— ¿Ayer estuviste en la librería?

Kori interroga a Giovanni.

— Fui a buscar unos libros de derecho que necesitaba— me mira —como has podido comprobar estamos en una urbanización y aquí solo hay casas, nada más.

No se porque no me fio de sus palabras. Con tantas librerías que debe haber por Dallas ¿Por qué justamente en la que estábamos las dos?

— ¿Crees que os estaba persiguiendo? —Giovanni parece leer mis pensamientos—¿Te crees que no tengo nada mejor que hacer, niña?

Siento una mezcla de vergüenza y rabia por sus palabras ¿Niña? ¿Me acababa de llamar niña?

— ¿Te molesta que te llamen niña? — me mira con un cierto aire de burla — ni si quiera eres mayor de edad.

— Entonces ¿Por qué me miras con deseo?

— ¿Con deseo?— se altera —no voy a negar que eres muy hermosa, pero eres demasiado pequeña para mi — se ríe— ¿Crees que quiero acabar en la cárcel?

Estaba tan acostumbrada a sentirme como un objeto, que había olvidado que también podía ser admirada solo por mi belleza. Giovanni me toma otra foto y, al comprobar que esta estaba bien, se dirigió a su escritorio y empezó a trabajar.

— ¿Su nombre?

Giovanni empieza a escribir en su computadora, tiene la cámara conectada a ella.

—Mar...

— ¡Carmina! — interrumpo a Kori que estaba a punto de decir mi verdadero nombre.

— Carmina — ríe nerviosa dándose cuenta del error que estaba a punto de cometer — Carmina Ayala.

— Fecha de nacimiento...

— Siete de noviembre del dos mil ocho.

— ¿Dónde vivías en México?

—Ciudad Juárez

Giovanni sigue tecleando, está muy concentrado en lo que hace. Al cabo de unos minutos introduce una tarjeta de plástico blanca en una máquina, vuelve a teclear y, después de un ruidito, de la máquina sale la tarjeta con mi foto e información proporcionada.

— Aquí tiene tu carnet de identidad— me entrega la cédula con cuidado— guárdala bien porque no te haré ninguna más.

— Gracias Giovanni— Kori lo abraza—Te debo una.

— Con una cena me basta— le da un beso en la mejilla — eres una buena amiga, haría lo que fuera por ti.

— Gracias—le digo con timidez —es un trabajo excelente.

La cédula de identidad parecía auténtica. Me sorprendo del excelente trabajo que ha hecho.

— ¿Sorprendida?

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⏰ Última actualización: Oct 03 ⏰

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