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12. Infierno púrpura

Las luces de la ciudad se convertían en un borrón mientras el rugido de la motocicleta atravesaba las calles.

El viento golpeaba con fuerza a Minho, pero no podía sentirlo, sólo sentía el miedo en su pecho, ese miedo abrasador que le hacía querer gritar.

Sus manos temblaban sobre los manillares, el sudor se mezclaba con las gotas de lluvia que comenzaban a caer, pero no aflojaba el agarre.

Escuchaba la desesperada voz de Christopher en su intercomunicador pero lo ignoraba, así como los vehículos que se unieron a la persecución tras él.

Los carros a su alrededor eran obstáculos insignificantes, los esquivaba con una precisión que sólo la desesperación podía otorgarle, pero cada vez que la camioneta se los Yang se alejaba un poco más, sentía cómo su corazón se rompía un poco más.

«No puedo perderlo. No puedo.»

Los faros de la camioneta brillaban a lo lejos, casi burlándose de él, y aunque su cuerpo ya gritaba por el esfuerzo, sus pensamientos solo repetían una frase: "Lo amo. No dejaré que me lo quiten."

El olor a gasolina y cuero invadía el aire en la parte trasera de la camioneta. El cuerpo de Hyunjin, malherido, yacía sobre el frío suelo metálico.

Sus manos estaban atadas con gruesas cuerdas, y aunque sus ojos permanecían entreabiertos, la niebla del dolor lo mantenía atrapado en un estado entre la consciencia y la oscuridad.

Un hilo de sangre le corría por la comisura de los labios, recordándole el peso de la traición que había cometido.

Uno de los hermanos, desde el asiento delantero, miró por uno de los espejos al motociclista vestido en su totalidad de negro que intentaba alcanzarlos con desesperación.

---- Oh, mira, al parecer tu amor quiere un final al estilo Romeo y Julieta. ---- la voz del pecoso sonaba como un susurro amenazante entre los retumbos de la camioneta.

Hyunjin apenas pudo enfocar la mirada, pero no respondió. Sabía que estaba al borde de un destino incierto, pero también conocía el gran potencial de su pareja.

Minho comenzó a ser rodeado por más motociclistas armados. Intentaban derribarlo, casi consiguiéndolo en más de una ocasión.

No sabía si eran trabajadores de los Yang, los Yoshida o del mismísimo Bang, no importaba, él no se detendría.

Todo aquello era entretenimiento puro para Jeongin, mismo que miraba la lucha del pelinegro por estabilizarse desde el espejo retrovisor con diversión.

Hyunjin ya no podía ver esa sonrisa igual que antes, puede que él tuviera miedo de morir, pero su miedo a que Minho muriera fue más fuerte que cualquier dolor físico.

Minho estaba envuelto en problemas allá afuera, así que él crearía el caos adentro.

La adrenalina hizo de las suyas, dándole la fuerza suficiente para, aún con las manos atadas, dar una patada tan fuerte que hizo a uno de los guardaespaldas estrellarse con la puerta trasera de la camioneta, y con una más con el doble de fuerza, lo echó fuera, aún con el vehículo en movimiento.

Minho esquivó el cuerpo del hombre, pero dos de sus perseguidores detrás suyo no contaron con los mismos reflejos y derraparon.

Giró la cabeza de nuevo hacia enfrente y gracias a las puertas de la camioneta ahora abierta lo vio, conectó miradas a través del casco con Hyunjin.

---- IDIOTA. ---- gritó Jeongin, dándole un golpe en la mejilla a Hyunjin, tan fuerte que el pelirosa volvió a caer al suelo y él se aprovechó de eso para colocar su calzado sobre su cabeza, manteniéndolo inmovilizado contra el piso de la camioneta.