Por las solitarias calles de Icheon durante la noche transitaba un joven que parecía extraviado, sin embargo sabía exactamente a dónde dirigirse.
Sus manos, escondidas en los bolsillos de su sudadera negra, temblaban levemente, no por el frío, sino por la tensión que lo envolvía. Su capucha ocultaba su rostro, pero no los secretos que llevaba consigo.
La noche era su cómplice y las sombras su refugio, mientras sus ojos esquivaban el brillo de los pocos faroles que osaban desafiar la oscuridad. Dando pasos que parecían inseguros, pero iban a un lugar en específico.
Frente a él, una reja eléctrica, alta y hostil, se erguía como la última barrera antes de un mundo prohibido. Con unas pinzas y guantes, cortó su paso, la metálica barrera cayendo con un suave chasquido que reverberó en el silencio, mientras el joven se adentraba, por primera vez, en el Distrito Nueve.
Un lugar donde los edificios parecían esqueletos vacíos, atrapados en un tiempo que no avanzaba. Algunas estructuras, inacabadas, alzaban sus pisos desnudos, sin puertas ni ventanas, como monstruos despojados de piel; otras, en cambio, mostraban leves destellos de vida tras los cristales sucios de sus luces encendidas.
Era todo demasiado silencioso, tanto que daba escalofríos.
Caminó entre las altas construcciones pegado a las paredes, la iluminación también era demasiado baja en la zona, pero no quería arriesgarse a ser descubierto.
Sacó un papel que guardaba y leyó su contenido para asegurarse de que estuviese siguiendo el camino correcto, hasta llegar a cierto edificio en específico fue que entró como si de un lugar familiar para él se tratase.
Estaba en el primer piso y más bien parecía el estacionamiento de un centro comercial, con autos y motocicletas por todos lados, con la diferencia de la construcción gris y gastada.
Avanzó hacia las escaleras de cemento, sus pasos ligeros como sombras. El aire, denso y cargado de expectación lo rodeaba cuando, de repente, el bajo y amenazante gruñido de un perro rasgó el silencio.
---- Sh, sh, perrito... ---- intentó calmar al animal al darse la vuelta y verlo a unos cinco metros de él, un pitbull con collar pero sin cadenas que parecía dispuesto a arrancarle la cabeza ante cualquier movimiento que hiciera.
El perro ladró y otros gruñidos más se unieron, para cuando se dio cuenta, ya tenía a tres perros más rodeándolo, todos de razas grandes.
El joven tragó saliva, sintiendo el miedo trepar por su columna como un veneno lento, pero poderoso.
«Esto tiene que ser una maldita broma...»
No tenía sentido intentar calmarlos o seguir pasando desapercibido, ahora su objetivo era salvar su vida. Corrió lo más rápido que sus piernas le permitieron, escuchando los ladridos y gruñidos muy cerca detrás de él.
Alcanzó a recibir una mordida en la pantorrilla que lo hizo casi gritar, por lo que decidió subirse sobre el vehículo más grande que vio: una camioneta.
Los caninos lo rodearon y brincaban intentando alcanzarlo, mientras, él se revisaba la mordida, viendo los puntos con sangre que habían dejado los colmillos.
Por estar enfocado en ello no se percató de que los ladridos habían cesado casi por completo, ya que una nueva persona hacía presencia en el lugar.
Fue tomado por sorpresa al sentir un tirón en su cabello que lo hizo caer desde el techo de la camioneta hasta que su espalda impactó contra el suelo del asfalto.
Ni siquiera había podido entender bien lo que sucedía, pero al abrir los ojos tuvo frente a él a un hombre fornido, con los brazos repletos de tatuajes y un arma en mano apuntándole directamente a la cabeza, no teniendo la posibilidad de ver su rostro ya que llevaba puesta una peculiar máscara de un conejo rosa.
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𝖳𝗁𝖾 T𝗋𝗎𝖾 L𝗈𝗏𝖾 || 𝖧𝗒𝗎𝗇𝖧𝗈ᐃ𝖬𝗂𝗇𝖲𝗎𝗇𝗀
Fiksi Penggemar"Corta mis venas y deja que mi sangre carmesí, brillante como mis emociones por ti, fluya libremente. Abre mi mente y contempla cómo cada uno de mis pensamientos se enreda en tu nombre. Clava un cuchillo en mi abdomen y observa cómo las mariposas, e...