𝘓𝘰𝘴𝘪𝘯𝘨!

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              Uno de los principales deberes de los miembros del Consejo Estudiantil era priorizar, siempre, ante el alumnado y la biblia, el bienestar de sus estudiantes. Eunwoo, en su primer día como representante de su salón, leyó el manual de inicio a fin bajo la lámpara sobre su mini escritorio y absorbió cada palabra como un leitmotiv. Nunca se atrevió a cuestionar la magnitud de este... hasta esa tarde.

¿Hasta qué punto ellos debían cumplir con esas obligaciones? Ellos no eran mágicos, no eran seres con poderes sobrenaturales. Más relevante, ¿se le podía llamar "obligación" cuando no parecía serlo de ningún modo para algunos?

—Oye, se nos hace tarde.

Lee Wonhee, también parte del consejo, cabello lacio rebosando por sus violentos siseos, le animó a seguirla. Eunwoo parpadeó, sin saber en qué momento se hubo detenido en sus pasos en medio del pasillo del primer piso.

—¡Ah, en serio! Cada día que pasa, me arrepiento de haber aplicado a este instituto lleno de cabezas huecas. —La escuchó decir, un mohín en sus labios. Wonhee se giró a observarla—. Una pena que nosotras tengamos que pagar por esto. Apresúrate, que el director ya hizo las llamadas a los padres.

Sin más, Eunwoo asintió, ejerciendo fuerza en la bolsa de algodón y agua oxigenada en sus manos.

Hace una hora, en el centro de la reunión mensual, casi cerca de las cinco y media, fueron informados, entre berreos y pechos acelerados, por dos muchachos de primer año sobre una pelea que había ocurrido en un callejón cercano al instituto. Eunwoo podía jurar que todos en la sala tuvieron el mismo pensamiento. "El de atrás". Vio a Jungkook fruncir el ceño, bajando la cabeza de inmediato, totalmente rendido con su gente. Casi 10 estudiantes acabaron rasguñados; entre ellos, por supuesto, Kim Taehyung no podía faltar, siendo el líder, de hecho.

Esta vez, Eunwoo le acompañó la agachada de cabeza a Jungkook porque no era posible. O sea, sí, pero quería ser un poco quisquillosa. No podía esperar más de Taehyung. Ese era uno de sus defectos y de los que había aprendido a soportar: siempre protegía a los suyos, más allá si incluía golpear o matarse con chicos de tercer año de otras escuelas.

Era de esos yankees a la antigua, con gabardina negra y bandana, de caras extremistas y poca barba en el mentón.

Sorprendiéndola, Wonhee le entregó los vendajes que llevaba consigo, estampándolos contra su pecho. Antes que pudiera quejarse, la mueca apenada de Wonhee la detuvo de detonar como habría hecho en su casa.

—Lo siento. ¿Sería mucho si te pido que te encargues de esto? —preguntó—. ¿Ves a las personas de allá? Son los padres y el director pidió hablar con ellos. Creo que no conocen las instalaciones y sería buena idea que los guíe hacia la oficina.

MELTING POINT 𝗜 kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora