Epílogo - Tom-

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Despertamos en la cama, recuerdo haberlo hecho más de dos veces, luego en el algún momento de la madrugada, el sueño nos hizo sus presas. Llevé a Bill a casa luego de pasar más tiempo entre nosotros, un rato íntimo en la bañera y en la sala, mientras veíamos una película y desayunábamos.

Fue un día memorable, y sé que para Bill también, luego de ese día, nada cambió, bueno sí. Él parecía más seguro día con día, al verlo en el trabajo sonreía más, cada paso que daba lo hacía de una forma en la que pensé y pedí que nunca cambiara, que no se le fuera ese brillo y esa confianza en él mismo.

Avanzaron los días, todo fue para mejor conforme pasaban el tiempo, luego de cinco meses hablamos del matrimonio. Bill se rio por supuesto, pensé que ese era mi fin, y luego, cuando notó que yo no me reía, él cambió drásticamente.

—¿Estás hablando en serio?

—No es una broma, quisiera casarme contigo. Tener una boda, y luego una casa para nosotros. Esto que llegues y luego te vayas de mi departamento es… triste y tonto.

—¿Por qué?

—¿Por qué es tonto? Porque cuando amanece te duchas y te vistes y te vas, y luego paso a buscarte a la cafetería y luego tengo que ir a dejarte a casa de tu mamá y no quiero, quiero que te quedes conmigo, cenar y desayunar juntos, llegar y esperarte o que estés esperándome a mí. Quiero todo el paquete contigo, no solo vernos para hacerlo y luego despedirnos.

—Entonces hazlo bien.

—¿Qué?

—Hazlo bien, pídeme matrimonio como se debe. Ponte de rodillas y prepara algo lindo.

—¿Qué quieres que haga? Dime y lo haré.

—No lo sé, piensa. Max Medina le llevó a Lorelai Gilmore mil margaritas amarillas. Andrew corrió desde el aeropuerto hasta la editorial y se lo pidió a Margareth enfrente de todos. Y Joy McNally y Jack Fuller comenzaron de nuevo en la playa, junto al faro favorito de Joe. Tienes que hacer algo así, no solo pedirlo un día cualquiera y mucho menos terminando de hacerlo.

—Bien, entonces rebobina esto y lo haré diferente.

—Gracias.

Se levantó y después de besarnos, se fue a cumplir su turno en la cafetería.

Un mes me tomó para preparar todo, al principio no tenía ni puta idea de qué hacer, luego, con ayuda de las mujeres más lindas a mi alrededor, Heather y Katherine. Al final, resultó que la mejor opción para Bill, sería durante un paseo. Lo llevé a caminar, se le hizo extraño desde que planté la idea de salir, nunca hacíamos tal plan después de haber estado en la cama, no puso ninguna objeción. Salimos, atravesamos el parque, y luego de un tiempo, estábamos en la playa.

Ahí, ya estaban esperándonos todos, incluyendo a mi futura familia. La madre y hermana de Bill, Matt con ellas, incluso Heather y Dereck. Todos.

En la arena estaba escrita la pregunta, y tenía que verla antes de que subiera la marea y lo borrara todo. Luego entonces vi algo que ni siquiera yo había contemplado, eso era algo que una de las chicas había hecho. No sólo estaba escrito en la arena como lo había pensado, sino que estaba escrito con velas. Y lo único que tenía que hacer, era que Bill lo viera, pero ahora no tenía que hacer nada, era demasiado llamativo para que tuviera al menos esa tarea.

—Tom…

—Tal vez no sea mucho, pero…

—Te decidiste por algo a lo Meredith y Dereck, ¿no?

—No sé…

—Dereck hizo esto, pero con el diseño de su futura casa.

—Bill, esto no es una película o una serie. Concéntrate.

—Perdón —dijo mientras resbalaba una lágrima en sus mejillas.

—No tienes que pedir perdón. Solo contestarte a lo siguiente. ¿Quisieras hacerme el honor de casarte conmigo?

Estábamos en lo alto de una colina, Bill no podía dejar de ver hacia abajo. Sus ojos estaban inundados de lágrimas, y yo seguía aguardando una respuesta, con una rodilla en el suelo en el pasto de la colina, con el corazón en la garganta porque quería levantarme y besarlo y hacerle ver que no habrá mejor lugar que a mi lado, entre mis brazos y jurarle que nunca le hará falta nada.

Un mes después estaba repitiendo eso, en voz alta, frente a él y a las personas más cercanas a nosotros, en una notaría en Canadá, afuera nevaba, y salimos los dos de la mano, besándonos, y Heather tomó una foto que se quedaría en la sala de nuestra futura casa.

Hicimos el amor en Canadá, al volver en Los Ángeles, luego en nuestra casa, lo hicimos en todas partes. Mi papá estaba más enojado que nunca, y jamás me había importado menos que ahora.

Bill no volvió a llorar, a menos que el placer lo obligara a hacerlo. Lo cual era frecuente.

Los días pasaron, cada día era una prueba de que lo haría sonreír una vez más.

Fin

One More TimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora