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-Tom-

Llego a la cafetería, son las tres con 28, muy temprano pero no quería estar más tiempo en la oficina y menos por lo que acaba de pasar. Primero: un tipo que ya no tiene nada que ver en mi vida, le cuenta a mi padre que me gusta un chico, lo cuál aún no entiendo como mierda se enteró, y aunque ya no me importa todo lo que me tenga que decir él de mí, porque ya no me mantiene y mucho menos vivo bajo su techo, él ya no es nadie para decirme con quién me acuesto o no. Sin mencionar que definitivamente ya no soy un crío, sin embargo, es y seguirá siendo mi papá y de algún modo, que no respete mis decisiones y mis gustos y mi forma de ser me lastima demasiado. Segundo: Jenny, esa niña ya no tiene opciones, yo tenía una y sus papás no quieren hacer nada, bien entonces, quise ayudarla y sus ellos tomaron la peor decisión, me dolerá aún más cuando fallezca; es lo que pasa al involucrarse tanto en la vida de los pacientes, y en tercer lugar: Bill, ya quiero verlo.

Entro a la cafeteria y le pido a Romina lo de siempre, esta vez no tengo tanto por hacer, así que me siento en una mesa cerca de una ventana y cerca de la puerta.

—¿Algo más, Tom?

—Estoy bien, gracias Romina —me sonríe y se va.

Entonces, lo veo acercarse, esta viendo las mesas de afuera y frunce el entrecejo al no encontrarme afuera, revisa su reloj de mano, hago lo mismo, las tres con 58, hace su boca de lado y se dispone a entrar, antes de que abra las puertas de cristal, me levanto y le tiendo una flor de las que hay en mi mesa. Es una rosa amarilla.

Veo su cara, sus mejillas rosas, sus ojos brillantes, su sonrisa enorme abarca su rostro. Sus manos tapan su boca y me recibe la flor.

—Gracias, por fin una flor amarilla y fuiste tú.

No entiendo del todo lo que ha dicho, pero me emociona verlo sonreír tanto. Nunca había visto su sonrisa tan ancha.

—Lo haría diario por verte así, eres hermoso.

Entonces se pone más rojo, baja la mirada y no desaparece esa radiante sonrisa hermosa. Veo como mira a su alrededor pero vuelve en segundos a la flor y se hunde en su aroma.

—Pensé que no habías venido, no estás afuera.

—Hoy es diferente, todo el día es diferente.

—Tengo que... —su pulgar indica la caja y yo lo entiendo.

—Yo te espero. No me iré de aquí.

Veo un titubeo, pero al final, la mano derecha que sostiene la rosa, se posa en mi hombro izquierdo, se acerca y mis manos reaccionan tomando su cintura, lo atraigo a mí para probar una vez más esos labios excesivamente suaves y adictivamente dulces.

—Anda ve.

—Hablaremos de tu día.

Se aleja de mí y va a su puesto. Lo sigo con la mirada y la chica con la que comparte puesto lo saluda a la vez que le hace un gesto divertido por lo anterior.

Tomo asiento y empiezo a trabajar con el poco trabajo que tengo. Abro mi laptop, comienzo a hacer más revisiones a otros niños a los que tengo que revalorizar para tener mejores rehabilitaciones para quienes lo necesitan, veo también si alguno puede ser promovido de área o deba ser trasladado con otro especialista, pero no. Helen puede ser la próxima promovida, tiene una mejoría el último trimestre que a todos nos ha dejado boquiabiertos, tal vez sea el apoyo de su mamá, quien antes no estaba con ella por cuestiones de dinero y trabajo, la dejaba al cuidado de su hermana mayor. Es un poco parecido al caso de Matt, el sobrino de Bill, ahora mi Bill.

Ya empieza a anochecer, ya no tengo trabajo, me dispongo a buscar cosas en internet con la señal Wi-Fi del lugar y espero casi impaciente por tenerlo frente a mí.

One More TimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora