𝑫𝒂𝒓𝒌 𝒔𝒖𝒏

Luna negra

Por favor, abrázame con tus brazos de plomo, con tal fuerza que me rompas en mil pedazos. ¿Eso es amor?

Estaban ahí, frente a aquella casa, el camino fue silencioso, Dostoevsky tomó a Osamu en sus brazos para hacer que entrará a su casa

-Finalmente, estamos aquí- Comentó el ruso acariciando suavemente el cabello del menor, quien estaba sentado sobre su silla, mirando al pelinegro quien volteó a verlo, le sonrió mientras acercaba sus labios a su mejilla, besándolo -Quita esa cara.. con lo bonito que eres- hablo con cariño, antes de besar sus labios suavemente mientras con su mano restante acariciaba su mejilla, sintiendo como se volvía poco a poco más tibia entre sus manos

-Quiero.. que empecemos de nuevo, olvidemos nuestros errores y sigamos ¿si? Dazai... créeme que jamás he amado a alguien como te amo a ti- El menor lo miro detenidamente, esa sensación ¿podría vivir como si nada después de todo lo que había ocurrido entre ellos? Algo dentro de él, quería que fuera así

-¿es posible eso, Fyodor?- comentó mientras lo miraba aún, su voz sonaba algo seria, incluso algo tensa, el mayor sonrió acercándose más acariciando su mejilla besando está -Por supuesto que sí, es posible.. mientras que tú lo quieras y estés a mi lado, Dazai.-

Silencio.
Quizá Osamu solo tenía una vaga idea, pero Dostoevsky lo tenía más que claro, por supuesto que el ruso buscaba de alguna manera manipularlo, quería que Dazai hiciera lo que él quería, lo que realmente quería en ese momento era seguir con él, mantenerlo cerca suyo, observarlo detenidamente, quería que él lo amara de nuevo (aún cuando sabía perfectamente que él lo seguía amando) solo entonces, pensó en una brillante idea.

Tomó su mentón, apretándolo con un tacto suave y firme besó sus labios, se acercó a él, sintió sus labios algo secos, unos labios que al principio no lo correspondían, al menos no hasta que escuchó un leve lamento, una clase de quejido, Dazai se estremeció ante el toque, ese leve quejido que escapó de sus labios como si traicionara su sentido común. Sabía, en lo profundo de su ser, que esta relación se movía entre los límites del amor y.. algo oscuro, algo que no sabía lo que era. Sin embargo, algo en la intensidad de Fyodor, en su mirada oscura y en la manera en que lo sujetaba, lo mantenía atrapado, encadenado a un ciclo que no podía o no quería romper.

Sabía que ese hombre, Fyodor Dostoevsky.. Era un asesino serial, un hombre que parecía disfrutar con ver a gente desangrarse, que era indiferente al dolor ajeno.. Pero quizá, en un pensamiento retorcido, el solo hecho de pensar que era incapaz de matarlo precisamente a él... lo hacía remover su corazón inexperto

Fyodor sonrió contra sus labios, como si ese pequeño sonido anterior fuera la confirmación de que Dazai aún lo seguía amando, como siempre.. de forma implacable. Lo había mantenido cerca no solo con palabras, sino con una fuerza invisible, una especie de poderío emocional que lo consumía, con el poder del amor.

-Dazai... quiero que ahora mismo.. seas mío, que sientas mi amor por ti- murmuró el ruso, sin apartarse, sus labios aún rozando los de Dazai -Sabes que no hay nadie más para ti, ni para mí. Solo nosotros, ¿entiendes?-

Dazai lo miraba con ojos opacos, su mente nublada por esa contradicción constante. Sabía lo tóxico que era, no era estúpido, solo inexperto.. Era consciente de cómo Fyodor lo manipulaba con palabras dulces y aún así, algo en su personalidad lo hacía sentir vivo. Como si necesitara ese veneno, esa violencia suave y velada, para seguir existiendo.

Quería estar con él, con un asesino, su novio, su amante, era un asesino. Uno que lo mataría si no fuera porque lo amaba un poco de más

Los dedos del ruso recorrieron su cuello con una delicadeza casi cruel, como si midiera el espacio entre el control y el afecto. Dazai sintió un escalofrío recorrerle la columna, esa mezcla de placer y sufrimiento que siempre lo invadía cuando Fyodor se acercaba demasiado, cuando le prometía el cielo mientras lo mantenía encadenado al infierno.