Capítulo 18

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El aeropuerto estaba lleno de gente y sin embargo, todo a mi alrededor parecía moverse en cámara lenta. Mis hermanos y mis tíos conversaban animadamente, comentando sobre los viejos lugares que habíamos visitado en nuestra breve estancia en Corea. Parecía que para ellos, este viaje había sido una oportunidad para reconectar con el pasado y recordar momentos felices. Pero yo… solo podía pensar en Taeyong.

Nos dirigíamos hacia la puerta de embarque, y cada paso que daba me pesaba más que el anterior. No podía dejar de sentirme miserable. La imagen de su rostro seguía rondando en mi mente, esa expresión pacífica mientras dormía la mañana en que lo dejé, sin decirle adiós. Lo había hecho de nuevo: lo dejé sin despedirme, sin decirle la verdad, sin confesar lo que realmente sentía.

Ya estaba en la fila para abordar el avión, y una oleada de desesperación me golpeó. ¿Cuántas veces más tendría que dejarlo? ¿Cuántas veces más me vería obligado a reencontrarme con él solo para marcharme después, como si nada hubiera pasado? No sabía cuántas veces más podría soportarlo.

El sonido de la llamada para abordar resonó en los altavoces, y la fila comenzó a avanzar. Cada paso me acercaba más a Japón y me alejaba de Taeyong, no solo físicamente, sino emocionalmente. Me preguntaba si estaba destinado a este ciclo interminable de despedidas silenciosas, de huir sin dar explicaciones, de dejar lo más importante en mi vida atrás, una y otra vez.

Mis manos temblaban al sujetar el boleto de avión. Tenía tanto miedo de no volver a verlo, y más aún, de verlo y tener que marcharme otra vez sin confesar lo que realmente sentía por él. Esa verdad que me ahogaba, que llevaba años guardando y que parecía quemarme por dentro cada vez que lo veía. ¿Cuántas veces más tendría que irme sin decirle que, a pesar de todo, él seguía siendo el único que habitaba en mi corazón?

Me senté en mi asiento, junto a la ventana, mirando hacia el horizonte que se desplegaba fuera del avión. Mientras mis tíos y hermanos seguían hablando a mi alrededor, sentí cómo se instalaba el vacío dentro de mí. Sabía que había dejado algo irremplazable atrás, y esa ausencia me dolía más de lo que podía soportar.

El avión despegó, y con él, una parte de mí se quedó en Seúl, con Taeyong, con las palabras que nunca pronuncié y los sentimientos que no me atreví a compartir.

Llegué a casa completamente agotado. No solo físicamente, sino mental y emocionalmente también. El viaje había drenado cada parte de mí. Apenas crucé la puerta, mis tíos y hermanos se empezaron a despedir con sonrisas y abrazos para por fin ir a descansar. Yo también me despedí de ellos con todo el amor que les tengo, fingiendo que todo estaba bien. Ellos creían en mi fortaleza, y yo me aferraba a esa mentira para protegerlos. Los vi subir las escaleras, uno tras otro, hasta que me quedé solo en la entrada. Fue en ese momento cuando mi sonrisa se desvaneció.

Subí lentamente a mi habitación, sintiendo cómo cada paso me pesaba más que el anterior. Al cerrar la puerta, dejé caer mi mochila al suelo. Finalmente, me quité la máscara. Esa máscara que llevaba puesta desde el momento en que llegamos y salimos de Corea, desde en el momento en que llegué a Japón, hace dos años. Fingiendo estar bien, cuando por dentro todo estaba roto. Nadie sabía lo que realmente estaba pasando dentro de mí. No podía permitírmelo.

Logré que mis hermanos tomaran terapia, que hablaran sobre lo que pasó, que poco a poco empezaran a sanar. Pero yo… yo nunca lo hice. Nunca me lo permití. Entre cuidar de ellos y cargar con todo lo que habíamos vivido, me convencí de que mi dolor no importaba, que no tenía tiempo para lidiar con él. Pero la verdad es que me siento más muerto por dentro con cada día que pasa. Es como si me estuviera desvaneciendo poco a poco, y no sé cuánto más podré sostener esto.

Me dejé caer en la cama, sintiendo cómo el agotamiento me envolvía. Estaba tan cansado que ni siquiera tenía fuerzas para pensar en nada más. Cerré los ojos, dejando que el sueño me arrastrara, aunque sabía que al despertar, todo seguiría igual.

𝘛𝘰 𝘮𝘺 𝗳𝗿𝗶𝘀𝘁 𐙚  𝑱𝒂𝒆𝒚𝒐𝒏𝒈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora