𝘛𝘰 𝘮𝘺 𝗳𝗿𝗶𝘀𝘁 𐙚 𝑱𝒂𝒆𝒚𝒐𝒏𝒈

Capítulo 10

No sé en qué momento esa fue mi rutina. Lo volvía a intentar y volvía a fallar. Cada noche parecía igual a la anterior: el dolor, la desesperación, el vacío incontrolable que se apoderaba de mí cuando todo estaba en silencio. Pensaba que con el tiempo dejaría de intentarlo, que esa parte de mí se rendiría, pero no lo hizo. Lo intenté tantas veces, y fallé tantas veces, que dejó de parecer un acto de desesperación y se convirtió en algo casi habitual. Una parte de mi vida que mantenía oculta, silenciosa, lejos del mundo.

En algún momento, los días se mezclaron con las noches, y cuando me di cuenta, ya estaba de nuevo en la escuela. Era como si el tiempo se hubiera deslizado entre mis dedos sin que me diera cuenta, dejándome a la deriva. Nada había cambiado, pero todo se sentía diferente. Mientras me ponía el uniforme y caminaba hacia la puerta del aula, sentía que llevaba una máscara. Una máscara que me obligaba a mantener la sonrisa, a actuar como si mi vida fuera perfecta, como si no hubiera intentado apagarla tantas veces.

Lo más curioso era que, aunque mis amigos y yo intentábamos mantener la misma dinámica que siempre habíamos tenido, ya no sentía el mismo consuelo que antes. Kun, Seungwan, Taeyong, HyoJong… todos seguían ahí, aferrándose a lo que alguna vez compartimos, como si de alguna forma, al no soltar esa amistad, pudiéramos evitar que todo se desmoronara. Sin embargo, yo ya no encontraba paz en estar con ellos. Algo en mí había cambiado de forma irreversible.

Aún recuerdo cómo todo parecía igual, pero no lo era. Nos sentábamos juntos en los mismos lugares de siempre, hablábamos de los mismos temas, pero la conexión, esa cercanía que antes compartíamos, se había desvanecido lentamente. HyoJong y Taeyong pasaban más tiempo juntos, algo que antes me hubiera incomodado, pero ahora simplemente me dejaba vacío. Kun y Seungwan intentaban mantener el equilibrio, asegurándose de que todos siguiéramos como si nada estuviera cambiando. Pero yo lo sentía, lo veía: las cosas ya no eran las mismas, y por mucho que quisiéramos aferrarnos a esa idea de amistad eterna, la realidad era que nos estábamos separando, poco a poco, día a día.

Antes, pasar tiempo con ellos me daba una sensación de seguridad, una sensación de pertenencia. Pero ahora, estar rodeado de mis amigos me hacía sentir aún más solo. Las risas que compartíamos ya no me llenaban de la misma manera. Las conversaciones, que antes parecían interminables, ahora eran vacías. Yo seguía respondiendo, seguía sonriendo en los momentos adecuados, pero algo en mí había dejado de participar realmente.

No podía contarles lo que estaba pasando en mi vida, no ahora. No podía decirles que, mientras ellos intentaban sostener lo que quedaba de nuestra amistad, yo estaba luchando por sostener lo que quedaba de mí. Estaba roto, pero lo último que quería era que ellos se dieran cuenta.

Cada vez que estaba con ellos, me invadía una sensación de desconexión. Kun hablaba de los planes para el fin de semana, Seungwan hacía bromas como siempre, y HyoJong… bueno, HyoJong parecía estar más presente en la vida de Taeyong que nunca. No había hostilidad, no había nada tangible que indicara que algo estaba mal. Solo esta sensación constante de que, por mucho que intentáramos, estábamos actuando. Aferrándonos a algo que ya no era real.

Me preguntaba si ellos también lo sentían. Si Kun o Seungwan se daban cuenta de lo mucho que todo había cambiado, o si eran como yo, fingiendo que todo estaba bien porque aceptar lo contrario sería demasiado doloroso. Taeyong, por su parte, parecía estar en su propio mundo con HyoJong, y aunque todavía hablábamos, nuestra relación ya no era lo que solía ser. Los pequeños roces, las caricias sutiles que compartíamos en el pasado, ahora eran solo recuerdos lejanos.

Lo más duro de todo era que, incluso cuando estábamos juntos, ya no me encontraba a mí mismo buscando consuelo en ellos. Antes, estar con mis amigos me ayudaba a olvidar, a escapar, aunque fuera por un rato, de lo que estaba ocurriendo en casa. Pero ahora, nada de eso funcionaba. No encontraba alivio, no encontraba la paz que tanto necesitaba.