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──Es todo por hoy──finalizó Aeri después de la última tarea──. Tienes un examen de esto el martes, ¿vas bien o prefieres que regrese antes?
Yizhuo la miró con una ceja hacia arriba. ──¿Quieres verme antes?
──Tu mamá confía en mí para ayudarte y dado a que no haz prestado mucha atención hoy, quizás necesites un refuerzo.
La idea no era mala. Ahora Yizhuo estaba más familiarizada con la forma de trabajar de Aeri, cómo ella se encarga de resolver todas sus dudas y se asegura de que entienda antes de pasar de tema. Pero no pensó mucho en ello, sino en cómo era su rostro cuando estaba concentrada, cómo fruncía las cejas cada vez que la china respondía mal, cómo sus manos blancas sostenían los lápices y sus labios cuando los muerdes al escribir. Mierda, no es sano para ella verla durante esa época del mes.
──¿Estás ahí?
Sacudió la cabeza con torpeza. ──Sí, sólo pensaba.
──¿En lo genial que soy y lo mucho que quieres que vuelva?
──Oh, por supuesto, no sabes cuánto.
Aeri se rió. ──A veces me caes bien.
──Soy más genial que tú, así que es obvio que tienes envidia──se burló en una sonrisa.
──Oh, por supuesto, no sabes cuánto──imitó su voz de forma totalmente aguda y boba. Yizhuo abrió la boca ofendida.
──¡Yo no hablo así!
La japonesa se rió y comenzó a guardar sus cosas. ──No, eres peor.
──Cómo dije, envidiosa──murmuró viéndola.
Una vez que Aeri terminó con el orden, se dirigió a la puerta y antes de salir dijo:
──De nuevo traes el pijama sin sostén y se nota──y salió de la habitación.
Yizhuo fingió una risa y luego miró hacía abajo, notando que tenía razón. Se asustó y se cubrió inútilmente.
──¡Qué dije de límites!──pero ya no fue escuchada.
