Capítulo 4: La desaparición de Ana

2 0 0
                                    

Cuando finalmente amaneció, una extraña calma se apoderó del campamento. El grupo estaba agotado por la noche de terror, pero más importante aún, estaban decididos a marcharse. Recogieron sus cosas rápidamente, con la intención de regresar al coche y dejar el bosque atrás para siempre.

Sin embargo, cuando todo estuvo listo, se dieron cuenta de algo aterrador. Ana no estaba.

—¿Alguien la ha visto esta mañana? —preguntó Lucas, su voz cargada de preocupación.

Todos negaron con la cabeza, comenzando a sentir pánico. Revisaron su tienda de campaña, pero estaba vacía. Ana había desaparecido, y lo más aterrador era que no había signos de lucha ni ruido alguno durante la noche que indicara que algo la hubiera llevado.

—Esto no puede estar pasando —dijo Sebastián, con los ojos muy abiertos—. ¿Cómo puede simplemente desaparecer alguien?

El grupo se dividió en tareas: Tomás y Lucas comenzaron a rastrear los alrededores, buscando cualquier pista sobre el paradero de Ana, mientras María y Carla revisaban las cosas de Ana, tratando de encontrar alguna señal de lo que pudo haber ocurrido. Entretanto, Sebastián permaneció en el campamento, nervioso, asegurando que no dejaría el área sin antes tener a todos reunidos.

Al cabo de unas horas, Lucas y Tomás volvieron al campamento, con el rostro pálido.

—Encontramos algo —dijo Lucas, con una expresión seria—. Pero no sé si quiero mostrarlo.

Lo que habían hallado era la libreta de Ana, la que siempre llevaba consigo para escribir. Estaba abierta en una página donde solo había una frase escrita repetidamente: "No estoy sola. No estoy sola. No estoy sola."

Miedo en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora