Entre Dos Mundos

Capítulo 7: La Amenaza

Narrado por Giovanni Marchetti

La noche cayó sobre Roma con una calma engañosa, como si la ciudad intentara esconder el peligro que se avecinaba. En el despacho de la villa, con las luces apagadas y solo la luz tenue de una lámpara iluminando el ambiente, Dimitri y yo discutíamos un asunto que se había vuelto cada vez más urgente.

La presencia de un nuevo jugador en el tablero había comenzado a hacer sentir sus efectos: el cartel mexicano. Nos habían estado amenazando, interfiriendo con nuestras operaciones y lanzando advertencias que eran imposibles de ignorar. Su influencia y su brutalidad eran bien conocidas, y ahora, nuestra tranquilidad estaba siendo socavada por sus movimientos agresivos.

—Esto ha ido demasiado lejos —dije, mi voz cargada de frustración—. No podemos permitir que el cartel nos controle. Sus amenazas están afectando nuestras operaciones y poniendo en riesgo lo que hemos construido.

Dimitri, con su carácter imperturbable, se inclinó hacia adelante, sus ojos fijos en los documentos dispersos sobre la mesa. —Lo sé. Y no es solo un problema para ti y para mí. Isabella también está en peligro.

Mis pensamientos se dirigieron de inmediato hacia Isabella. En estos momentos de crisis, mi preocupación por ella se volvía más aguda. No solo estaba involucrada en nuestra relación, sino que también había llegado a ser una parte integral de nuestras vidas. Su seguridad era algo que no podía pasar por alto.

—¿Cómo está ella? —pregunté, mi tono mostrando una preocupación que rara vez revelaba en público.

Dimitri suspiró, su mirada mostrando un cansancio que reflejaba la presión que ambos estábamos sintiendo. —Está asustada, Giovanni. Aunque está tratando de mantenerse fuerte, no puede evitar sentirse amenazada por la situación. La vida que llevamos ha cambiado todo para ella, y no puedo evitar preguntarme si la hemos puesto en una posición demasiado peligrosa.

Me recargué en mi silla, sintiendo el peso de las decisiones que debíamos tomar. La realidad de nuestra situación se hacía cada vez más palpable, y la preocupación por Isabella era un recordatorio constante de las complicaciones que nuestra relación traía consigo.

—Tenemos que protegerla —dije con firmeza—. No solo es nuestra responsabilidad mantener nuestras operaciones a salvo, sino también asegurar su seguridad. Necesitamos encontrar una manera de manejar esta amenaza sin que ella se convierta en una víctima colateral.

Dimitri asintió, su expresión un reflejo de determinación. —Estamos de acuerdo en eso. Pero también necesitamos ser estratégicos. El cartel no es un enemigo fácil de enfrentar, y cualquier movimiento en falso podría empeorar la situación.

A medida que la conversación avanzaba, nos dimos cuenta de que no solo debíamos enfrentar al cartel, sino que también teníamos que encontrar una forma de manejar la creciente preocupación y el miedo que Isabella sentía. Ella estaba atrapada en medio de una lucha de poder que la ponía en peligro, y su vida ya no era lo que había sido antes de nuestra relación.

Esa noche, después de nuestra reunión, me encontré en la terraza, mirando las luces de la ciudad con una mente llena de pensamientos oscuros. Cuando Isabella apareció a mi lado, me miró con una mezcla de curiosidad y preocupación.

—¿Todo está bien? —preguntó, su tono era suave pero cargado de inquietud.

Me giré para mirarla, notando la tensión en su rostro. —Estamos enfrentando una amenaza importante. El cartel mexicano está tratando de socavar nuestras operaciones, y eso significa que todos estamos en riesgo.

Sus ojos se llenaron de preocupación, y pude ver cómo la realidad de nuestra situación comenzaba a calar en ella. —Lo sé —dijo—. He notado que algo no está bien. Siento que mi vida ha cambiado desde que empecé esta relación. No solo por la intensidad de lo que compartimos, sino por el peligro constante que parece seguirnos.

Me acerqué a ella, tomando su mano con suavidad. —Lo sé. Y quiero que sepas que estamos haciendo todo lo posible para protegerte. Pero también es importante que entiendas que la situación es complicada y que estamos en medio de un conflicto que podría volverse aún más peligroso.

Isabella me miró, su mirada llena de un dolor y una determinación que reflejaban sus sentimientos. —Estoy dispuesta a enfrentar lo que venga, Giovanni. Pero también quiero ser honesta sobre lo que siento. Esta vida no es lo que imaginaba, y el miedo constante a lo que pueda pasar está afectando nuestra relación.

La sinceridad en su voz era un recordatorio de lo que estaba en juego. Sabía que ella estaba enfrentando una realidad dura y que el peligro que nos rodeaba era una amenaza constante a nuestra felicidad y estabilidad.

—Lo siento, Isabella —dije—. No quise que esto te afectara de esta manera. Estamos en esto juntos, y me comprometo a hacer todo lo que esté en mis manos para protegerte y para asegurarnos de que, a pesar de todo esto, sigamos adelante como un equipo.

Ella asintió, su expresión suavizándose. —Lo aprecio, Giovanni. Solo necesitamos asegurarnos de que no estemos simplemente reaccionando a la situación, sino que también estemos tomando decisiones que realmente protejan lo que tenemos.

La conversación continuó, y mientras hablábamos, me di cuenta de que la situación que enfrentábamos estaba cambiando la dinámica de nuestra relación de maneras que no habíamos anticipado. El cartel mexicano representaba una amenaza real y peligrosa, y mientras tratábamos de manejar el conflicto, también teníamos que enfrentar el desafío de mantener nuestra relación intacta y proteger a Isabella.

La noche avanzó con una sensación de gravedad que nos envolvía. Sabíamos que el camino por delante sería difícil, pero también estábamos decididos a enfrentarlo con la misma determinación que habíamos mostrado en todo lo que hacíamos. La vida que llevábamos era complicada, pero lo que teníamos era real y valioso. Y en medio de la amenaza y el peligro, nos aferrábamos a la esperanza de que, a pesar de todo, podríamos superar los obstáculos que se presentaran en nuestro camino.