capitulo 7

179 23 0
                                    

Esa noche apenas dormí. Tenía resaca, y además cada vez que cerraba los ojos tenía pesadillas.

Alen caía por una especie de precipicio, y en su caída se iba desintegrando poco a poco. El gritaba, me suplicaba que le ayudase... pero no podía hacer nada, sólo mirar cómo sufría, cómo su cuerpo era consumido porla nada y moría irremediablemente.

Siempre me despertaba empapada en sudor.

Cuando el sol apareció en el cielo de Auradon, el cuerpo me
dolía a reventar.

Pero no era el típico de la resaca, era
algo peor.

Rebusqué entre los cajones por un
termómetro, me lo puse y éste marcaba casi 40°. Genial, ardía de fiebre.

Y la casa estaba hecha un asco.

Al menos me libraba de ira clase.

Ordené como pude el salón, y me tumbé en el sofá.

Cato se acercó a mí y se acomodó sobre mi pecho, ronroneando feliz de tenerme todo el día en casa.

Lo acaricié durante un rato, hasta que no pude soportar más el sueño y me dejé llevar al reino de Morfeo.

Me despertó el sonido del timbre. Alguien llamaba con impaciencia, y además golpeaba la puerta reiteradamente.

Con pesadez y parsimonia me
levanté, sabía que tenía un aspecto horrible en ese momento, pero no me importó.

Abri, y me encontré con la persona que menos me esperaba en ese momento.

-¿Red? ¿Qué haces aquí? -inquirí, con la poca voz que el haberme recién despertado me dejaba.

-Pues... venir a visitarte. Hoy no viniste a clase, y tu mejor amigo parecía triste. Así que me decidí venir aquí-respondió, echando un vistazo al interior de la
casa-. ¿Juerga?

-No me lo recuerdes -susurré. La dejé pasar, ella seguía inspeccionando el cuchitril que tenía por hogar-. Todo se torció en mitad de la noche.

-Al menos sigues viva, eso es lo que cuenta -acercó su mano a mi mejilla, y la apartó al instante, con un gesto de horror-. ¡Estás ardiendo! Vete ahora mismo a la cama!

No le rechisté.

No tenía fuerzas para ello.

Así que me metí entre las sábanas, y luego ella entró en mi habitación con un barreño con agua fría y varios
paños blancos. Metió uno de ellos en el barreño, escurrió el agua sobrante y lo colocó sobre mi frente.

En momentos como éste no sabía qué pensar.

Veía en ella un cariño que no sentía por nadie más, ni tan siquiera con Ben. No los había visto mucho juntos, no
lo soportaba.

En esos momentos mi corazón se volvía
demasiado frágil como para soportar tal traición.

En estos escasos momentos, Su rostro se dulcificaba y sus ojos adoptaban un perfecto tono cafe.

Una pequeña, dulce y graciosa mueca modulaba sus sonrosados labios, y dejaba atrás su soberbia y altanería para volverse humana y real.

Cercana.

Dejaba de ser una presencia etérea para dejar ver un sentimiento de cariño y protección.

-Ahora no te muevas de aquí, ¿vale? -asentí, cerrando los ojos en un delirio a causa de la fiebre-. Uhmm, no me fío de ti. A lo mejor sería mejor poner a Cato de guardián.

-Cato es un flojo -susurré, presa del sueño.

-A lo mejor a tu vecina de enfrente -bromeó ella, acercándose para darme un beso en la mejilla. Sonreí-. No, es demasiado...

Dulces sueños || Redxchloe || glassheart || chloexredDonde viven las historias. Descúbrelo ahora