Primer día I

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Lizzey no tenia más opción que ir, seria su nuevo hogar, su nueva vida. Odiaba ser el centro de atención pero estaba llegando tarde. Cuando cruzó la puerta principal, se encontró en un espacio no muy alegre, iluminado con luces de fluorescentes, a pocos metros se encontraban dos chicos y una chica que estaban de espalda a Lizzey. Lo que significa que no era la única nueva.

Una guarda de aspecto respetable con la cabeza rapada y con un portapapeles bajo el brazo, ya había comenzado a darles instrucciones. Ella no dudo en unirse al grupo y la guarda dijo.

- Recordad: Recetas, Residencia y rojas. Si seguís estas reglas básicas, estaréis a salvo.

Llevaba un enorme maleta gris que contenía sus pertenencias, no sabia como sus padres eran capaces de dejarla en un sitio como ese y sin coche. Bueno aunque una de las normas de la nueva escuela era que ningún alumno se le permitía tener coche, para ser exactos nuevo Reformatorio. Aún no se acostumbraba a su nueva realidad y ¿quien lo haría?

NARRA LIZZEY

-Perdone, podría repetirlo? - Pregunte a la guarda.

-Has llegado tarde muchachita-dijo en voz alta y luego repito -Recetas. Si necesitas medicamentos, las pastillas te ayudarán a que no se te vaya la olla y No sé tal vez... seguir respirando ¿entiendes?

-Lo pillo, recetas- conteste rápidamente.

Hacia tiempo que no tomaba los asquerosos antipsicóticos, tras pasar varias seciones de análisis. Yo sabía que no estaba loca, pero el accidente del pasado verano lo complicó todo y ahora mi último año de estudios, me pasaré en un reformatorio llamado Giddings State School.

El primer día en el reformatorio, me recordaba a mi primer día de mi anterior instituto. Donde por casualidad conocí a mi mejor amiga Chelsea. Mi antiguo instituto era de niños ricos, pero esa no fue la razón por la que acudía allí, sino porque era un de los institutos más prestigiosos de toda la ciudad y esa fue la misma razón por la ella entraba allí, no tardamos en conocernos y comprender las cosas en común que teníamos las dos, la pasión por las series tanto nuevas como antiguas, sobre todo aquellas de ficción, y descubrir que ninguna de las dos podía entrar en la cocina sin que saltará la alarma de incendios. Aunque Chelsea era muy impulsiva y calculadora con todo, yo era todo lo contrario a ella y quizás por eso nos complementamos perfectamente, y fuimos inseparables hasta hoy, un día gris con nubes marrones que escondían la luz del sol e indicaban una pequeña tormenta.

Sonreí para mí misma ante los buenos recuerdos que tenia con mi amiga, pero mi sonría se esfumó tan pronto como vino al sentir la profunda mirada de los presentes.

-Soy Gabriela - dijo la chica rubia, mostrando su casi perfecta sonrisa, con perfecta melena, labios con brillos y bueno con apariencia de la típica chica rubia guapa y popular de cualquier instituto, pero estamos en un reformatorio, que habrá hecho para terminar en un sitio como este, tendría un pasado oscuro como la mía. Antes de devolverle el saludo, Gabriela se dio media vuelta y se esfumó. Su actitud me recordaba a las chicas de mi otro instituto, así que solo debía dejar pasarlo, por qué importarme. Es algo raro pero obviamente no esperaba hacer amigos en un lugar como este. Todos y cada unos de los alumnos que están aquí no es por la cosas buenas que hayan hecho, sino todo lo contrario incluido una chica como ella.

Los chicos aun estaban a mi lado. Uno de ellos tiene el pelo castaño y corto, ojos marrones y algunas que otras pecas en la cara, mirando el suelo. Evitaba cualquier contacto visual con los demás, supuse que estaba avergonzado y confundido de estar en este sitio y no lo culpo porque yo me sentía igual. Mientras que el otro era alto, delgado, llevaba el pelo desgreñado, ojos verdes, unos labios carnosos y tatuajes. Era de los chicos que me había imaginado en un sitio así. Sostuvo su miraba con esos ojos intensos, en dirección a la mía, sintiéndome incomoda, hasta que la guarda nos interrumpió o más bien me salvo, diciendo.

-Los que ya saben como funciona el sistema, adiós, pero dejad vuestras mercancías. - Señaló con la cabeza una caja en la que ponía en negra y con letras mayúsculas materiales prohibido. No sabia muy bien a que se refería mientras que los demás se acercaron bufando a la caja y vaciaron sus bolsillos.

Observaba disimuladamente cómo el chico de las pecas depositaba cigarrillos y un encendedor, el otro chico de mala manera se despedía de un cuter y un aerosol de pintura. Me quedé sin palabras y triste cuando también depositaban sus móviles, aunque no llevaba ningún objeto peligroso, si debía dejar mi móvil. Mi único fuente de contacto con el mundo exterior, me estaban asesinando nada más entrar. La guarda me indicó que hiciera lo mismo por lo que lentamente me acerque a la caja y vacíe mis bolsillos, cuando mi móvil cayó dentro de la caja me sentí vacía, sola y olvidada, se escuchó el ruido seco y triste del impacto con los demás objetos.

La guarda notó la cara de perro que tenia por deshacerme de mi tesoro preciado e intento animarme pero lo único que consiguió fue querer suicidarme.

-No te preocupes niña, el mundo estará mejor sin ti fuera. Podrás hacer una llamada a la semana. Ahora no tenemos todo el día, tienes que acompáñarme - una llamada semanal, sus palabras la escuchaba atenta y oficialmente estoy muerta dentro de poco tiempo, si no tenia duda de que me suicidaria.

-Y vosotros a la residencia - puse atención a lo que decía la guarda, después de unos instantes el chico con pecas dio medio vuelta y se marchó, mientras que el otro se ofreció a enseñar me todo sobre el reformatorio pero la guarda negó rotundamente y este se marchó siguiendo ordenes.

-Habitación 93, deja la maleta aquí y recogela por la tarde. -

Cuando perdí de vista a los chicos, acompañe a la guarda a enseñarme la residencia y este consistía en un edificio cuadrangular, un bloque sólido y gris, sus puertas eran de roble, todas las ventanas tenían barras de acero. Situado en medio del césped amarillento con una placa que indicaba el nombre de la residencia. El edificio era tan feo que a lo lejos se podía ver el moho de su fachada y la luz de esa mañana y la niebla para nada favorecía el lugar.

Antes de terminar el recorrido por gran parte del reformatorio.

-¿ Qué significan... las rojas? -Pregunté

-Las rojas -contestó señalando un punto hacia arriba. Alze la vista y lo vi.

-¿Cámaras?- comente o más bien pregunte de nuevo.

-Están allí para recordarlos que estamos aquí. Cualquier momento o en cualquier lugar os estamos vigilando.

____

He empezado esta historia desde mi punto de vista. Más moderna y con algunos cambios...

Obviamente no quiero que sea igual al original porque no tengo permiso y no quiero meterme en problemas...

Solo espero que les gusten mi versión...

:) no olviden de comentar y votar.
Besitos ;)

Ahh y si hay algún error me lo dicen.. Aun estoy aprendiendo muchas cosas ;)

Otra vez Contigo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora