Capitulo 4

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—¿Padre ya se fue?

—Sí, salió con Lady Furina.

—Entonces es verdad...

—No lo sé, Freminet.

—¿Y lo que escuchó Lynette arriba?

—No me hagas recordar, ella aún parece no recuperarse de eso.

Ambos miraron a su hermana quién se estaba preparando algo de té, parecía normal, pero ella aún teniendo gusto por el té no solía tomarlo a esta hora y sus orejas se movían ligeramente.

—E-Eh...Lynette, ya es muy tarde para tomar té. Ven...

Llamó la atención de la chica felina para que dejara de hacer eso y subiera a dormir como se los ordeno padre.

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Furina había estado perdida.
Desde un inicio cuando todo acabó, corrío de ella misma y de todos porque no sabía que hacer ahora. Estaba perdida, perdida sin saber cómo seguir con su vida al no tener un propósito.

La profecía se cumplió, las aguas subieron pero así también bajaron y nadie murió.

Los pecados de la gente de Fontaine estaban perdonados, se hicieron personas así que nadie se volvería a desaparecer con el agua pero, ¿Ahora qué? Ya no es arconte, hay gente que la sigue aún pero así también gente que no perdona y la tachan de incapaz.
Aún si lo explicaba, ¿Qué más podía hacer? Su misión fue esperar, esperar y esperar. Mentir, mentir tanto hasta que ella misma no reconociera la mentira y lograr que los principados celestiales no sospecharan que la arconte hydro había dejado a cargo a su yo humano maldecido.

500 años

De mentiras, angustias y sobre todo soledad. Al final de cada día estaba sola, sola con un secreto y una fachada que mantener hasta que el gran juicio que se le prometió llegara.

Ese que cambiaría y que esperaba solucionará todo.

Tuvo un terrible pánico cuando fue descubierta, las miradas de sorpresa y de decepción. Su gran arconte hydro no podía hacer nada porque era un humano con inmortalidad, la deidad de Fontaine era una farsa, fue tanta inestabilidad que no recuerda más que sentarse en su trono y quedarse en trance.

Aveces tiene pesadillas en dónde ve como todos mueren en contacto con el agua, las miradas de los participantes del juicio y de sus conocidos. Aún tiene la mano marcada al haber tocado agua primogénia ligeramente disuelta, aveces sueña con esa misma escena, en dónde su mano desaparece así como todo su cuerpo e intenta pedir ayuda pero no puede.

Pero había encontrado confort en alguién que menos esperaba.
Así como después de la tormenta, encontró amigos en los que pudiera ser ella misma y encontrarse.

Ahora era directora de un grupo de teatro, tenía una visión y aún vida por seguir. Quizás Focalors le hubiera encantado está vida. Quizás por eso aceptó su muerte, dejando que una parte de ella pueda vivir lo que deseaba y no pudo.

O solo estaba pensando de más y no pensando en que salsa le pondrá a sus macarrones hoy para su cena...
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—"¿Lady Furina?"

—A-Ah..! Hum...es Furina, Clorinde. Solo Furina.

Había olvidado por completo que se encontraba en una salida de amigas junto a Navia y Clorinde. La primera se mostró preocupada al verla tan distraída por lo que preguntó.

—¿Estás bien? Sabes que puedes contar con nosotras.

—No no, no te preocupes Navia. Estoy bien—Tranquilizo a la preocupada rubia que parecía mirar a la verduga sin creer lo que estaba diciendo—Enserio, estoy bien.

—Estás más distraída que las últimas veces—Dijo Clorinde.

—¿Será que conociste a alguién?

—¿Qué? ¡No!—La idea de Navia era relativamente correcta, así que eso preocupo a Furina ya que no deseaba dar detalles. Tosió incomodamente para recomponerse aunque su expresión la delataba.

—¿Entonces es un sí?—La rubia volvía a ver como la directora negaba con la cabeza y evitaba hablar tomando su taza de té—Vamos Furina, no hay nada de malo.

—Si te interesa alguién no es malo, ahora empezaste a conocer más personas y es normal, puedes confiar en nosotras si es que necesitas ayuda.

—No diremos nada—Añadio Clorinde levantando su taza con mucha tranquilidad llevándosela a sus labios.

—¿Enserio...?

Ambas mujeres asintieron y Furina respiro profundamente dejándose de esconder en su té dejándolo en la mesa. Se acercó un poco para hablar ya que estaban al aire libre, sus dos amigas imitaron la misma acción para evitar que alguién más escuchara.

—Es uhm...es Knave.

—Ahh...¡¿Knave?!—Exclamó Navia más que sorprendida y Clorinde casi se atraganta con su bebida por lo que acababa de escuchar—Jaja no sabía que eras de bromas, Furina—La rubia pensó que era juego aunque al ver el rostro sonrojado de la ex arconte lo pudo entender.

—Bueno, es una persona tenebrosa a la vista pero también he notado que con los suyos es afectuosa.

—No te está amenazando, ¿No?—Clorinde ligeramente preocupada en su tono de voz luego de recomponerse.

—¡No, no! Ella es diferente es...—Las miradas de ambas mujeres que buscaban más información la ponían aún más nerviosa y buscaba la mejor manera de describir al presagio— es muy... cálida.

—¿Enserio?

—¡Si! Me ayuda con las compras muchas veces, me acompaña cuando estoy sola y también suele colaborar con el grupo de teatro.

—¿Solo eso? No creo que solo te hayas fijado por eso

—B-Bueno...al acostarn-

—¡Está bien, mucha información!—Finalizo la verduga.

—¡¿Qué es lo que estás pensando?!—Se quejó Furina al ver como posiblemente estaban mal pensando todo. Pudo notar como las demás personas la miraban sorprendidas por su reacción así que bajo la voz disculpandose con los desconocidos—Ella me ayuda a conciliar el sueño, su cuerpo es cálido, sus palabras, sus abrazo, la forma en como me llama pero no sé...

—¿Eh? ¿Cómo que no..?—Preguntó Navia.

—Somos amigas, nada más—Apesar de todo su relación era esa pero tenía ilusión de que al menos el heraldo se sintiera o también tuviera algunos pensamientos de ella y de esa manera—Aunque no sé si sea mi mente pero casi nos besamos...

—¿Casi..?

—Si, es que un día cuando despertabamos vino Neuvillette de visita, Arlecchino se fue después y en la puerta al despedirnos pues...iba a pasar pero pensé que Neuvillette iba a vernos y la empuje afuera—Ambas manos subieron a su rostro para cubrirse, ese recuerdo era muy vergonzoso, tanto que no contacto con Knave por unos días sin saber cómo darle la cara por ese hecho.

—Wow..jaja bueno, como te dije por mi parte, no te voy a juzgar Furina—La presidenta de Spina di Rosula.

—Yo tampoco, después de todo es tu vida y solo tú sabrás cómo llevarla—Añadio Clorinde ya más centrada—Aún así, debes tener cuidado.

—¿Hum?

—Furina, Arlecchino es uno de los Heraldos Fatuis y eso sigue siendo un detalle muy importante—La usuaria de Geo intentaba hacerla entender y hacer que mirara un poco más "allá"—Pero si realmente lo deseas, quienes somos nosotras para impedirtelo.

—Gracias—Era bueno tener amigos a su lado, la hacían pisar el suelo y aconsejaban. Era bueno no estar sola después de todo—Lo tendré en cuenta—Una suave sonrisa se elevó en sus labios, haciéndose contagiosa para sus contrarias que le correspondieron con la misma acción.

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Capitulo corto, primer punto de vista en Furina

A tu lado [Arlefuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora