Charles estaba sentado en el yate, disfrutando de la brisa marina que acariciaba su rostro. El sol brillaba intensamente, reflejándose en el agua cristalina y creando destellos que bailaban como estrellas en el océano. La tripulación se movía con soltura, ajustando velas y preparando todo para zarpar. Sin embargo, la perfección del momento se veía empañada por una sombra de incomodidad.
"¿Dónde diablos está Arthur?" murmuró, revisando por enésima vez el reloj de su muñeca. El yate debía haber zarpado hace rato, pero su hermano seguía sin aparecer. Charles frunció el ceño, sintiendo una mezcla de frustración y ansiedad.
A su lado, Lorenzo, su hermano mayor, Charlotte, la novia de Lorenzo, y Alexandra, su propia novia, charlaban animadamente, ajenos a su inquietud. Pascale, su madre, se acercó con su calma habitual, sus ojos llenos de comprensión al notar el mal humor de Charles.
"Arthur tuvo un contratiempo", explicó, su tono conciliador como un bálsamo en su irritación. "Está con una amiga que está pasando por un mal momento, así que hay que ser comprensivos".
"¿Una amiga?" Charles frunció aún más el ceño, sintiéndose confundido y desconfiado. "¿De quién hablas? No recuerdo que haya mencionado a ninguna amiga. ¿Está saliendo con ella?" Su mente ya había comenzado a crear historias, imaginando a su hermano atrapado en algún enredo romántico.
Pascale suspiró, negando con la cabeza. "No es eso, Charlie. Es solo una amiga que ha tenido una situación complicada, y Arthur está ayudándola. Por favor, no hagas preguntas. Es lo menos que podemos hacer por ella".
Charles no pudo evitar sentir que la situación no encajaba. Arthur rara vez hablaba de amistades femeninas, mucho menos de alguien que necesitara tanto apoyo. Su instinto le decía que desconfiara, especialmente de alguien que parecía interferir en la vida de su hermano. "Esto no me gusta", murmuró entre dientes.
Unos minutos después, la figura de Arthur apareció en la cubierta, cargando un par de maletas y con una expresión de preocupación evidente. Su pelo desordenado y la línea de su mandíbula tensada mostraban que había pasado un día difícil.
"¡Arthur!" exclamó Pascale, con un toque de reproche en la voz. "Por fin llegas. ¿Dónde está Maddy?"
Arthur dejó caer las maletas y se frotó la cara con las manos, agotado. "Está en el baño. Ha estado llorando todo el viaje y está tratando de calmarse antes de salir", respondió con un susurro.
Charles lo observaba, intrigado. La preocupación de Arthur por Maddy era inusual, y la historia comenzaba a parecerse a un rompecabezas más complicado de lo que había imaginado.
"Solo les pido, por favor", dijo Arthur, mirando a Charles y Pascale con seriedad, "que no hablen de lo que les he contado. Ella necesita paz ahora".
Minutos después, Maddy apareció, usando unas gafas de sol oscuras que ocultaban su rostro cansado. Aunque su presencia era casi etérea, la tristeza en sus ojos era evidente, una sombra que se aferraba a ella. A pesar de su evidente malestar, se mostró educada y sonrió, aunque el gesto no alcanzó sus ojos. Pascale la abrazó con calidez, y Charles notó cómo Maddy se esforzaba por mantener la compostura.
Maddy continuó saludando al resto con normalidad, pero cuando llegó su turno de saludarlo a él, el gesto fue frío y distante. "Hola, Charles", murmuró, evitando su mirada.
"Hola", respondió él, desconcertado, sintiendo que una pared se levantaba entre ellos. La tensión era palpable, y aunque no entendía por qué, sentía que desde el primer momento no había sido bienvenido en el mundo de Maddy.
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labyrinth - Charles Leclerc
FanficMaddy siempre había vivido atrapada entre las expectativas de su familia y los deseos de su propio corazón. Criada en Monterrey, México, su camino estaba marcado por el deber de estudiar abogacía y alcanzar el éxito convencional. Pero sus verdaderos...