14.- My mind forgets to remind me, you're a bad idea

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El murmullo de las olas acariciaba la costa mientras Maddy caminaba al lado de Charles, sus pies hundiéndose ligeramente en la arena tibia. El grupo se había adelantado, risueños, pero de alguna manera ella y Charles habían quedado rezagados. Había una extraña calma en el aire, como si el mundo se hubiese suspendido en ese momento.

Maddy intentaba mantener sus pensamientos en orden, pero le resultaba imposible. Desde la noche anterior, algo había cambiado. Vagamente recordaba cómo había llegado a su habitación, exhausta después del festival. Se había dejado caer en la cama, esperando un sueño reparador, pero Charles había estado ahí, en sus pensamientos, como una sombra persistente que no podía sacudir. Algo en él la inquietaba, algo que no había estado allí antes... o tal vez sí, pero ella no había querido verlo.

Era Charles, el hermano de Arthur. El mismo hombre que le había resultado indiferente, casi irritante en su momento. Sin embargo, desde aquella charla en la terraza, cuando tocaron el piano bajo la luz de la luna, algo había cambiado. Hablar con él fue demasiado fácil. Su presencia, que antes le parecía distante, ahora se sentía cálida, inesperadamente acogedora. Pero la realidad era otra. Era el hermano de Arthur, su mejor amigo, su confidente. Arthur, que había estado a su lado desde el principio. No podía traicionar esa relación.

Maddy sabía sobre los sentimientos de Arthur, aunque había preferido ignorar las miradas largas y los pequeños gestos que él intentaba disimular. Sin embargo, irónicamente, ahora era Charles quien ocupaba sus pensamientos. Y eso era algo que no podía permitirse.

"Estás muy callada," la voz de Charles la sacó de su ensimismamiento. Su tono era ligero, pero sus ojos la observaban con una atención que la inquietaba. "¿Todo bien?"

Ella lo miró de reojo, obligándose a sonreír. "Sí, solo... pensando."

"¿Pensando en qué?" preguntó él, sin apartar la mirada. Había algo en sus ojos que la hacía sentirse expuesta, como si él pudiera ver más allá de sus palabras.

"No lo sé... en demasiadas cosas, supongo," respondió Maddy, tratando de sonar casual, aunque por dentro seguía luchando con la tormenta de emociones que sentía. No debía estar pensando en él de esa manera.

Charles mantuvo una pausa, caminando a su lado con un aire de tranquilidad que a Maddy siempre le había parecido intrigante. "Es fácil perderse aquí," dijo él finalmente, su voz tan suave como las olas que rompían suavemente en la orilla. "Entre el sonido del mar y el sol que apenas calienta..."

Sus palabras eran una metáfora perfecta, porque eso era lo que él estaba haciendo con ella: rompiendo sus defensas de una manera silenciosa y constante.

Ella asintió, sin saber qué responder. La tensión crecía en su interior, pero trataba de controlarla. No podía significar nada.

A lo lejos, Maddy vio a Alexandra, siempre tan grácil, tan segura de sí misma. Su cabello recogido, su sonrisa perfecta, como si el mundo girara a su alrededor. Al verla, una punzada de incomodidad recorrió a Maddy. Él está con ella, se repitió una y otra vez, intentando convencer a su corazón de lo que su mente ya sabía.

"Pensé que no vendrías hoy," dijo Charles de repente, sacándola de sus pensamientos. Su sonrisa era suave, casi cómplice.

Maddy se obligó a devolverle la sonrisa. "¿Por qué pensaste eso?"

"Parecías agotada anoche. Creí que dormirías todo el día."

Ella rió suavemente, intentando ignorar la chispa que se encendía cada vez que él la miraba así. "No tuve opción, Arthur prácticamente me arrastró fuera de la cama."

Charles rió también, y esa risa hizo que algo en su interior se removiera. "Arthur puede ser persistente," dijo él, aunque había algo más en su tono, algo que Maddy no quería analizar demasiado.

"Lo eres tú también," replicó Maddy con una sonrisa irónica, recordando cómo él la había convencido para ir al festival la noche anterior.

"Lo admito," respondió él, con una chispa en los ojos. "Pero vamos, te divertiste, ¿no?"

Maddy asintió, aunque por dentro luchaba contra la verdad. Sí, se había divertido, pero había algo más, algo que no estaba dispuesta a aceptar del todo.

Cuando finalmente se unieron al grupo, Arthur fue el primero en notar su llegada. "¡Por fin! Pensé que Charles te estaba aburriendo con alguna charla técnica sobre su trabajo," bromeó, lanzándoles una mirada cómplice.

Maddy se rió, agradecida por la distracción. "Oh, sí. Fue una fascinante conversación sobre las llantas de la Fórmula uno."

Charles rió por lo bajo, cruzando los brazos. "En realidad, estábamos discutiendo quién va a ganarle a quién en el partido de hoy."

"Me temo que tú no estás en mi equipo, así que ya sabes quién va a ganar," replicó Arthur con una sonrisa engreída.

Las risas del grupo disiparon momentáneamente la tensión, pero cada vez que los ojos de Maddy se cruzaban con los de Charles, esa chispa volvía a encenderse. "No es nada", se dijo, repitiendo la frase como un mantra. "Es solo una distracción, tiene que pasar".





*



Más tarde, cuando el crepúsculo comenzaba a pintar el cielo de naranja, Maddy se alejó del grupo. El partido había sido agotador, pero lo que realmente la había dejado exhausta eran sus pensamientos. Caminó hasta la orilla, donde el mar se encontraba con la arena, y se quedó allí, mirando el horizonte con el corazón agitado.

No escuchó a Charles acercarse hasta que estuvo a su lado. Su presencia era tranquila, casi reconfortante, y eso la inquietaba aún más.

"¿Te gusta perderte en tus pensamientos, verdad?" preguntó él, su voz baja, apenas un susurro entre el sonido de las olas.

Maddy lo miró de reojo, esbozando una pequeña sonrisa. "A veces es necesario."

Charles la observó en silencio, sus ojos buscando algo en su rostro. "¿Qué te preocupa?" preguntó, su tono más serio ahora, como si pudiera percibir la tormenta que se agitaba en su interior.

Ella se tensó, consciente de que no podía decirle la verdad. "Nada importante," murmuró, volviendo la vista al mar, esperando que su respuesta fuera suficiente para acallar cualquier sospecha.

"Siempre eres tan reservada," comentó Charles, dando un paso más cerca, haciendo que su proximidad la envolviera. "Eres... intrigante, Maddy."

Ella rió, aunque su risa sonó hueca incluso para sus propios oídos. "¿Intrigante? No lo creo."

"Para mí lo eres," insistió él, su tono calmado pero cargado de algo que Maddy no quería identificar.

El silencio entre ellos fue pesado, cargado de palabras no dichas. Finalmente, Charles habló de nuevo, su voz apenas audible. "A veces las cosas no son lo que parecen. A veces, lo que creemos saber cambia."

Maddy lo miró, sintiendo cómo su corazón comenzaba a latir más rápido. "¿Y qué crees que sabes ahora?" preguntó, su voz más baja de lo que pretendía.

Charles sonrió, una sonrisa que no alcanzó sus ojos. "No lo sé... pero quiero descubrirlo," respondió antes de volverse hacia el horizonte, dejándola con más preguntas que respuestas.

labyrinth - Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora