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EL FRÍO CLIMA DE FORKS LA RECIBIÓ EN CUANTO salió de su mansión completamente sola. La pequeña Wony se encontraba algo pérdida por el repentino cambio que tuvo su mayordomo hacia ella. Sabía que probablemente estaba preocupado a su protector, después de todo no era normal en ella querer estar sola. Su llegada a Port Angeles fue rápida, pues había pasado todo el camino pensando en cómo se debería de sentir después de lo que ocurrió con Isabella Swan.
Pero, Wony había decidido que por hoy dejaría de pensar en eso, quería relajarse y olvidarse todo lo malo que le estaba pasando en el pequeño pueblo de Washigton. Sus ojitos brillaron de emoción al ver las lindas tiendas que habían por todo P.A, agarro su pequeño bolso color rosa con fuerza, sonriendo en grande al ver una tienda de su total gusto.
— ¡Qué lindo! A Gu-won le encantara verme en este atuendo. — Susurro para si misma, tomando entre sus delicadas manos el atuendo color blanco.
Sorprendentemente después de ir de tienda en tienda, decidió irse a un lugar algo alejado de las personas. Dejó sus compras en su auto y sacó su libreta donde dibujaba, junto a una lapicera rosada de peluche. Con una resplandeciente aura se volvió hacia el bosque, suspirando de relajación al sentir el frío de la naturaleza.
— Esto es muy relajante. — susurro, arreglando su vestido rosado para empezar a dibujar el paisaje.
Lo que la castaña no se esperaba era de que su tranquilidad fuera interrumpida por un ruido entre los árboles del bosque, levanto su mirada dejando a un lado su libreta y con curiosidad se levantó para mirar al rededor de su panorama.
— ¿U-uh?
Otro ruido se escuchó y eso causado que la joven sintiera más curiosidad, con su característica inocencia –o tontura– se en camino hacia la dirección de donde provenía ese ruido, sin esperarse que se encontraría con un animal salvaje.
Sus ojitos brillaron de adoración al observar aquel gigante perro de pelaje café, agarrando las esquinas de su vestido largo empezó a correr hacia el animal. De repente, cuando sus ojos se conectaron con los de aquel lobo, sintió todo detenerse a su alrededor, viendo lo de frente sintió su corazón latir al igual que sus mejillas sonrojarse. Como si fuera un instinto llevo sus manos hacia la cabeza del lobito, acariciandolo con delicadeza, recibiendo un ronroneo por parte del animal.
— Aww, ¡mira que lindo eres! — exclamó con las mejillas sonrojadas la pequeña. — ¿De quien es este bebé? — Preguntó con un tono de voz dulce y empalagoso. El lobo café solo se empezó a restregar contra la delicada mano de la chica. — ¿Me dejaría dibujarle, señor lobo? — Preguntó.
El animalito solo se agachó, haciendo algo parecido a una reverencia.
— ¡Lo tomaré como un si! — Wony sonrió, dirigiéndose hacia donde estaba su libreta, escuchando los pasos del animal atrás de ella.
