Naruto miró a través de las altas y adornadas ventanas de su suite privada, que le ofrecían una vista panorámica del gran salón de baile que había debajo.
El salón estaba inundado de los relucientes atuendos de demonios de elevada estatura, cada uno mezclándose bajo relucientes candelabros, con sus rostros ocultos tras elaboradas máscaras. La escena era una danza de engaño y ambición cuidadosamente orquestada, en la que cada uno de los participantes era un maestro del disfraz que ocultaba su crueldad con sonrisas practicadas y risas gentiles.
Sin embargo, a pesar del espectáculo visual de opulencia y festividad, Naruto estaba distante, su mente no estaba en los invitados, sino perdida en una repetición de recuerdos recientes y conmovedores.
Estaba ligeramente apartado de la ventana, y su figura se reflejaba en el cristal, como una capa fantasmal sobre el telón de fondo del jolgorio. El reflejo mostraba a un hombre atrapado entre dos mundos, con los ojos azules nublados por la introspección.
Mientras observaba a los demonios de abajo maquinando y manipulándose unos a otros con fachadas expertamente elaboradas, sus pensamientos estaban en otra parte, sumidos en el tifón emocional de su reciente reencuentro con Selah, su mejor amiga de la infancia.
Su encuentro había tenido una gran carga emocional, una cascada de confesiones y vulnerabilidades puestas al descubierto tras un siglo de separación, dos en el caso de ella. La intensidad de su interacción le había hecho sentir como si le hubieran arrojado a un mar tormentoso de sentimientos, con el corazón agitado por olas de arrepentimiento, anhelo y tímida esperanza.
La razón de Naruto para regresar a este mundo, para asumir el liderazgo del Clan Phenex, estaba clara en su mente, pero cargada de confusión personal. Su arraigado deseo de reparar las fracturas que había dejado en sus relaciones -para aliviar las heridas infligidas por su repentina marcha y su prolongada ausencia- era la fuerza motriz de su audaz decisión.
Sin embargo, la propia naturaleza de este mundo, un tablero de ajedrez de juegos de poder y explotación, le repugnaba. Era un reino por el que antes había navegado con facilidad, pero que ahora encontraba opresivo, las maquinaciones de sus habitantes un marcado contraste con el tipo más directo que había encontrado en Kioto.
El miedo enconado a enfrentarse a aquellos a los que había agraviado persistía en el borde de sus pensamientos, y empeoraba cuando los sonidos de regocijo asaltaban sus oídos desde abajo.
Cada risa calculada y cada conversación superficial le recordaban la superficialidad que ahora despreciaba. El ambiente era tóxico, sofocante, pero inevitable.
Necesitaba enfrentarse a él, comprometerse con él si quería cumplir sus responsabilidades como hijo de la casa Phenex y hacer las paces con sus amigos. Sin embargo, la perspectiva de enfrentarse a las consecuencias de sus acciones pasadas le hacía anhelar escapar, huir de las cargas que parecían demasiado pesadas de soportar.
Y Grayfia", pensó Naruto con un suspiro apenas reprimido. Su corazón se apretó ante la mera mención de su nombre en su mente. ¿Cómo voy a enfrentarme a ella después de todo? ¿Después de haber desaparecido sin decir palabra, dejándola que se pregunte y se preocupe, que sufra el dolor de mi ausencia sin consuelo? ¿Cómo podré mirarla a los ojos, sabiendo que soy la causa de las cicatrices de su corazón?
Su relación con Grayfia había sido profunda y compleja, tejida con hilos de amor intenso y conflicto devastador. La idea de reavivar cualquier tipo de conversación con ella, por no hablar de la reconciliación, le llenaba de una sobrecogedora mezcla de expectación y temor.
Sus temores no eran infundados. La interacción con Selah había reabierto viejas heridas, recordándole la profundidad emocional y las cuestiones sin resolver que le aguardaban. También había aumentado su ansiedad por enfrentarse a Grayfia, cuyos sentimientos no podía predecir ni controlar.
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Naruto - El héroe Fénix
RandomEl heredero del clan Phenex, el héroe supremo de la guerra civil de los demonios, Naruto Phenex, era conocido como el demonio más fuerte que jamás había caminado por el inframundo. Pronto sería coronado como Lucifer, aunque desapareció sin dejar ras...