introduccion

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Sophia Buckley siempre supo que su vida no seguiría el camino habitual. A los 18 años, decidió dejar atrás su hogar en los Estados Unidos y emprender una aventura en Latinoamérica. Con una mezcla de emoción y miedo, se sumergió en un mundo completamente nuevo, donde descubrió su verdadera vocación: la enseñanza. Durante los años que vivió allí, Sophia estudió magisterio y profesorado, y mientras lo hacía, aprendió a ver la vida desde otra perspectiva. Las culturas vibrantes y los desafíos cotidianos de adaptarse a un nuevo país la moldearon, transformándola en una mujer resiliente y segura de sí misma.

A los 22 años, regresó a Miami. Aunque Latinoamérica le había enseñado mucho, sabía que quería llevar su experiencia a las aulas de su país. El proceso no fue fácil; tuvo que pasar por un examen riguroso para poder ser reconocida como profesora en Estados Unidos. A los 25, sintió que era hora de un nuevo cambio. Los Ángeles se convirtió en su nuevo destino, un lugar que le ofrecía una nueva vida y, lo más importante, la oportunidad de reencontrarse con su hermano, Buck.

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El día que Sophia llegó a Los Ángeles, el aire estaba cargado de emoción. Buck había estado en su mente durante todos esos años, pero verlo de nuevo después de tanto tiempo le llenaba de nervios. Mientras caminaba por el aeropuerto, las memorias de su infancia juntos, las risas y las travesuras, volvían como una corriente incontrolable. Ahí, al otro lado de la puerta de llegadas, estaba él.

Buck no había cambiado mucho; seguía teniendo esa sonrisa traviesa que Sophia recordaba. Cuando sus ojos se encontraron, fue como si el tiempo se desvaneciera. Sophia soltó su maleta sin pensarlo dos veces y corrió hacia él. El abrazo fue tan fuerte que ambos sintieron que todo el peso de los años y la distancia desaparecía en ese instante.

—Te extrañé tanto, Soph —murmuró Buck con la voz rota por la emoción.

—Yo también te extrañé, Buck. —Sophia se aferró a él con lágrimas en los ojos, sintiendo que por fin estaba en casa.

Desde ese día, Los Ángeles dejó de ser solo una ciudad nueva; se convirtió en su hogar, gracias a Buck.

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Unos días después de haberse instalado en Los Ángeles, Sophia fue invitada por Buck a la estación 118. Había oído tanto de su trabajo como bombero, pero conocer de cerca ese mundo era algo completamente diferente. Entrar a la estación le hizo sentir una mezcla de curiosidad y nervios. Aunque Buck le había hablado de sus compañeros, la realidad siempre era distinta.

Cuando Sophia cruzó la puerta, el primero en acercarse fue Hen. Con su cálida sonrisa y actitud amigable, rompió cualquier barrera de incomodidad que Sophia pudiera haber tenido.

—Así que tú eres la famosa hermana de Buck —dijo Hen con un brillo en los ojos, extendiéndole la mano—. Soy Hen, bienvenida a la 118.

Sophia rió y estrechó su mano. —Famosa, ¿eh? No sabía que Buck hablaba tanto de mí.

—Oh, créeme, lo hace —agregó Chimney, uniéndose a la conversación—. ¿Y de dónde sacaste esa sonrisa encantadora? No puede haber salido de la misma familia.

Sophia no pudo evitar reírse. —Supongo que uno tenía que tener algo de encanto.

Bobby, el capitán, también apareció para darle la bienvenida de manera cálida y respetuosa, con esa autoridad tranquila que marcaba su liderazgo en la estación. En ese momento, Sophia supo que Buck no solo había encontrado una estación, sino una familia.

Las semanas pasaron, y Sophia fue tejiendo lazos más profundos con el equipo. Athena, quien también era parte de la comunidad, se convirtió en alguien cercano a ella, y pronto, Sophia sintió que tenía un círculo de apoyo sólido. Las cenas compartidas, los momentos de risa y también los de preocupación formaron un vínculo irrompible entre ellos.

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Había pasado un año desde que Sophia se mudó a Los Ángeles. Su vida se había transformado completamente: ahora trabajaba en dos institutos como profesora de español, siguiendo su pasión por la enseñanza. Aunque su trabajo era demandante, siempre encontraba tiempo para su hermano y para la familia que había construido en la estación 118.

Sophia se sentía plena, rodeada de personas que la apoyaban y la querían. Buck era su roca, y el equipo de la 118, junto con Athena, le habían mostrado que la familia no siempre es de sangre. Ahora, mientras miraba hacia el futuro, sabía que, sin importar los desafíos que vinieran, estaba exactamente donde debía estar: en casa, con aquellos que la habían aceptado sin reservas.

 Ahora, mientras miraba hacia el futuro, sabía que, sin importar los desafíos que vinieran, estaba exactamente donde debía estar: en casa, con aquellos que la habían aceptado sin reservas

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un fanfic nuevo , espero que les guste

Entre Llamas y Destinos (Eddie Diaz)(911)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora