Sophia se preparaba para otro día de trabajo. El sol ya estaba alto y el calor se sentía en el aire, por lo que decidió ponerse algo cómodo: un vestido ligero de colores suaves y unas sandalias. Hoy le tocaba ser suplente en una escuela donde trabajaba su amiga Jessica, a quien ya había suplantado varias veces, lo que le permitía conocer bien a los niños.
Antes de dirigirse a la escuela, hizo una breve parada en una panadería para comprar unas galletas, sabiendo lo mucho que a los pequeños les gustaban esos detalles. Con la bolsa de galletas en mano, condujo su auto hasta la escuela, sintiéndose emocionada por ver a los niños nuevamente.
Al llegar, estacionó su coche y bajó con una sonrisa en los labios. A pesar de estar unos minutos tarde, sabía que los niños la recibirían con entusiasmo. Caminó hasta la entrada y, al llegar al aula, el director ya estaba allí esperándola.
—Buenos días, señorita Buckley —la saludó amablemente.
—Buenos días, director —respondió Sophia con una sonrisa, mientras ambos entraban al aula.
El director se adelantó a hablar con los niños:
—Buenos días, pequeños. Hoy la miss Jessica no estará presente, pero como siempre tenemos a su suplente favorita, así que disfrutarán de una clase con la miss Sophia.
La reacción fue inmediata: los niños aplaudieron con alegría, algunos incluso se levantaron de sus asientos para abrazarla y decirle lo mucho que la habían extrañado. Sophia les devolvió el gesto, sonriendo ampliamente mientras se agachaba para abrazarlos de vuelta.
—¡Yo también los extrañé, chicos! —les dijo mientras dejaba sus cosas en el escritorio.
El director se despidió con un gesto y cerró la puerta, dejándola a cargo del grupo. Mientras los niños regresaban a sus asientos, Sophia notó a un niño que no había visto antes. Se trataba de un pequeño que la observaba desde su pupitre, un poco más reservado que los demás.
—Bueno, niños, los extrañé mucho —comenzó—, pero veo que tenemos un compañero nuevo. Voy a presentarme primero. Soy Sophia Buckley, soy maestra y profesora desde que tenía 22 años, y me encanta esta profesión. —Dijo esto último con una sonrisa genuina—. ¿Cómo te llamas, pequeño?
El niño levantó un poco la mirada, tímido pero decidido.
—Soy Christopher Díaz y tengo 7 años —respondió con una voz suave, pero clara.
Al escuchar su nombre y notar las muletas que utilizaba para moverse, Sophia dedujo que probablemente tuviera alguna condición de salud, pero no quiso hacer que se sintiera incómodo. En cambio, sonrió dulcemente y le respondió con calidez.
—Es un gusto conocerte, Chris. Eres un niño muy bonito.
El comentario hizo que el pequeño Christopher sonriera con timidez, mientras los demás niños lo miraban con curiosidad.
—Para empezar las clases, pensé que sería bueno compartir algo rico —dijo Sophia, levantando la bolsa de galletas que había traído—. Hoy las compré, pero prometo que la próxima vez las cocinaré yo misma.
Los niños aplaudieron nuevamente mientras Sophia distribuía las galletas, asegurándose de que todos recibieran una, incluida Chris. Después de un rato de disfrutar de su pequeño refrigerio, Sophia se dispuso a comenzar con la clase de español, la cual decidió enseñar a través de juegos interactivos, sabiendo que esa era la mejor manera de captar la atención de los pequeños.
A lo largo de la mañana, Sophia observó que Christopher era inteligente y participaba con entusiasmo en los juegos. Su dulzura y energía, a pesar de las dificultades físicas que enfrentaba, la conmovieron profundamente. Mientras la clase avanzaba, notó cómo los otros niños lo aceptaban y ayudaban sin reservas, lo que le provocó una sonrisa de orgullo por el grupo.
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Entre Llamas y Destinos (Eddie Diaz)(911)
FanfictionSophia Buckley siempre ha sido la fuerza tranquila en la vida de su hermano Buck y el equipo de la estación 118. Como profesora de español, ha construido una carrera sólida y ha encontrado un lugar donde sentirse parte de algo. Todo cambia cuando co...