Capítulo 7: Límites Borrosos

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Al día siguiente, Tzuyu despertó con el cuerpo pesado y la mente nublada. El recuerdo de la noche anterior seguía tan fresco como una quemadura. Mina estaba profundamente dormida a su lado, con una expresión serena que contrastaba con el caos interno de Tzuyu. Mientras se vestía en silencio, tratando de no despertar a Mina, su mente giraba sin cesar. Había cruzado una línea que había jurado no cruzar, y ahora no sabía cómo volver atrás.

Con cada paso que daba hacia la puerta del apartamento, sentía una creciente sensación de culpa. El placer y el deseo de la noche anterior se habían desvanecido, dejando solo una sensación incómoda. ¿Cómo podría mirar a Mina de nuevo? ¿Cómo podría regresar al gimnasio y continuar como si nada hubiera pasado? Pero, más que eso, Tzuyu se preocupaba por lo que esto significaba para ella misma. Había perdido el control de una manera que nunca antes había experimentado, y eso la asustaba.

Al salir del apartamento, sintió el aire fresco de la mañana golpear su rostro. Se quedó un momento en la entrada, tomando aire profundamente, intentando recuperar su compostura. Necesitaba tiempo para pensar, para procesar lo que había sucedido y decidir qué hacer a continuación. Pero sabía que el tiempo era algo que no tenía. La próxima sesión con Mina estaba a pocas horas de distancia, y no podía permitirse el lujo de huir.

Tzuyu llegó al gimnasio más temprano de lo habitual, tratando de distraerse con cualquier tarea mundana que pudiera encontrar. Organizó el equipo, revisó los horarios de los clientes y limpió las máquinas de pesas, pero nada lograba apartar de su mente lo que había pasado la noche anterior.

Poco después, el sonido familiar de la puerta del gimnasio abrió el paso a Mina. La vio entrar, vestida con su ropa de entrenamiento habitual, con una sonrisa radiante como si nada extraño hubiera sucedido entre ellas.

— ¡Hola! — saludó Mina con su típica energía, acercándose a Tzuyu sin una pizca de incomodidad.

Tzuyu tragó saliva, intentando sonar neutral.

— Hola, Mina. ¿Lista para entrenar? — respondió, haciendo un esfuerzo monumental por mantener el tono profesional.

Mina asintió y comenzó con su calentamiento, mientras Tzuyu intentaba concentrarse en el trabajo. Pero cada vez que sus ojos se encontraban, Tzuyu sentía que sus emociones la traicionaban. Había una conexión entre ellas que ahora era innegable, una química que iba más allá del simple deseo físico. Sin embargo, mientras Mina parecía cómoda con todo lo que había sucedido, Tzuyu no podía dejar de pensar en las implicaciones.

Durante la sesión, Tzuyu mantuvo su distancia física, evitando cualquier contacto innecesario. Pero Mina, siempre juguetona, no tardó en notar su comportamiento.

— Estás diferente hoy, — comentó Mina en medio de un ejercicio de pesas. Su tono era suave, pero había un matiz de picardía en sus palabras—. ¿Pasa algo?

Tzuyu se detuvo, sin saber cómo responder. No quería parecer afectada, pero tampoco podía fingir que nada había cambiado.

— Solo estoy concentrada en el entrenamiento, — respondió de manera evasiva, esperando que la conversación terminara ahí.

Pero Mina no era del tipo que dejaba pasar las cosas tan fácilmente. Se levantó, dejando las pesas a un lado y acercándose lentamente a Tzuyu. El gimnasio estaba vacío, lo que hacía que la atmósfera se sintiera aún más cargada.

— ¿Estás preocupada por lo de anoche? — preguntó Mina en voz baja, deteniéndose frente a Tzuyu. Sus ojos se encontraron, y en ellos había una mezcla de curiosidad y desafío.

Tzuyu no sabía qué decir. Claro que estaba preocupada. Estaba aterrada. Pero, al mismo tiempo, el deseo que sentía por Mina no había desaparecido, y eso la confundía aún más.

— Esto es complicado, Mina, — admitió finalmente, pasando una mano por su cabello en un gesto de frustración—. No es solo... no es solo una atracción física. Es más que eso, y eso me asusta.

Mina frunció ligeramente el ceño, como si estuviera procesando lo que Tzuyu había dicho. Luego, sonrió de nuevo, aunque esta vez fue una sonrisa más suave, casi comprensiva.

— Lo entiendo, — respondió, dando un paso hacia atrás, dándole espacio a Tzuyu—. Pero no tienes que tener miedo de lo que sientes. No conmigo.

La sinceridad en la voz de Mina tomó a Tzuyu por sorpresa. Siempre la había visto como alguien segura de sí misma, alguien que jugaba con el deseo y la seducción como si fuera un juego. Pero en ese momento, había una vulnerabilidad en Mina que Tzuyu no había visto antes.

— ¿Y qué hacemos entonces? — preguntó Tzuyu, sintiéndose más perdida que nunca—. ¿Seguimos pretendiendo que esto es solo una atracción pasajera?

Mina se acercó de nuevo, esta vez más lentamente. Levantó una mano y la colocó suavemente sobre el brazo de Tzuyu, haciendo que todo su cuerpo se estremeciera ante el contacto.

— No lo sé, — admitió Mina, su voz apenas un susurro—. Pero no quiero que esto sea solo una aventura. Quiero saber qué es lo que hay entre nosotras, y no me importa si nos lleva tiempo descubrirlo.

Tzuyu no pudo evitar sentir una oleada de emociones ante esas palabras. Mina estaba dispuesta a explorar lo que había entre ellas, a pesar de lo complicado que podía ser. Y aunque Tzuyu todavía sentía miedo, también había una parte de ella que quería lo mismo.

Sin decir nada más, ambas continuaron la sesión de entrenamiento, pero la dinámica entre ellas había cambiado. Ya no había juegos ni tensión incómoda. Lo que quedaba ahora era una comprensión mutua, una promesa tácita de explorar lo que fuera que estuviera creciendo entre ellas, sin prisas, pero sin detenerse.

"Diet o SexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora