Los días pasaron, y Tzuyu intentó, sin éxito, mantener su vida profesional intacta. Cada vez que Mina llegaba al gimnasio, el mundo de Tzuyu tambaleaba. Sus miradas furtivas, las sonrisas juguetonas y la tensión sexual no desaparecían; más bien, parecían intensificarse con cada interacción. El gimnasio, un lugar que antes representaba orden y control, se había convertido en un campo de tentación y caos.
Tzuyu se encontraba luchando con un conflicto interno. Sabía que esto no podía continuar así. Era su reputación, su trabajo y su integridad en juego. Pero Mina parecía tener un poder sobre ella que la desarmaba. No era solo el deseo físico; había algo en la forma en que Mina la miraba, como si la desafiara a ser alguien diferente, alguien que no estaba tan rígido con las reglas.
Un martes por la noche, mientras Tzuyu cerraba el gimnasio, un mensaje llegó a su teléfono. Era de Mina:
Mina: "¿Nos vemos después? Tengo algo que hablar contigo."
Tzuyu miró el mensaje durante varios minutos antes de responder. Sabía que ver a Mina fuera del gimnasio solo complicaría las cosas más de lo que ya estaban. Pero algo en ella no podía decir que no.
Tzuyu: "Está bien. ¿Dónde?"
Mina: "Ven a mi departamento. Te mando la dirección."
Minutos después, Tzuyu tenía la dirección de Mina en su teléfono. Su corazón latía rápido mientras conducía hacia el lugar. Sabía que esto era un error, pero no podía detenerse. Todo lo que había pasado en las últimas semanas la había arrastrado hacia este momento, y, aunque intentaba mantenerse firme, sabía que se estaba dejando llevar por el deseo.
Al llegar al edificio, subió al apartamento de Mina. Cuando la puerta se abrió, Mina estaba allí, con una sonrisa juguetona en el rostro. Llevaba una camiseta holgada y unos shorts, su apariencia completamente relajada. Pero la mirada en sus ojos era la misma de siempre, cargada de una intensidad que no podía ignorar.
— Me alegra que hayas venido, — dijo Mina, dejándole pasar y cerrando la puerta detrás de ella.
Tzuyu, nerviosa, se cruzó de brazos, intentando parecer despreocupada, aunque por dentro estaba en llamas. El apartamento de Mina era amplio y moderno, pero lo que más llamó la atención de Tzuyu fue la atmósfera íntima que lo envolvía. Las luces eran tenues, y una suave música sonaba de fondo. Todo el lugar parecía preparado para algo más que una simple conversación.
— Dijiste que querías hablar, — comenzó Tzuyu, intentando mantener el enfoque en lo que estaba ocurriendo.
Mina se acercó lentamente, y Tzuyu sintió cómo su corazón comenzaba a latir más rápido. La proximidad de Mina la ponía en un estado de alerta, pero también la hacía bajar la guardia de maneras que no entendía.
— Quiero hablar... — murmuró Mina, sus labios curvándose en una pequeña sonrisa—. Pero también quiero algo más.
Antes de que Tzuyu pudiera responder, Mina la tomó de la mano, llevándola al sofá. El contacto entre ellas era eléctrico, como siempre. Mientras se sentaban, Tzuyu notó que Mina la miraba con esa misma intensidad que había visto en el gimnasio, pero ahora, en la privacidad del apartamento, la energía entre ellas era aún más peligrosa.
— No puedo seguir con esto, Mina, — dijo Tzuyu, aunque su voz sonaba más insegura de lo que pretendía.
Mina se inclinó hacia ella, sin romper el contacto visual, sus labios peligrosamente cerca de los de Tzuyu.
— ¿De verdad? — susurró Mina—. Porque no parece que estés tan convencida.
Tzuyu sabía que Mina tenía razón. Todo en ella estaba dividido entre el deber y el deseo, y cada vez que Mina la miraba de esa manera, sus defensas caían más y más. Sintió cómo Mina tomaba su mano y la guiaba hacia su propio cuerpo, y en ese momento, Tzuyu supo que estaba perdiendo la batalla interna que había librado.
El beso fue inevitable. Esta vez, no hubo resistencia ni duda. Sus labios se encontraron con una pasión que había sido reprimida durante semanas. Las manos de Tzuyu se deslizaron por el cuerpo de Mina, mientras ambas caían lentamente sobre el sofá, entrelazadas en el calor del momento. El control que tanto había intentado mantener se desvanecía con cada segundo que pasaba, y ahora, solo quedaba el caos del deseo.
— Lo sabía, — susurró Mina contra los labios de Tzuyu, sus manos explorando cada centímetro de su piel—. Sabía que no podías resistirlo.
Tzuyu no respondió, solo dejó que el momento la consumiera. El placer y la culpa se entrelazaban, pero en ese instante, nada más importaba. Era como si todo lo que había sido su vida antes de Mina se hubiera desmoronado, y ahora, en los brazos de esta chica, estaba descubriendo una versión de sí misma que nunca había conocido.
La noche se alargó entre susurros y caricias, entre besos y suspiros. Ninguna de las dos mencionó las consecuencias, ninguna se atrevió a romper el hechizo de lo que estaban viviendo. El mundo exterior parecía lejano, irrelevante. Solo existían ellas dos, y el deseo que las unía.
Pero cuando todo terminó, cuando el calor del momento se disipó, Tzuyu se quedó mirando el techo, sintiendo cómo la realidad volvía lentamente a instalarse en su mente. Sabía que esto no podía continuar así, que estaban jugando un juego peligroso que solo podría terminar mal.
Y, sin embargo, mientras Mina dormía a su lado, Tzuyu no podía evitar pensar en cuándo sería la próxima vez.
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"Diet o Sex
ContoTzuyu siempre había sido disciplinada. Como entrenadora personal en uno de los gimnasios más exclusivos de la ciudad, su dedicación al fitness y la vida saludable era innegable. Con su físico imponente y su aura confiada, no solo atraía la atención...