6. Mudanza.

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—Hola, buenos días. ¿El licenciado Amaguni está disponible ahora?

—Oh, eh... Claro, (a)_______-san.

—Gracias.— dije abriéndome paso y abrí la puerta sin siquiera ser anunciada —¡Licenciado Amaguni!— dije sonando alegre y cerré la puerta una vez que entré. Dejé mi portafolio en una de las sillas y me acerqué a abrazarlo y, por supuesto, besarlo.

—¿Que haces aquí? ¿Por qué no me avisaste que vendrías?

—¿Que? ¿No puedo venir de sorpresa? ¿A caso invitas a la otra a tu oficina?— el rio dándome un beso más.

—Hoy no es su día.— le di un golpe en el hombro —¿Que necesitas?

—¿Recuerdas la casa hermosa del centro que no había logrado vender?

—¿La que decías que era la casa de tu sueños?— cubrí mi boca fingiendo sufrir.

—Esa. Pues dejame decirte que por fin tengo un comprador. Lo sé, es triste, pero hey, por fin la vendí y la comisión será maravillosa.— dije sentándome y buscando entre mis cosas.

—Oh, así que me invitarás a una cena cara, supongo.

—Sip. Y... Necesito que me ayudes con el contrato.— dije mostrandoselo.

—¿Por?

—Bueno, mi cliente prefiere mantenerse anónimo. No me explicó mucho porque solo ha mandado mensajes pero, está dispuesto a hacer el depósito en cuanto le entregue las llaves así que... Seguramente usted, licenciado Amaguni, tiene buenas ideas para las clausulas de un contrato de este tipo.

—¿Huh? ¿De verdad confías en alguien así?

—Habrá un contrato. No le daré nada hasta que haga el pago y, también quiero que me acompañes el día de cierre para que puedas, como mi abogado, hacer los papeles de propiedad y eso en confidencialidad. ¿Que dices? La comisión pagará tus honorarios, claro.— él sonrió negando.

—Bien. Confiaré en ti. ¿Cuando hay que estar en la propiedad?— preguntó quitándome el contrato.

—El viernes.— sonreí mientras lo veía caminar a su silla. Dios, se veía tan guapo —Estaba por confirmarme la hora. No sabía si a las 11 o a la 1, pero bueno. El viernes puedo invitarte a almorzar o a comer dependiendo la hora que él elija.

—Okay, logras convencerme.— dijo mientras leía —¿Me acompañas hoy a comer?

—¡Si!— me dedicó una mirada rápida junto a una sonrisa y siguió en lo suyo.

    

( • • • )

    

Ya me encontraba esperando afuera de la casa. La reunión terminó siendo a las 11, así que Hitoya y yo después de esto iríamos a almorzar.

—Hola, cariño— llegó besándome —¿Aún no llega?

—Noup. Pero no debe de tardar. Aún faltan 10 minutos. Pero, oye... Tu vienes hoy muy guapo, ¿Por qué?— cuestioné.

Hitoya siempre ha sido de estilo casual. Elegante, pero casual. Nunca suelta su chamarra bicolor, pero hoy... Traía el traje completo.

Rio mientras acomodaba el nudo de su corbata.

—Tu cliente es especial, ¿No? No quiero que piense que no tomamos esto en serio.— rei ayudándole con el nudo. Se notaba que no estaba acostumbrado.

Un par de claxons sonaron. Unos camiones de mudanza se acercaban. Mi cliente no tardaba en llegar.

—Buenas tardes. Nos dieron está dirección para una mudanza el día de hoy.

—Ah... Hum... Si, claro. Solo que aún no los puedo dejar pasar. El-...— una notificación en mi teléfono llegó, al mirar, era un mensaje del banco. El depósito estaba hecho... Era una cantidad tan grande... —No, si. Ya pueden pasar...— dije abriéndo la puerta principal.

—¿Ya? ¿Así sin más?

—Ya depositó— dije mirándolo con emoción. El asintió.

—¿Y a qué hora-...?— ahora su teléfono sonó. Lo miró un momento —¿El número de tu cliente termina en 68?— rápidamente revisé asintiendo. Contestó y se alejó un poco.

No entendía que pasaba, ¿Por qué le habla a él? Bueno, venía su contacto en el contrato que mandé. Seguro por eso decidió que era buena idea hablarle directamente.

—¿Qué sucede?— pregunté preocupada cuando regresó a mi lado.

—Problemas del trabajo.— dijo buscando en su portafolio.

—¿Eh? ¿Con mi cliente? ¿Algo malo?— sacó un folder y me lo dió. Lo ví, dándome cuenta que era el contrato —¿Que? Hitoya, no entiendo a qué te refieres.— él suspiró y me posicionó en la hoja de firmas. Cómo vendedora estaba la mía, y como el comprador... ¿La suya?— lo miré confundida.

—Agradezco sus atenciones, (a)_______. Sin duda mi esposa será muy feliz con esta casa.— no sabía que decir. Estaba... ¿Cómo? El soltó una risa, seguro por mi notable confusión —¿Qué? Creí que era la casa de tus sueños.

Algo en mi cabeza hizo clic y cubrí mi rostro. Quería llorar, pero no podía. La emoción era más.

—¿Tú fuiste mi cliente todo este tiempo? ¡¿Por qué la compraste?!— me quejé y lo miré.

—Necesitaba que no te dieras cuenta de mis intenciones. Conociéndote, no me dejarías comprarla.— se acercó y rodeo mi cintura —¿Te gustó tu regalo de bodas?

—¿Mi qué?— una de sus manos me soltó y buscó entre su bolsillo algo. Sacó un anillo. Lo solté por inercia y me alejé tratando de contener mi emoción. Cuando voltee, ya estaba incado.

—Ven aqui— pidió y claro corrí a él —Te he hecho feliz por varios años. Te he apoyado en tu carrera y tú en la mía. Y ahora, te acabo de comprar una casa. Así que... Lo mínimo que esperaría de ti, es que aceptes ser mi esposa.

—Eso suena a chantaje.

—¿Dirás que no?

—No— dije acercándome a besarlo. Él se levantó cargándome y me dió vueltas.

—Entonces, señora Amaguni... Vayamos a almorzar, porque tiene mucho que desempacar para su nuevo hogar.

—¿Fuiste por...?— me dió la razón —Dios, Hitoya. Eres muy astuto.

—Por eso soy el mejor abogado de Nagoya— dijo ofreciendome su brazo —Recuerda que me prometiste el almuerzo de hoy. Y una cena cara con tu comisión...

—Y veo que no desperdicias ni una sola oportunidad.











































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Amamos a mi lindo licenciado🥰

Tiene mucho que no escribía algo de él y sin duda amé.

Espero que a ustedes también les haya gustado💕

-Choki.

FLUFFTOBER 2024 | HYPMICWhere stories live. Discover now