𝟏𝟒

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La vida estaba tomando forma, como si las piezas de un rompecabezas que antes parecían dispersas comenzaran a encajar por sí solas. Jennie sentía que, poco a poco, todo lo que la rodeaba encontraba su lugar. No se trataba solo de los aspectos prácticos, como aprender a manejar o adaptarse a su nuevo apartamento, sino de algo mucho más profundo. Era como si sus días fluyeran con una facilidad que no había experimentado antes. Cada pequeño logro, cada paso hacia su independencia, la hacía sentir que este nuevo capítulo en su vida era más natural de lo que había imaginado.

En ese sentido, lo que previamente parecía ser una situación extraordinaria, llena de cambios y desafíos, ahora se sentía como lo verdaderamente normal. Como si, finalmente, estuviera encaminándose hacia donde siempre había debido estar. El caos que había marcado su vida antes de mudarse, las dudas y los miedos, ahora se desvanecían a medida que los días pasaban, dejándola con una sensación de tranquilidad y control.

Las decisiones que con antelación le causaban ansiedad, como aprender a manejar o tomar responsabilidades más grandes, ahora se sentían como pasos naturales. Y aunque todavía había momentos en los que se detenía a pensar en lo rápido que había cambiado todo, se daba cuenta de que este ritmo, esta estabilidad, era lo que siempre había estado buscando, aunque no lo supiera.

Todo parecía estar en su lugar, como si la vida misma la estuviera guiando en la dirección correcta.

Días después de su primera clase de manejo, Jennie fue contactada nuevamente por Walter. Estaba comprometida con su aprendizaje, siempre llegando temprano y siguiendo al pie de la letra cada indicación del asistente que le habían asignado. Aunque aún le costaba un poco acostumbrarse a la idea de estar detrás de un puesto importante o al menos un trabajo vital, su determinación la mantenía enfocada.

Siempre atenta a los detalles, Lisa había contratado a un abogado para que revisara el contrato que le ofrecían. Jennie, tras revisar cuidadosamente los términos y asegurarse de que todo estaba en orden, firmó el documento al finalizar su recorrido de aprendizaje. La paga era de unos $8,500 al mes, lo cual le parecía increíble, casi demasiado bueno para ser verdad.

Aunque al principio le sorprendió la cantidad, rápidamente le explicaron que, en Nueva York, con los altos costos de vida y los estándares salariales de empresas de ese calibre, era una cifra bastante estándar. Jennie comprendió que, a pesar de lo elevado que podía parecer, era necesario para mantener una vida cómoda en una ciudad tan cara. Aun así, no pudo evitar sentirse emocionada por tener un salario tan generoso.

Además, considerando que ese sería su sueldo neto después de las deducciones del seguro, Jennie se sintió aún más emocionada. Sin embargo, al principio no entendía del todo cómo funcionaba el tema del seguro, algo que tuvieron que explicarle con detalle. Nunca había tenido que lidiar con términos como "deducciones", "cobertura" o "gastos de responsabilidad", ya que no estaba familiarizada con este tipo de compromisos financieros. Sin una familia a su lado para guiarla en esos aspectos, todo parecía nuevo para ella.

Una vez que le quedó claro, Jennie comprendió que esos $8,500 mensuales serían lo que tendría para cubrir no solo el seguro del auto, sino también la gasolina, los servicios del hogar, el mantenimiento del vehículo, la comida, y todas sus demás necesidades. Aunque al principio esto sonaba abrumador, la idea de manejar ese tipo de dinero le producía una sensación de independencia que nunca había experimentado.

Le parecía una fantasía, como si de repente estuviera viviendo la vida de alguien más. A pesar de los gastos, tener esa cantidad fija cada mes le daba una seguridad que no había sentido antes. Ahora, podía permitirse pequeños lujos, como comprar ropa de moda sin preocuparse tanto por el precio o salir a cenar a lugares más elegantes. Claro, sabía que tendría que ser responsable con el presupuesto, pero la idea de que por fin podía sostenerse completamente sola, sin depender de nadie más, la hacía sentir poderosa y capaz.

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