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Ecos de falsas mentiras
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El sol brillaba en lo alto cuando llegamos al puerto, el murmullo de las olas chocando contra el muelle y el constante bullicio de turistas y locales creaban el escenario perfecto para lo que estábamos a punto de hacer. Gavin caminaba a mi lado, tenso, con las manos en los bolsillos de su chaqueta, mirando todo menos a mí. Su incomodidad era tangible, lo que hacía más difícil la tarea que teníamos por delante.

—Recuerda lo que hablamos en la habitación, Reed —le susurré mientras nos acercábamos al punto de encuentro—. Natural, pero creíble. No necesitamos exagerar.

—Lo sé, lo sé —gruñó, apretando los dientes—. Solo no te pases de listo. No soy de los que hacen shows en público.

Ese comentario me hizo recordar ciertos shows como verlo en ropa interior entrando a la habitación de una señora o saliendo totalmente embriagado de una fiesta en el trabajo. Si esos no fueron shows, no sé cuál es el concepto que tiene sobre ello.

—No te preocupes, solo haz lo necesario y será suficiente —dije tratando de sonar natural.

El contacto local nos pondría a prueba para determinar si somos aptos para la misión, por lo que debía vernos como una pareja normal de recién casados, felices y empalagosos. El problema es que hasta ahora habíamos evitado cualquier muestra de afecto. Pero aquí, donde los ojos de los demás estarían atentos, era necesario. El primer paso sería tomar su mano, un gesto simple, pero importante. Nos habíamos estacionado a un par de cuadras, y mientras caminábamos por el muelle, la distancia entre nosotros parecía insalvable.

Observé de reojo la tensión en su mandíbula, los hombros rígidos, y supe que no sería fácil.

—Gavin... —mi tono era suave, casi conciliador, mientras estiraba una mano hacia él.

Por un segundo, pensé que me ignoraría. Pero para mi sorpresa, soltó un suspiro irritado y, con evidente incomodidad, entrelazó sus dedos con los míos. El contacto fue frío, distante, y su mano permanecía rígida en la mía, como si el simple acto de sostenerla le causara un dolor físico.

—Esto es ridículo —murmuró entre dientes, mirando a cualquier lugar que no fuera nuestras manos unidas—. Deberían pagarme el doble por esto.

—Lo estás haciendo bien —respondí con una sonrisa falsa, manteniendo las apariencias mientras caminábamos juntos por el muelle.

Nos acercamos a una pequeña terraza junto al puerto, donde el contacto nos esperaba, sentado en una mesa con vista al mar. Llevaba gafas oscuras y una gorra que disimulaba su rostro, pero su postura era relajada, claramente observándonos desde que habíamos aparecido en su campo de visión.

—Allí está —le susurré a Gavin, y él asintió casi imperceptiblemente.

Antes de acercarnos, sentí que necesitábamos un gesto más convincente. Algo que despejara cualquier duda que el contacto pudiera tener sobre nuestra relación. Con un pequeño tirón de la mano de Gavin, lo acerqué un poco más a mí.

—¿Qué carajo haces? —murmuró entre dientes, sus ojos estaban llenos de furia.

—Confía en mí —dije rápidamente al notar que nos observaban, y sin darle tiempo a protestar, me incliné hacia él y besé su mejilla, un roce ligero, apenas un segundo, lo justo para ser convincente, luego tomé  sus manos y mientras lo veía fijamente, besé el dorso con suavidad.

El impacto fue inmediato. Gavin se tensó por completo, sus ojos se abrieron con sorpresa y por un segundo pensé que me golpearía ahí mismo. Pero mantuvo el control, tragando el enojo y forzando una sonrisa que, si no supiera que era falsa, casi habría creído.

Bad Liar [Gavin x RK900]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora