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-Odio Seattle

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-Odio Seattle. El sol parece odiarlo también.

-¿No es raro que para ser una vampira te guste tanto el sol? –cuestiona Di, cómodamente sentada en uno de los enormes sillones orejeros.

Jane ha ocupado su cama sin ni siquiera pedir permiso y Alec está sentado en otro de los sillones, ojeando un libro sin demasiado interés. Ninguno está de especial buen humor después de enterarse de que tendrán que ir a Seattle a comprobar una situación potencialmente complicada.

-Soy una mujer compleja.

-Ni que lo digas. –murmura Alec ganándose una mirada asesina de su hermana. El mellizo se encoge de hombros. –No estaríamos en esta situación si supieras respetar las normas.

-Para ser inmortal eres mortalmente aburrido, querido hermano.

Di ahoga una risa mientras Alec resopla, indignado. Cuando parece que los hermanos se han dejado de lanzar acusaciones, se atreve a hablar,

-¿Cómo de grave es lo de Seattle? Jasper y Emmett dice que sale en las noticias pero que no es como para tomar medidas.

-No es altamente preocupante, pero el amo Cayo quiere que lo tengamos controlado. –responde Alec, con tranquilidad.

-No quiere darle una excusa al amor Aro para adelantar su visita a Forks. –completa Jane que se incorpora con una agilidad grácil hasta quedar sentada en el borde de la cama. –Y lo usa como castigo para mí.

-Si hubieras seguidos las nor...

-Como completes esa frase te sacaré un ojo con el atizador de la chimenea.

Esta vez Diana no se moleste en disimular y suelta una risita baja justo en el momento en el que llaman a la puerta. Frunce ligeramente el ceño, nadie llama a su habitación, nunca. Bueno, salvo Alec pero él ya está ahí.

Intercambia una mirada con los mellizos que no parecen preocupados, de hecho parece que saben quién es pero no hacen ademán de abrir. Con más curiosidad que inquietud, Diana se levantar para abrir la puerta.

Y encontrarse directamente con el enorme guardia al que le arrancó un brazo. El vampiro la taladra con la mirada y, como reacción instintiva, Diana le cierra la puerta en las narices. Se gira para apoyar la espalda contra la madera, como si temiera que ese enorme ser derribara la puerta, para encontrarse con la mirada confusa de los mellizos.

-¿Por qué acabas de cerrarle la puerta a Felix? –pregunta Alec con la confusión adornando sus rasgos.

Diana anota mentalmente que el vampiro que probablemente quiera asesinarla se llama Felix.

-¿Qué hace aquí? –pregunta la loba a su vez.

-Es tu nuevo guardia. –responde Jane, levantándose de la cama y mirándola como si hubiera perdido la cabeza. -¿Pensabas que te dejaríamos sin vigilancia en nuestra ausencia?

Familia.  |  [Jasper Hale y Emmett Cullen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora