Familia. | [Jasper Hale y Emmett Cullen]

10

La casa está tal y como la había dejado hace unas semanas. Mientras Di y los chicos entran en ella después de haber estado un rato con el resto de los Cullen, dejando que Esme las alimentara a ella y a Bella, la cual la había estado esperando en la casa.

-¿De verdad creéis que Bella y Edward pondrán una fecha para la conversión? –pregunta cuando los tres se acomodan en el sofá, con un animado fuego crepitando en la chimenea.

-Ya has visto a Bells, está bastante segura de ello. –responde Emmett, con su enorme brazo sobre los hombros de su compañera.

-Y Edward debe superar sus...recelos. Es más importante mantenerla segura. Mantener seguros a todos. –completa Jasper, su mano apoyada sobre la pierna de Diana. Cuando clava la mirada en ella, hay cierta molestia, como el recuerdo de un enfado. –Y eso implica nada de decidir ser secuestrada por los Vulturi.

Diana suspira, sabe que ese momento llegaría, el momento en el que tendrían que conversar sobre todo lo que ha ocurrido durante las pasadas semanas.

-No tenía otra opción. –alza la mano cuando ve que Jasper frunce el ceño y Emmett abre la boca para protestar. –Lo digo en serio, chicos. No podía dejar que Alice se ofreciera y eso sin saber que era la compañera de Cayo. ¿Qué creéis que habría hecho Aro con ella si le hubiera puesto las manos encima?

-La habría usado para mantener la lealtad de Cayo. –responde sin dudar Jasper. –No es fácil encontrar un talón de Aquiles en alguien como él.

-Pero eso no quita que ofrecerte tú fuese una absoluta locura. –objeta Emmett. –Cayo odia a los lobos.

-Bueno, creo que le caigo bien...-ante las cejas alzadas de ambos vampiros, Di se encoge de hombros. -Todo lo bien que le puede caer alguien. Fue la mejor opción el ese momento. No me arrepiento de ello ni voy a disculparme. Haré lo que tenga que hacer por manteneros a todos a salvo.

Conforme habla sus palabras ganan firmeza, la seguridad de alguien que quiere proteger algo que siempre deseó y nunca tuvo hasta ahora: una familia.

-Aunque siento haberte robado la moto, eso sí.

Su confesión arranca una risa baja de Jasper, el atisbo de enfado se ha esfumado de sus ojos.

-Ni siquiera te creía capaz de conducirla sola, honestamente.

Diana bufa al más puro estilo Rosalie.

-Me subestimas.

Cuando Jasper se inclina hacia ella, puede ver un brillo travieso en su mirada que hace que en su estómago revoloteen cientos de mariposas invisibles.

-No lo volveré a hacer.

Su promesa es como una caricia antes de que sus labios se junten en un beso pausado pero intenso, como el amor que se sienten, como la alegría de volver a estar juntos. Pronto son los labios de Emmett los que toman el lugar mientras las manos de ambos la recorren.