Familia. | [Jasper Hale y Emmett Cullen]

05

Luna llena

El día en el que Jasper y ella han quedado empieza con Diana limpiando toda la casa de arriba abajo. No tiene demasiados muebles, sólo los que estaban ya dentro del hogar. Están viejos y desgastados pero Diana los limpia hasta que brillan.

Trabaja ese mismo sábado por la tarde pero, por suerte, estará libre para cuando anochezca. Es la primera luna llena que pasará sola. No es que su familia haya sido un apoyo para ella pero el hecho de tener que enfrentar esa noche en soledad, le asusta un poco.

Los golpes en la puerta la sacan de sus pensamientos. Le echa un último vistazo al salón, totalmente ordenado, con los libros de estudio encima de la mesa de la cocina y se dirige a abrir la puerta.

-Buenos días. –la sonrisa de Jasper elimina cualquier rastro de inquietud de su mente y se encuentra a sí misma sonriendo.

-Buenos días, Jasper.-De repente alguien aparece justo detrás de Jasper. Alguien que mira a Diana con una enorme sonrisa y alza la mano con la que sujeta un par de libros.-¡Emmett!

-¿Te importa que me una al estudio? –pregunta ante la sorpresa de la chica.

-No, claro que no pero, ¿estás seguro de querer estudiar un sábado? –mientras habla se aparta para dejarlos pasar. Emmett adelanta a Jasper, casi como si temiera que Diana cambie de idea.

-Claro que sí, es un plan...apasionante.

Diana aprieta los labios para contener la risa cuando ve a Jasper alzar ambas cejas ante el uso del adjetivo mientras pasa al interior, cerrando la puerta tras él. Los ojos dorados de ambos Cullen recorren su hogar y ella sólo puede pasar el peso de un pie a otro, esperando inquieta alguna crítica.

-Me gusta el estilo. –comenta Jasper, sus ojos recorriendo la madera desgastada de los muebles hasta las paredes blancas que contrastan con el suelo de madera oscura.

A Diana le gusta esa casita, a pesar de ser vieja y de que a veces el aire frío se cuela por la ventana de su habitación. Es lo primero que tiene que sea suyo. El primer sitio donde no teme ser rechazada. Quizás por eso es un alivio que al rubio también le guste.

-A mí también, aunque deberías cambiar la tele. –Emmett señala el viejo televisor que hay delante del sofá en una mesita. –Seguro que es malo para tu vista ver algo en ese cacharro.

Diana se encoge de hombros, restándole importancia.

-No veo demasiado la tele.

-¿Ni juegas a videojuegos?

-Nunca he jugado a un videojuego. –confiesa y alza una ceja ante la mirada de asombro de Emmett. La inseguridad vuelve a mordisquearle el estómago. –Eso es...¿malo?