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Finalmente, la mañana de la fiesta de Evan llegó, y William no podía evitar sentirse inquieto. Observaba cómo Michael corría frenéticamente por toda la casa, revisando a todos una y otra vez primero a Evan, luego a Elizabeth, y finalmente incluso a él. Esto se estaba repitiendo en ese orden

Mientras desayunaban, William intentaba concentrarse en su café, pero de repente sintió a Michael a su lado, acomodándole la camisa sin pedir permiso. Con un gran suspiro de exasperación, William apartó suavemente a Michael.

-¡Déjame en paz, Michael!-dijo con tono cansado, intentando mantener la calma. Michael soltó una queja y, sin perder un segundo, se dirigió a Elizabeth, retocándole el peinado por enésima vez.

Elizabeth frunció el ceño, molesta pero resignada. -¡Mike, ya está bien! Mi peinado está perfecto- dijo con un tono impaciente, intentando evitar que él siguiera ajustando cada mechón de su cabello.

Michael, sin embargo, no podía relajarse. La sensación de que algo podía salir mal lo consumía, y no podía evitar intentar controlarlo todo, aunque sabía que estaba empezando a molestar a todos.

No podía contener su ansiedad, y después de ajustar los moños de Elizabeth, regresó a donde estaba Evan. Aunque Evan no se quejaba de la atención constante de su hermano, esta vez lo vio examinando sus zapatos, murmurando algo sobre ponerle un casco para mayor seguridad.

—Mike, no quiero usar un casco— dijo Evan, un poco confundido pero sin sonar molesto. Michael se sorprendió al darse cuenta de que estaba hablando en voz alta. Con una ligera sonrisa incómoda, aceptó y se alejó, aunque claramente seguía preocupado.

Una vez más, Michael volvió a molestar a William, quien ya comenzaba a desesperarse.

—Michael, por favor, déjame en paz— se quejaba William una y otra vez. El ciclo de preocupación y ajustes continuó durante toda la mañana, hasta que finalmente llegaron al restaurante para la fiesta.

Allí, Michael encontró su siguiente "víctima" Charlie. Estaba sobre ella, acomodando detalles y revisando que todo estuviera en orden.

—¿Qué sucede, Mike?— le preguntó Charlie, levantando una ceja mientras lo veía casi obsesionado con cada pequeño detalle. Al mismo tiempo, podía oír cómo su tío William suspiraba con alivio desde el fondo, agradecido de que Michael lo hubiera dejado en paz por fin.

Elizabeth, que ya había sido ajustada varias veces, le lanzó una mirada compasiva a Charlie.

—Buena suerte, Charlie— murmuró con una sonrisa, divertida ante la situación. Michael, completamente ajeno a lo molesto que estaba siendo, continuaba verificando que todo en Charlie estuviera perfecto.

Michael no podía contener su preocupación, y nuevamente se acercó a Evan, quien ahora estaba a menos de un metro de distancia, siguiendo la petición insistente de su hermano. Henry, que observaba la escena con una sonrisa divertida, no pudo evitar reírse de la situación. Pero su risa fue interrumpida cuando, de repente, Michael apareció detrás de él, señalando la camisa manchada de aceite.

—Tio Henry, tienes que cambiarte esa camisa, está llena de aceite— exigió Michael, su tono inflexible. William, que observaba la interacción desde el otro lado de la sala, soltó una risa hasta que Michael, con la misma seriedad, se dirigió a él.

—Padre, ¿por qué no vas a revisar a los invitados? O lo hago yo— comentó Michael con un tono que sonaba más como una advertencia. William, sin querer que Michael se lanzara sobre los invitados con su misma actitud obsesiva, suspiró y decidió que lo mejor era encargarse él mismo.

Doble Cara Donde viven las historias. Descúbrelo ahora