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Caminaba de forma rápida, casi corriendo y dando fuertes zancadas; la noche anterior no pudo descansar bien, las pesadillas y los pensamientos intensivos la invadieron. Eso la tenía de mal humor.
A lo lejos pudo ver a Lydia y Allison. Estaba aliviada de que Martin hubiese aparecido hace unos días, también se había enterado que había llegado otro Argent; el abuelo Argent, no lo conocía, pero gracias a Peter, sabía que no era una buena persona. Era el tipo de personas que era mejor acabar con ella en cualquier oportunidad que creer en su arrepentimiento y darles segundas oportunidades.
Pasó entre ambas chicas, empujándolas en el proceso e ignorando sus quejas, entro a la escuela llamando la atención de algunos alumnos los cuales ignoró siguiendo su camino.
—Oye, oye.— Alec llegó a ella.— ¿Qué te pasa?—
—¿Qué sabes sobre el anciano Argent?— cuestionó sin dejar de caminar. Alec frunció sus cejas, sus padres le habían informado sobre tal persona.
—¿Gerard?— asintió.— Información básica; es un cazador veterano, sin piedad y con mucha rabia hacia los lobos, en pocas palabras, es mucho peor que Kate.— resumió.
—Entonces tendremos muchos problemas.— los verdosos ojos del chico se clavaron en su persona.— el viejo está en Beacon Hills, los chicos me dijeron que lo vieron en el funeral de Kate. — acomodó su mochila en su hombro.
—De eso hablaban mis padres.— murmuró para si.— Tendremos que tener cuidado.— aseguró.— vamos a la cancha, los chicos tienen entrenamiento.— tomó el brazo de la chica desviando su camino.
Caminaron en silencio hasta llegar al campo. En la banca lograron ver a los chicos por lo que se acercaron a ellos con suma tranquilidad.
—¿Recuerdas que tuve una idea?— escucharon al plantarse de pie detrás de los chicos.— Está es la idea.—
—¿De qué idea estás hablando?— el pálido pegó un brinco quejándose por el susto que le había provocado. Alec mantenía sus brazos cruzados, mientras que Gaia miraba a su hermano con las cejas arqueadas, ambos esperando una respuesta.
