CAP 2

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El día que entré en los odiosos ascensores de la fábrica en Milton Keynes, esos transportadores de todas las cosas en Red Bull, para acudir a mi primera entrevista, lo ignoraba todo

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El día que entré en los odiosos ascensores de la fábrica en Milton Keynes, esos transportadores de todas las cosas en Red Bull, para acudir a mi primera entrevista, lo ignoraba todo. No tenía ni idea de que los columnistas de la prensa deportiva y los directivos de los medios de comunicación mejor relacionados de la Fórmula uno estaban obsesionados con los pasajeros de aspecto impecable que entraban y salían de esos estilizados y silenciosos ascensores. Jamás había visto a mujeres con un cabello tan radiante, ignoraba que mantener esas mechas de marca costaba seis de los grandes al año. Jamás había visto hombres tan hermosos. Perfectamente tonifcados —sin excesivo músculo porque «no es sexy»— lucían su dedicación eterna al gimnasio mediante jerseys de azul oscuro.

Todos eran mecánicos, ingenieros y técnicos miembros de la escudería. Todo vestían ropa de alta calidad: bolsos y zapatos que jamás había visto en gente normal, de verdad gritaban: ¡somos la puta élite! Un amigo de un amigo —de los tantos trabajadores— me había contado que eran ordenes directas de Max Verstappen. Ya que el quería ver un equipo de trabajo intachable y Christian Horner cumplía cada uno de sus caprichos. Así que tenía la escudería a su gusto y antojo, incluso su padre tenia voz de mando entre los altos funcionarios. Sabía que las cosas estaban cambiando para mí, pero no tenía claro que fuera para mejor.

Me había pasado los últimos años en escuderías de media tabla. Toda mi existencia era un perfecto cliché. Estar en la academia de Ferrari (para terminar en Sauber) y después de una mala racha termine en Force India, reuniones de grupos juveniles y festas con alcohol en bonitas casas residenciales, bares u hoteles de lujo. Durante años fui el novio de Nico Hülkenberg ; sin embargo, nuestra relación terminó. Pasaron unos años, tuve una pequeña aventura de algunos meses con Estaban Ocon (un Beta que me exasperaba pero que era demasiado bueno en el sexo) y después empecé una relación con Lewis Hamilton. Pero ese mundo me era completamente diferente, no estaba preparado en modo alguno para mi primer empleo después de Racing Point.

Había conseguido retrasarlo al máximo. Después de ganar el gran premio de Baréin, y que terminará la temporada; me fui de viaje con Lewis. Durante un mes recorrimos Europa en tren, pasando mucho más tiempo en los hoteles de las playas que en los museos, y no me preocupé demasiado por mantener el contacto con los de casa, fue una especie de luna de miel. Follabamos como locos cada que tuvimos la oportunidad, así durante todo el viaje.

Recorrimos gran parte del sur hablando obsesivamente de nuestros respectivos futuros. Lewis estaba impaciente porque empezará la nueva temporada  y entusiasmado ante la idea. Yo estaba decidido a encontrar trabajo en una buena escudería. Aunque sabía que las probabilidades de que me contrataran en el una escudería puntera recién salido del media tabla eran prácticamente inexistentes, era lo que siempre había deseado hacer, el único lugar donde quería trabajar.

Lewis y yo conversamos de la nueva etapa que se abría ante nosotros y de lo afortunados que éramos de poder abordarla juntos. Con todo, no teníamos ninguna prisa por regresar a casa, como si presintiéramos que ese viaje sería el último período de calma antes de la tormenta, así que extendimos nuestros visados para pasar unas semanas recorriendo los exóticos paisajes de Australia.

EL DIABLO VISTE DE RED BULL | CHESTAPPEN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora