Capítulo 9

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Pasaron unos segundos que parecieron extrañamente enternos al no notar la calidez de sus labios en los míos.

Mis ojos se entreabieron y pude ver como él admiraba mi cuerpo, mojado y sentí como sus dedos índices me recorrían a cada lado desde debajo del pecho hasta acabar en la cintura.

Él parecía encantado y yo en cambio perdía los nervios con cada roce.

Me miró a los ojos de nuevo y volvió a acercar su rostro al mío. 

Abrí los ojos del todo y alcé la cabeza intentando evitar todo contacto con sus labios.

Cuando volvió a estar tan cerca de mí como antes. Noté como se desviaba del camino hasta mis labios y lentamente, posaba sus labios carnosos en mis oreja.

Me estremecí al sentir como mordia con delicadeza el lóbulo de mi oreja.

-No sabes cuanto me pone esto Em...-le oí decir en un susurro en mi oreja mientras se relamía-.

Noté como su voz había cambiado y se había vuelto más ronca.

-Te he dicho que no me llamas así. 

Noté como se alzaba una sonrisa en su boca.

-¿Quieres que te ayude a cambiarte Em?

Abrí los ojos horrorizada al sentir su cuerpo completamente pegado al mío. Su manos apretaban suavemente mis caderas y me empujaban a estar aún más cerca de él.

El seguía susurrandome cosas en el oído mientras jugueteaba con mi lóbulo y yo era incapaz de contestar, de mandarle a freír espárragos como tendría que haber hecho en un primer momento.

No podía moverme, estaba completamente inmóvil, como atada de pies y manos por culpa de su voz.

Noté como sonrió al sentir un pequeño movimiento de mi pierna izquierda queriendo salir de aquí. 

-¿Te quieres ir Em? -Me dijo a unos centímetros de mis labios, casi hablándome encima de ellos-.

Pestañeé varias veces y pude volver a sentir mi respiración, aunque ésta fuera agitada. Obligué a mi sangre a volver a correr por mis venas y  me centré en mis manos, las cuales ahora descansaban a cada lado de mi cuerpo y cerré el puño intentando recuperar el movimiento.

Antes de poder moverme admiré sus azules ojos, los cuáles seguían envueltos por ese brillo y ahora tenían las pupilas dilatadas. Estaba tan cerca que casi podía observar cómo éstas se cerraban y se abrían.

¿Que estoy haciendo?

Por fin pude ver con claridad y me paré a pensar en lo agusto que parecía estar por una parte en esta situación. 

Fruncí el ceño enfadada conmigo misma por haber dejado que ésto pasara.

Scott volvió a acercarse a mí y antes de que sus labios por fin alcanzaran los míos, moví lentamente la mano derecha detrás mía intentando buscar algo con lo que apartarle. Mis manos tocaron algo metálico que aún permanecía frío a pesar del ambiente y me di cuenta de que seguíamos en las duchas. 

Scott sonrió contra mis labios y sujetó parte de mi cara entre su mano derecha, paseando su pulgar por mi labio inferior mientras la otra se apretaba de vez en cuando en mi cadera.

Parecía impaciente por sus mismos gestos.

Entonces al volver a notar cada centímetro de mi cuerpo y no solo su tacto, empujé bruscamente mi cadera hacia delante y mi mano abrió el grifo dejando pasar el agua.

Los dos soltamos un gran suspiro al notar el agua fría sobre nuestros calientes cuerpos y a medida que cobraba mi temperatura normal me daba cuenta de que el agua estaba más fría de lo que parecía en un principio.

-¿Con que agua fría eh? Chica lista... -soltó entre risas - Si querías que nos ducharamos juntos deberías de haberlo dicho antes Em.

Noté como el agua se llevaba cada mota de barro de mi piel y la dejaba desnuda hacía el tacto de Scott.

Él puso sus manos en la pared, a cada lado de mi cabeza, apoyando el peso de su cuerpo contra ellas, mirando al suelo, con el agua recorriendo su cuello y espalda.

Lo miré detenidamente mientras el agua corría por la mía.

Mi respiración seguía agitada por su cercanía y el corazón parecía que se me iba a salir disparado del pecho en cualquier momento, intentando huir de allí. 

Scott alzó la cabeza de nuevo cerrando los ojos y dejó paso a que el agua pudiera recorrerle bien la cara.

Sonrió bajo el agua y bajó la cabeza otra vez a mi altura para volver a mirarme.

Yo fruncí el ceño.

-Quiero irme Scott.

La sonrisa desapareció de su cara y me miró serio.

Parecía estar teniendo un debate mental sobre si dejarme ir o no y yo ya tenía preparada la pierna por si tenía que usarla en contra de su masculinidad.

  Pero no hizo falta. Scott levantó uno de sus brazos mientras me miraba atentamente, yo aproveché para salir corriendo y coger mi uniforme seco, el cual descansaba encima de uno de los bancos y me acerqué corriendo a la puerta. Moví el pomo con fuerza y noté como éste solo hacía un sonido chirriante bajo mi mano, pero ningún movimiento.

Cerré los ojos al recordar que Scott la había cerrado con llave.

Me di la vuelta cabreada, queriéndole gritar de todo y me choqué bruscamente con su cuerpo mojado.

El se rió y descolgó divertido la llave delante de mi cara. Alcé rápido mi mano para cogerla pero el volvió a recogerla.

Hizo un sonido de negación mientras cerraba los ojos.

-Eres un estúpido. 

El abrió los ojos repentinamente. 
-¿De verdad? Por que yo pienso que la única estúpida aquí eres tú, que querías follar conmigo el primer día de instituto y al no haberlo conseguido te has ido corriendo sin saber que la puerta estaba cerrada.

Mi cara era un cuadro.

-¿Pero que...? ¡¿Que clase de película te has montado Scott?!

Apreté los puños con fuerza y le miré desafiante. El único culpable de todo ésto era él y estaba dando completamente la vuelta a los hechos.

Scott tampoco apartaba la mirada, aunque parecía sereno comparado conmigo, que estaba perdiendo la paciencia a cada segundo a cada segundo que pasaba.

-Scott - dije al ver que no contestaba, spirando todo el aire retenido por la rabia - no quiero jugar contigo, dame la estúpida llave.

Scott me miró de arriba a abajo con detenimiento y paró un segundo en mis pechos. Le seguí con la mirada y me di cuenta de que era por que ahora se me notaban algo más al tener el uniforme el doble de empapado.

La rabia pareció espanderse por todo mi ser y sentí mi cuerpo entero arder de nuevo, ésta vez, por rabia.

-¡Eres un puto enfermo!

Le di un empujón y le quite las llaves sin miramiento alguno. Me giré rápidamente hacia la puerta  y la abrí igual de deprisa agradeciendo que se abriera al instante para después desaparecer de allí, dejando un rasto de agua tras de mí.

Enseñame a amar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora