Capítulo 4

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En el confesonario, la tensión se palpaba en el aire tras la confrontación con Kutchel. Mikasa miró a Levi, su corazón latiendo con fuerza.

Había llegado a un punto crítico en su relación, donde las emociones y las circunstancias se entrelazaban de manera dolorosa. La idea de escapar juntos era un rayo de esperanza en medio de la tormenta que enfrentaban.

—Levi, si realmente queremos estar juntos, podríamos escapar. No tenemos que quedarnos aquí; estoy segura de que seríamos muy felices si nos fuéramos juntos de este maldito pueblo —propuso Mikasa, su voz temblando de emoción y determinación al imaginar una vida junto a él.

En su mente, visualizaba un futuro libre de las sombras del pasado, donde el amor pudiera florecer sin restricciones ni miedos.
Sin embargo, Levi hizo un silencio prolongado y bajó la mirada, su expresión era seria y grave.

Sabía que Mikasa hablaba desde el corazón, pero su realidad era diferente. La preocupación por su madre lo consumía.

—No puedo, Mikasa —respondió finalmente, su voz cargada y tajante—. Mi madre está grave por una golpiza que le dio Kenny. No puedo dejarla sola en esta situación. Lo sabes.

Las palabras resonaron en el confesonario como un eco de desesperanza. Mikasa sintió un nudo en el estómago al escuchar el nombre de Kenny, el hombre que había hecho de la vida de Levi un infierno.

La impotencia la envolvía; no podía soportar ver a Levi atrapado entre su amor por ella y su deber hacia su madre.

Mikasa sintió cómo la desesperación la invadía al darse cuenta de que sus sueños de un futuro juntos se desvanecían ante sus ojos. La idea de perderlo por culpa del desgraciado de Kenny le rompía el corazón.

—Pero... ¿y nosotros? No podemos vivir con miedo. No quiero perderte por culpa del desgraciado de Kenny —dijo ella, su voz quebrándose mientras luchaba contra las lágrimas que amenazaban con caer.

La angustia en su pecho crecía; cada palabra parecía una súplica para que Levi reconsiderara su decisión.
Levi apretó los puños con frustración, sintiendo cómo la presión aumentaba en su interior. Sabía que Mikasa tenía razón en muchos aspectos, pero su prioridad era clara: proteger a su madre a toda costa.

—Lo sé, pero no puedo ser egoísta. Si me voy, no sé qué le pasará a mi madre Traute. Kenny es peligroso; no quiero que tú también te veas atrapada en esto —explicó Levi, luchando contra sus propios sentimientos mientras trataba de encontrar una solución que no existía.

Mikasa sintió cómo el vacío se apoderaba de ella al escuchar esas palabras. La idea de estar atrapada en este ciclo sin salida le resultaba insoportable y aterradora.

—¿Y si encontramos una manera de ayudarla? Tal vez alguien pueda intervenir; tal vez hasta podríamos escapar con ella... —sugirió, tratando de aferrarse a una chispa de esperanza que parecía desvanecerse rápidamente ante la dura realidad.

Levi sacudió la cabeza lentamente, como si intentara despejar sus pensamientos confusos.

—No es tan simple, cariño. La Inquisición no nos protegerá si se entera de nuestra relación. Y no quiero arriesgarte a ti también; además, mi madre si se enterara de nosotros jamás lo aceptaría —dijo con firmeza, aunque su corazón se estremecía al pronunciar esas palabras.

Sabía que estaba rompiendo el corazón de Mikasa, pero también sabía que no podía arriesgarse a perderlo todo por un sueño imposible.

Mikasa se sintió impotente ante la situación; cada palabra de Levi era como un recordatorio cruel de lo frágil que era su amor en ese momento. La idea de estar atrapada en este ciclo sin salida le resultaba insoportable.

El Confesionario (Rivamika) Lectura EróticaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora